1. El calendario

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Elliot había pasado varias horas haciendo entrevistas sin llegar a dar con ningún sujeto válido. No había cosa que odiara más que perder el tiempo y había malgastado demasiado. Se quitó las gafas de pasta negra y se frotó los ojos frustrado. Luego se sentó de nuevo en el escritorio y activó el ordenador con un ligero movimiento en el ratón. Elliot se quedó pensativo, observando su fondo de pantalla que cambiaba de paisaje constantemente.

Un golpe seco en la puerta de su despacho lo sacó de su ensoñación. La doctora Hudson no esperó a que la invitara a entrar, cosa que le molestaba bastante:

—Doctor Caws, ¿ha tenido suerte?

La doctora Sienne Hudson tenía el cabello rubio peinado con un sobrio moño, llevaba unas gafas de metal muy fino y casi siempre sonreía, Incluso al estar enfadada, algo que le parecía espeluznante. Al tomar asiento, ella movió ligeramente el calendario que había encima de la mesa, como hacía todas las veces. Elliot fingía no darse cuenta de su obsesión porque estuviera todo alineado, pero en secreto solía mover algunas cosas para irritarla. Mejor que esté ordenando que dándole la brasa, pensó Elliot.

—No, todavía no.

Se echó para atrás y esperó lo que ya sabía que iba a venir.

—¡Te dije que ofreciste demasiado dinero! —Su voz alegre confundía con la ira en los ojos de su compañera—. Todos quieren el dinero, y al conocer la patología no les queda más que fingir. ¿Sabes? Apuesto lo que sea que la mayoría eran de la escuela de arte dramático. ¿Te imaginas? ¿Estudiar para ser actor?

Sienne solía mostrar desprecio por cualquier cosa que no fuera de su agrado. Las personas a su derredor debían tener un alto coeficiente intelectual, un trabajo o posición importante y tener una familia lo suficientemente rica. En resumen alguien como ella. Lo que más odiaba Elliot es que la mayoría de científicos o profesores de la universidad eran iguales. Se mostraban de mente abierta, pero en el fondo, miraban por encima del hombro a cualquiera que hiciera algo banal. Como la vez que comentó con unos compañeros que había ido a ver una película de superhéroes al cine. Sus colegas lo miraron con desprecio, por gastar el tiempo en algo así. El doctor Fisherman comentó acto seguido, que él vio una película polaca. En versión original, obviamente.

Elliot señaló la carpeta con las gafas que aún tenía en la mano.

—Mañana tengo un par de entrevistas más.

—¿Puedo echarle un vistazo? —Pero no esperó respuesta y abrió el carpesano para leer las fichas—. Trevor García. —La doctora sonrió con malicia al pasar la página—. Y señoras y señores: Lyeen García. Con ese apellido ya sabemos a lo que vienen. Te lo dije. —Sienne dejó la carpeta con cuidado y se acomodó cruzada de brazos—. ¿Vas a hacerme caso de una vez y vas a pagar menos?

Elliot se levantó de la silla

—¿Y eso qué más da? Esta universidad está forrada de pasta. ¿En qué otra cosa gastan los recursos? Y no me parece bien que des por sentado, que por apellidarse García vienen sólo a fingir y a conseguir dinero. Busco a gente que sea sinestésica y te aseguro que me da igual su origen, raza o religión.

La doctora asintió una sola vez y se levantó de la silla con la espalda recta para marcharse. Por supuesto mostró sus blancos dientes. Cuando cerró la puerta Elliot cogió el calendario y lo lanzó lo más lejos que pudo.

***

¡Hola y bienvenida! Siéntete libre de comentar todo lo que quieras. Esta es muy segunda obra larga y espero que la disfrutéis. No tenía pensado escribir esta historia, tengo un montón más en mente de antes, pero al final se me ocurrió la idea, y no me quedó otra que escribir. En fin, como siempre gracias por leer :) 

Tu Nombre me sabe a MentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora