—Mierda. —Elliot se levantó de la cama y cerró la puerta. Luego se quedó serio mirándola.
—¿Qué pasa? —Se incorporó— ¿Quién es? —Por su mirada supo que debía ser su madre—. Elliot, tranquilo. —dijo al ver que cada vez estaba más pálido.
Su madre volvió a llamarlo y él cerró los ojos con fuerza. Se levantó de la cama y se acercó a él.
—No sé porqué está aquí. —dijo con la mandíbula prieta y ella notó que su humor había cambiado. Llamó a la puerta y Elliot se apoyó desesperado.
—Cuando quieras, puedes salir a saludar a tu madre. —Elliot resopló—. Y la chica con la que estás también.
Sus pasos se alejaron y Lyeen empezó a mover las piernas sin parar. «¿Por qué ha aparecido justo ahora? Ni siquiera pensé en Tyler, sólo en Elliot y fundirme en él». Las dos últimas semanas, el Doctor había ido a verla todas las noches y siempre se sentía nerviosa esperando su llegada. Las ganas de dar un paso más, habían aumentado con cada beso y caricia.
—Tendremos que salir. —dijo Elliot interrumpiendo su pensamiento.
—¿Hay algo que deba saber de ella?
—Sí, que es una bruja. —dijo con una sonrisa pícara.
—Es tu madre... —Elliot le mostró las palmas de las manos—. No será tan horrible...
—Yo ya te he avisado. —Se colocó dispuesto a salir, pero antes le robó un beso lleno de ternura—. Por si mi madre consigue que no me quieras besar más.
Ella sonrió y exhaló aire con intensidad.
La madre de Elliot, tenía el cabello del mismo color que las zanahorias, después de que los holandeses se lo cambiaran; se fijó en que andaba muy recta y a Lyeen le pareció una mujer muy elegante. Llevaba una bata de seda gris e iba sin maquillar.
—Mamá, ¿qué haces en casa? —le preguntó Elliot, mientras observaba cómo sacaba una taza del armario.
—Encontré un pelo en mi almohada. —Se sentó y apretó lo labios— ¡Imagínate! Les exigí otra habitación, pero no tenían libres.
—¿Acaso no hay más hoteles en la ciudad? —A Lyeen le pareció que Elliot se comportaba distinto delante de ella—. Presentarse sin avisar...
—Te llamé. —Se puso de pie al silbar la tetera—. Pero parece que estabas ocupado para atender a tu madre... —La miró por primera vez y se movió incómoda—. Además esta era la casa de mi padre.
—Sí, pero...
—Soy la Doctora Juliette Hannigan. Parece que alguien se ha olvidado de los buenos modales. —Miró a su hijo y se sirvió el té. A Lyeen le pareció que lo hacía de manera muy precisa, como si cada gota de agua supiera cuál era su sitio.
—Yo soy Lyeen Garcia, encantada de conocerla.
—¿Y de que os conocéis? —La doctora elevó una ceja.
—Está participando en un estudio sobre la sinestesia, colaboro con otras universidades...—dijo Elliot.
—¿Eres sinestésica? —Ella asintió—. Es extraordinario. En fin, os dejaré a solas, como si yo no estuviese. Espero que otro día podamos salir a comer, me gustaría conocer a la novia de mi hijo.
—No es mi...
Elliot la miró y no supo continuar. Era un tema que no habían hablado aún.
«Ni siquiera nos hemos acostado», pensó Lyeen, mientras veía como la madre de Elliot salía de la cocina. «Quizás si ella no hubiera aparecido...», se lamentó.
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Tu Nombre me sabe a Menta
RomansaPara Lyeen, las letras son colores, la música rayos de luz y, cuando pronuncia algunas palabras, puede notar su sabor. El nombre del doctor Elliot Caws le sabe a menta. Obra completa. Queda totalmente prohibida la copia o adaptación de esta obra.