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—Recuerdame porque acepté estar en esta situación... —dije tratando de que las cajas no se caigan de mis brazos. No tenía ganas de aguantar la bronca de mi padre.

—Porque papá dijo que te pagaría veinte dólares —rió mi hermano tomando una de las cajas más grandes que sostenía.

—Agh, la próxima le pido 50 —bufé.

—¿No les parece hermosa la casa? —pegué un salto al escuchar la voz de Joseph por detrás de mi.

—Si, un poco... grande para solo tres personas, pero esta bien —dije tratando de subir las escaleras sin causarme un daño físico.

—¡Yo pido la habitación más grande! —grito Adams desde abajo.

—¡Ni en tus mejores sueños, hermanito!

Caminé por un pasillo y fui hacia la última de las puertas, que, por lo que suponía, era la más grande. Abrí la puerta, y dejé las cajas a un lado mientras admiraba la habitación.

El suelo era de una cerámica blanca con lineas negras deformes y las paredes eran de un color blanco hueso. Una cama de dos plazas estaba en el medio de la pared de mi izquierda mientras que paralelo a ella había un escritorio negro. Un ventanal rectangular estaba ubicado, en diagonal a la cama. ¡Y tenía baño propio!

Mi padre había hecho un gran trabajo en diseñar mi cuarto... Aunque faltaba decorarlo todavía. Quería hacerlo luego, pero tuve que ordenar todo a pedido de mi padre. No entendía porque, si no le molestaba a él. ¿Podía chocar y caer por algunas de las cajas que estaban tiradas en el suelo? No.

Al cabo de las horas más largas de mi vida —no, no es cierto. Pero me gusta exagerar—, había acomodado gran parte de las cosas. Lo demás lo acomodaría mañana, porque no tenía ganas de hacer nada más. Tenía sueño y hambre y quería sacarme los pantalones vaqueros que sentía que se me habían adherido a la piel. Así que me puse la ropa de casa —remera enorme de una Universidad que ni conocía y unos shorts y mis medias-pantuflas— y bajé a comer la pizza que habían pedido.

—¡Vodviof, Madsh! —dijo Adams con la boca llena.

Yo solo me limité a rodar los ojos con diversión y tirarme al sillón entre mi padre y mi hermano. Agarré la porción más grande que había y la que tenía más queso y le di un gran bocado.

—¿Nerviosa por mañana? —preguntó Joseph.

—Nof —dije tratando de tragar la comida —, voe a inoraf a toto elf munto —me encogí de hombros.

—Trata de ser linda ¿Si? —dijo con ojos de suplica.

—Pedirle eso a Mad, es como pedirle a un perro que hable... Auch. Bruta —se quejó luego de que le clave el codo en el estómago.

—Trataré —traté de sonreír tranquilizadoramente, pero creo que fue más una mueca llena de comida que otra cosa...

No era mi culpa que nos hayamos mudado... Yo no había querido. Estaba bien allá con mis amigos, conociendo todos los lugares, que la gente ya me conozca a mi —y mis... modales— y que no se me quede viendo como si tuviera dos cabezas y un tercer ojo.

Estaba agradecida que tendría a mi hermano, pero, conociéndolo, se irá a ligar con alguna chica o algo que tenga que ver con chicas. Andaría por los pasillos, con mis audífonos e ignorando a todos los que me quedan mirando raro. Si eso haria...


Estaba en mis dulces, dulces sueños cuando alguien abrió las cortinas oscuras que le había puesto al ventanal.

Coloqué la almohada en mi cabeza mientras gruñía a algo que me estaba tirando del pie.

No Soy La Típica Chica© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora