Capítulo 4.-

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   Mi móvil empezó a sonar, sacándome del tan relajante y necesario sueño en el que me había sumido hacía a penas unas siete horas, aún habiéndome acostado a las diez no había logrado dormir nada hasta pasadas las dos de la madrugada, mis pensamientos impedían noche tras noche que pudiera pegar ojo, cientos de veces había deseado no tener tantas cosas por las que preocuparme, pero esa noche había sido distinta, no estaba preocupada, es más, todo lo contrario, después de haberle dado vueltas y más vueltas al plan que me había sugerido Alice de ir a una fiesta no parecía tan malo, si no que me emocionaba, tenía ganas de ir, realmente, y aquello me asustó, nunca había tenido ganas de ir a una fiesta en la que la droga, el sexo y el alcohol eran los temas principales, aunque el segundo no me habría importado probarlo.

  Me giré hacia mi mesilla de noche, dónde mi télefono no dejaba de vibrar, consiguiendo que algunas de las cosas que había a su alrededor se movieran, en la pantalla se leía claramente "Aliiii", que era como había agregado a Alice. Aquello me pareció realmente extraño, en realidad, demasiado extraño, conocía demasiado bien a mi mejor amiga como para saber que ella nunca se despertaba tan pronto, y si o hacía, era por que estaba enferma o alguien la había despertado.

   —Dime.—murmuré adormilada, tratando de contener un bostezo en mi boca, pero fue realmente inútil.

   —¡No sé que ponerme!—exclamó mi mejor amiga al otro lado del teléfono, se notaba en su voz la angustia, desesperación y el estrés, normalmente no tenía problemas para encontrar algo para ponerse, pero dejé correr por una vez una situación tan extraña como aquella, estaba demasiado dormida aún como para ponerme a discutir.  

   —Un vestido y punto.—le respondí con la voz algo más espabilada de lo que realmente estaba yo.

   —No, no puedo llevar un vestido, ayer estuve hablando con Tyler y me dijo que las chicas solían llevar crop tops y shorts o minifaldas, o si llevan vestidos son de tubo y muy cortos, y eso ya sabes que esos a mi me quedan bien. Puf, tenemos que ir de compras. —me explicó sin pararse a coger a penas aire entre frase y frase, había veces que esa chica me agotaba sólo de oírla hablar y hablar sin parar.

   —Pues entonces me planteo seriamente ir a esa fiesta o no. —mentí, tenía una ganas increíbles de ir a la fiesta, sentía el morbo de saltarme mis propias reglas por una vez en mi vida, ser rebelde por una noche.

   —Tenemos que ir, sí o sí, paso por tu casa en media hora, ponte algo cómodo que nos vamos de compras. —me avisó con un tono de emoción que se hacía presente en ella cada vez que la ropa era el tema de conversación principal.

   —No me da tiempo a desayunar y a vestirme en tan poco tiempo. —me quejé levantándome de la cama de un salto, tenía que empezar a vestirme en ese mismo momento.

   —Desayunamos en el centro comercial. Vístete rápido, estoy ya de camino. Chao. Ponte ropa cómoda. —me recomendó segundos antes de finalizar la llamada.

   Tiré mi teléfono sobre la cama completamente deshecha y abrí ambas puertas de mi armario, intentando identificar con la mirada unas mayas negras y una camiseta blanca básica, era lo mejor que podía llevar para ir de compras, era cómodo y eso era justo lo que necesitaba: ir cómoda.

   Una vez vestida y con el pelo recogido en una coleta alta, para que el pelo no se me pegara a la cara, me puse unas zapatillas de deporte, pero algo formales y bajé al salón de mi casa, para informar a mi madre que debía irme en menos de quince minutos.

Tímida ·Daniel Oviedo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora