Capítulo 3

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Jimin suspiró observando su cuello en el espejo del baño. Con suerte se podían ver unas dos pintas de un color rosa pálido, era lo único que quedaba de lo que hace algunos años fue una marca que simbolizaba amor.

—Amor y mentiras... —susurró mojando su rostro para olvidar todos esos deprimentes pensamientos.

Salió del baño dispuesto a comenzar su desayuno.

—¿Cómo estas? —preguntó Tae, observándolo con precaución.

—Mejor... —encoge sus hombros.

—¿Sigue doliendo? —Jimin sabía a lo que se refería; se refería a su inexistente marca, por que ambos sabían que el dolor de un corazón roto no iba a desaparecer en dos semanas.

—No, Tae, ya no duele. Dejó de dolerme cuando ya no se distinguía algo más —tomó su café.

—Minnie... el destino pone a muchas personas en tu vida, pero sólo las mejores quedan hasta el final, como yo —agregó sacándole una sonrisa a su amigo, una sonrisa pequeña pero verdadera.

—¿Quién te dijo aquellas palabras tan sabias? —preguntó curioso.

—Internet.

—¡Tae!

—Está bien, fue mi abuelo. Estaba deprimido porque el que creí que era el amor de mi vida se cambió de casa —explicó con un suspiro.

—Tae yo...

—Tenía seis años, pero diablos que sabía que lo quería —se quejó. Jimin rodó sus ojos y terminó de su café.

Había decidido buscar trabajo, ya no podía estar quedándose con Taehyung y aprovechándose de él al quedarse sin pagar ni un peso, ya sea por alojamiento o comida. Tampoco podía seguir deprimido y ahogado en sus penas, encerrado en la habitación que le cedió su amigo.

Ya no más, suficiente por el resto del año. No podía seguir amargándose y lamentándose la vida al pensar en su desastrosa relación. No, él no era así y no cambiaría por nadie, ni por todo el daño que este le había hecho.

—¿Así que... irás a buscar trabajo?

—Si... ya no me puedo estar aprovechando de ti, y encontrar un trabajo sería distracción y eso es lo que más necesito ahora. Volveré a ejercer mi profesión y dejaré de lado las relaciones amorosas por algunos años —explicó decidido.

El omega contrario lo observó, poco a poco su amigo estaba recuperando su brillo, estaba considerablemente mejor que al inicio de hace dos semanas.

—Si eso te distrae puedes hacerlo, pero no recibiré dinero, creí haberlo dicho.

—¿Por qué?, me siento mal si no te doy algo para ayudarte.

—Minnie, este departamento es de mi familia, el dinero sabes que no me importa. Podemos vivir perfectamente lo dos. Aquí.

—Siento que me estoy aprovechando, no me gusta —cruzó sus brazos con un puchero.

—No intentes con actuar tierno, eso no me convencerá —Jimin sonríe hasta que sus ojos son dos medias lunas y una gran sonrisa.

—¿Por favor? —usa una voz tierna, pero de esas que no molestan, es más, son de esas que agradan escuchar. Inclina su cabeza hacia un lado.

—No. Lo. Hagas. —tapa sus ojos—. ¡Tampoco liberes tu aroma! ¡Eso es injusto! ¡Sabes que tu aroma es una combinación rara que enamora! —se queja con un puchero.

Jimin ríe, en verdad ríe después de dos semanas infernales. Taehyung destapa sus ojos apreciando aquella melodía.

—Está bien, te permitiré que compres la comida o la prepares, ¿satisfecho?

—Mucho —asintió con la cabeza—. Bueno, ahora iré a ver si me aceptan en mi antiguo trabajo.

—No creo que sea la mejor idea. —hace una mueca.

—¿Por qué?

—Namjoon también trabaja ahí, ¿recuerdas? —el rostro de Jimin se endureció y su cuerpo se tensó. Cierto, fue ahí donde comenzó todo.

—Bien, iré a ver a otro lado —suspira tomando las llaves que le dio Taehyung—. Ah, cierto. —recuerda volviendo al baño.

Taehyung frunce sus labios descontento al ver a su amigo rociarse su cuerpo completamente con un neutralizador de aroma.

—¿Por qué? Pensé que ya lo habías dejado.

—Lo había hecho porque mi aroma ayudaba a mis pacientes. de alguna forma que sigo sin entender, y por que Nam me lo había pedido —se encoge de hombros.

—Entonces deberías seguir sin echarte de esa cosa por tus pacientes, olvídate de ese imbécil —Jimin hace una mueca—. Aún no entiendo por qué no te gusta tu aroma.

—Sólo es así, no me gusta. Es raro. Bueno, me voy —se escapó antes de que el contrario volviera a tener esa conversación con él respecto a su aroma.

Saludó al portero con una amable sonrisa y cruzó las puertas. Inhaló profundamente el aire limpio y disfrutó de los rayos del sol bañando sus infantiles facciones con cariño.

Dispuesto a olvidar y avanzar, sonrió ladino y bajó los escalones.

—¿Jiminnie? —y así es como todo se fue a la mierda.

Respiró profundamente, cerrando sus ojos antes de decidir si enfrentar o no a aquella persona. «No, no puedo», pensó ya dispuesto a escapar.

—Por favor... —rogaron a sus espaldas. Un alfa rogando significaba algo verdadero, ya que ellos nunca se doblegan.

«Tengo que enfrentarlo», sí, tenía que hacerlo para iniciar todo de nuevo. Se dio vuelta y lo observó. Ahí estaba su antigua pareja, aquel que le prometió mil cosas y lo ilusionó para romperlo todo. Avanzó un paso, aquel Alfa se tensó y lo observó.

Namjoon intentó sonreír, pero fue más una mueca. Jimin no lo intentó, no creía que siquiera pudiera volver a sonreír frente a él. Las tiernas facciones del pequeño omega estaban tensas, si no se hubiera bañado en neutralizador, el alfa se hubiera dado cuenta de que el aroma de Jimin estaba combinado con temor y decepción.

Tragó en seco y sintió asco, Namjoon ni siquiera tomó la consideración de bañarse o echarse neutralizador. No, había ido a verlo apestando a otro omega. Como diciéndole y restregándole en la cara que tenía a otra pareja a la cual sí amaba.

Arrugó su nariz y retrocedió lo que había avanzado. No, aún no podía enfrentarlo; después de todo, seguía siendo débil.

—No... —susurró con miedo al ver como el alfa daba un paso.

—Por favor, necesitamos hablar. Tenemos que... que terminar bien... cómo se suponía que debía ser...

Jimin sonrió sin gracia, "cómo se suponía que debía ser". No iba a mentir, aquello sí le dolió.

—"Cómo se supone que debía ser" —repite aquellas filosas palabras—. No te echaré toda la culpa porque también es mía por no poder darte lo que tanto querías... un cachorro... —traga pesado—... Pero tu fuiste el que me abandonó y engañó, ¿sabes cómo duele una marca borrándose? No —se responde a sí mismo—. Es un calor infernal que se consume desde adentro, lento, y doloroso —Namjoon lo observa angustiado—. Quieres venir a hablar conmigo, pero aún así vienes apestando a otro omega sin importarte cómo me podría sentir respecto a ello.

El alfa abrió de más sus ojos retrocediendo. Jimin soltó una carcajada vacía con sus ojos brillantes. No lloraría, no lo haría.

—Sólo... déjame solo, señor Kim Namjoon —se dio media vuelta intentando irse pero algo le detuvo.

Quemaba, su antebrazo quemaba, era como todo ese dolor que soportó en su cuello ahora en su antebrazo.

—¡No! ¡Suéltame! —gritó con dolor zafándose brusco, asustando a Namjoon por aquella reacción—. Nunca en tu vida me vuelvas a tocar. —gruñó alejándose lo más rápido posible mientras dejaba al alfa ahí, sin reaccionar por cómo lo había visto. La expresión de Jimin fue tan dolorosa que quedó grabada en su memoria.

Jimin observó su antebrazo, no había nada, sólo quedaba un cosquilleo de todo ese dolor que sintió. Extrañado, bajó la manga de su camiseta y se adentró al edificio frente a él.

Clínica Min Save.

«Interesante nombre» pensó llegando hasta la secretaria.

—Hola, buenas tardes. Vengo por si casualidades de la vida necesitan a un kinesiólogo —sonrió suavemente a la secretaria.

—Buenas tardes, mi nombre es Lisa, es lamentable pero...

Un fuerte ruido interrumpe a la amable secretaria.

—¡Lisa, tienes que avisar al señor Hoseok que ya empezó! —gritó un enfermero volviendo a perderse tras las puertas blancas.

Jimin inclinó su cabeza confundido. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué empezó?

—Ay dios, ya decía yo que estaba tardando más de lo normal... —susurró la mujer más para sí misma que para Jimin.

El pequeño omega volvió a observar las puertas y luego a la secretaría sumergida en el teléfono fijo. Otro fuerte ruido se escuchó sobresaltándolos a los dos.

—¡NO QUIERO A NADIE, NINGÚN ESTÚPIDO OMEGA! —se escuchó la voz grave gritando a todo pulmón.

Era un alfa, eso estaba seguro... y uno fuerte e intimidante si logró que todo el movimiento y ruidos se detuvieran con sólo su grito de furia.

Jimin sabía que estaba mal, sabía que no debía hacerlo... ¡pero vamos! ¡Se había sentido insultado con aquel grito contra los omegas! ¡Él era un omega!

—¡No espere...! —Jimin se sintió un poco malvado al ignorar la súplica en la voz de la secretaría al cruzar la puerta, pero ya no había marcha atrás.

En el pasillo todos se comenzaron a mover nuevamente, Jimin siguió a la multitud hasta una sala con todos los implementos necesarios para los ejercicios de músculos y esas cosas.

Parándose sobre la punta de sus pies, intentó ver sobre las cabezas sin éxito.

—Saquen a todos los omegas de aquí, creí ya haberlo ordenado. —esa voz tan grave y varonil le revolvió desde la punta de sus pies hasta su cabello rubio.

Su curiosidad le ganó y haciéndose espacio entre las personas frente suyo, gracias a su pequeño cuerpo, avanzó hacia adelante.

La santísima mierda si no admitía que aquel hombre era infernalmente apuesto. Con su piel pálida solamente cubierta con una camiseta negra corta y unos bóxer negros. Sus muslos marcados al igual que sus brazos, sus manos grandes sostenían una silla en lo alto, amenazando a los demás. De un momento a otro, aquel rostro de perfil, lo observó de frente.

Sus ojos gatunos y feroces con aquellos labios delgados y finos, sus facciones definidas. Sus ojos negros se posaron sobre Jimin.

Tragó pesado e intentó retroceder algo amedrentado por aquella fría pero a la vez tan intensa mirada. Lo único que lo detuvo fueron los cuerpos a su espalda.

«Ay Minnie, siempre metiéndote en problemas», parecía que podía escuchar la voz de su amigo con una sonrisa burlona.

No supo cuantos segundos se quedó ensimismado en aquella mirada, podía ver aquellos labios delgados moviéndose, pero no podía escuchar aquellas palabras. Un empujón lo hizo avanzar un paso.

Abriendo de más sus ojos, observó hacia su espalda.

—¿Eres kinesiólogo? —preguntó un hombre con una sonrisa cálida a pesar del tenso ambiente.

—Si... —aquella no era su voz, observó hacia el tumulto de gente, ahí estaba la secretaría que lo había atendido.

—Saquen. A. Esa. Omega. —aquella voz a su espalda volvió a llenar toda la habitación.

—Gracias, Lisa, pero lo mejor será que te vayas —asintiendo con la cabeza, la chica se fue sonriéndole suavemente a Jimin.

El pequeño omega frunció el ceño, él también era un omega ¿por qué no lo corrían también?

—Hey, beta, ¿eres o no un kinesiólogo? —volvió a preguntar aquella voz.

El alfa observaba fijamente la espalda de Jimin. Su cuerpo de apoco destensándose al no sentir más aroma de cualquier omega a su alrededor.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora