Capítulo 8

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Con un suspiro de alivio, guardó bien escondidos los supresores y neutralizadores de aroma. Si se supone que era un beta, no le podían ver con esas cosas, ya que estas sólo funcionaban en omegas y alfas. Sería un problema explicar y dar una razón bastante lógica del por qué los tenía en su poder.

—¿Minnie, puedo entrar? —preguntó Jin volviendo a golpear la puerta con sus nudillos.

El pequeño omega cerró la caja, colocó unos zapatillas encima y luego cerró las puertas del closet. Ese fue el mejor lugar que pudo encontrar en aquella habitación que le habían cedido. En esta habitación, había una cama lo suficientemente grande como para dos personas, tenía un baño propio no tan grande, un escritorio, a su lado, una ventana y un pequeño closet donde estaban escondidos, en lo más profundo y dentro de una caja de zapatos, sus neutralizares y supresores.

—Sí —respondió sentándose en la cama.

—¿Terminaste de guardar?

—Recién —sonríe sin separar sus labios.

—Entonces vamos —invitó a que le siguiera saliendo de la habitación.

—¿A dónde vamos? —preguntó curioso.

—Necesitas conocer ciertas reglas para evitar problemas con Yoongi —hace una mueca—. Te daré un recorrido de la casa y te diré dónde puedes o no ir.

—Claro —asintió Jimin, saber aquello le ayudaría.

Jin le mostró el primer piso que constaba de una gran cocina con una puerta que daba a un hermoso jardín trasero, el comedor, el salón, un despacho y...

—¿Qué hay ahí? —preguntó Jimin señalando las puertas cerradas.

—Es la habitación de Yoongi, siempre está con llave ya que no la utiliza —explicó y subió las escaleras.

Asintiendo con la cabeza, subieron al segundo piso de nuevo, ahí estaba su nueva habitación, la de Jin, y tres puertas más.

—La habitación del fondo es la de Yoongi —Jimin juntó sus cejas confundido, pensó que la habitación de alfa era la de abajo.

—Pero... ¿y la de abajo?

—Esa era principalmente la habitación de Yoongi, pero luego se cambió arriba y se encerró en esa habitación, no sale nunca, y si lo hace, es para hacer ejercicios —se dio vuelta y apuntó al otro extremo, pero al contrario al de la habitación del alfa—. En esta no puedes entrar, a menos que Yoongi te lo permita —pronunció serio.

—Ayer se escuchó un llanto de un pequeño bebé, ¿quién és? —preguntó curioso.

—Sólo el tiempo y la confianza te dará las respuestas, pequeño —suspiró con pesar—. Sólo no entres. Si vuelves a escuchar ese llanto, me dices a mi pero no a Yoongi.

—¿Por qué?

—Porque no —ambos se sobresaltaron y observaron a sus espaldas, Yoongi estaba de brazos cruzados con expresión sería.

—¿Cómo sube o baja si hay escaleras? —se preguntó confundido.

Jin abrió demás sus ojos y observó asustado al pequeño omega a su lado. Yoongi alzó una ceja, apretando sus labios.

—... Yo... ¿lo dije en voz alta? —murmura comprendiendo su error. Sus mejillas adquirieron un lindo rosa. Avergonzado, se oculta tras la espalda de Jin.

—Tu. Ven conmigo. —ordenó dando vuelta.

Ugh... Jimin sintió depronto un déjà vu con aquellas palabras.

—Fue un error de principiante —se adelantó Jin sin saber en qué se metía.

—Jin, déjanos solos. Jimin, ven conmigo —en silencio, el pequeño hombre salió de la espalda de Jin y trató de animarlo con una pequeña sonrisa hasta llegar al lado del alfa.

—¿A dónde vamos? —preguntó siguiéndolo.

Yoongi no dijo nada, en cambio, abrió una puerta señalando con su cabeza hacia adentro. Con precaución, Jimin entró escaneando cada rincón de la habitación, la cual era sorprendente.

Parecía como si hubiera juntado dos habitaciones en una sola, y esta estaba llena de objetos que ayudarían en las terapias.

—Aquí es donde estaba avanzando por mi cuenta —pronunció cerrando la puerta.

—¿Sabe que tendrá qué darme todo su historial y cada avance que haya hecho hasta ahora, cierto? —el alfa rodó sus ojos y se deslizó hasta un extremo de la sala.

—Aquí están —señaló lanzándoselos.

El pequeño rubio los atrapó en el aire con una sonrisa que se borró al ver la expresión seria del alfa, con un suspiro se dedicó a leer el informe.

—Bueno, considerando que han pasado tres años... no ha avanzado mucho. ¿Por qué?

—El primer año no hice nada, el segundo traté de avanzar por mi cuenta y el tercero... aquí estoy... —señaló obvio.

—Bueno, sí lo veo, pero si hubiera empezado con la recuperación enseguida, ya estaría caminando, considerando que su columna no se vio afectada.

—Si no hubiera intentado hacer algo por mí mismo hace dos años, aún estaría pensando que es una enfermedad permanente —gruñó devuelta.

Jimin se quedó callado unos segundos, así que desperdició un año por un mal informe... tenía sentido. Hay personas que se podían equivocar en el diagnóstico, eran personas, humanos y los humanos cometen errores.

—Tiene sentido... —concordó para seguir leyendo.

Yoongi juntó sus cejas confundido, ¿qué no iba a defender a los suyos? Todos lo hacían, y así luego se ponían a discutir, donde él ganaba siempre con sus comentarios inteligentes, sarcásticos e hirientes.

—¿No replicarás?

—¿Para qué? Esos errores suelen pasar —se encoge de hombros—... Además, algo me dice que si entro en una discusión con usted, o no tendrá fin o usted ganará, y a mi no me gusta perder —reconoció rascando su frente, sus ojos seguían firmes sobre el papel.

Yoongi relamió sus labios, el beta frente a él realmente era extraño.

—¿Cuándo quiere comenzar?

—¿Cuándo puedes? —preguntó interesado.

—Puedo ahora mismo. Sólo necesito cambiarme de ropa por otra más deportiva y así tener más movilidad. Me gusta estar cómodo... ¿es un problema?

—Ve —ordenó. Se sorprendió al ver aquella sonrisa, fue pequeña y breve, pero lo fue. Raro, nunca las personas sonríen estando a su alrededor.

Avanzó hasta las colchonetas y con cuidado se bajó de la silla de ruedas, acomodándose al medio de la colchoneta. No tardó mucho cuando la puerta se volvió abrir y entró el pequeño hombre rubio.

Sus ojos inevitablemente fueron a los muslos moldeados por las calzas debajo de aquellos pantalones cortos deportivos. Aquellos malditos pantalones deportivos también moldean el trasero del rubio. Relamió sus labios lentamente antes de controlarse y observar el rostro del supuesto beta ante sus ojos.

Con una sonrisa, Jimin se ubicó a su lado.

—Bien, en la última sesión que hicimos hace algunos días empezamos con ejercicios básicos, ya que yo no sabía de su capacidad.

—¿Y ahora?

—Empezaremos estirando el cuerpo, flexibilidad. Luego trabajaremos con ejercicios del tren inferior para devolverle la fuerza a sus piernas de a poco.

—Mejor empecemos ahora con los barandales, ya iba allí —se quejó con una mueca.

Jimin alzó una ceja—. Que te apuesto a qué después de esforzarse así, le dolían sus piernas y cadera —el silencio del alfa lo tomó como una respuesta positiva—. Empezaremos como yo dije.

—No quiero, quiero los barandales.

—Mire... —muerde su lengua para no insultarlo, el alfa estaba actuando como un niño pequeño malcriado—. Si hace lo que yo le pido y al término no le duele, o al menos no tanto, seguirá mi rutina.

—Y si me duele, de igual forma seguiremos con mi rutina —sonríe ladino. Jimin entrecerró sus ojos pensativo. ¿Por qué no apostar un poco?

—Bien, pero si yo ganó, tendrá que dejarme decirle hyung —el pequeño omega sonrió al ver la mueca de asco en el alfa.

—Si yo ganó, te diré... el pequeño mocoso.

—¿Mocoso? ¿Pequeño? ¿Por qué? No soy ninguno de los dos... bueno tal vez sí sea un poco bajo pero estoy dentro del promedio —hace un puchero—. ¿Y el mocoso por qué?

—Tus cachetes me recuerdan a uno —se encoge de hombros restándole importancia. Le causó gracia ver como el pequeño hombre se indignaba hasta el punto de formar una perfecta y pequeña "o" con sus labios.

Así como está actuando ahora este alfa frente a él... Jimin seriamente se preguntaba si era tan atemorizante como todos, e incluso su amigo, decían.

—Comencemos.

Fue extraño; otra vez esa agradable corriente eléctrica recorrió sus cuerpos.

Yoongi siguió cada ejercicio del pequeño hombre, con persistencia y esfuerzo, tenía que admitirlo... era bueno, mejor que los otros que lo habían atendido anteriormente y no le molestaba que lo tocará. Aquellas pequeñas manos tocando sus brazos, piernas y abdomen...

Pronto, un aroma comenzó a inundar la sala, Jimin movió su pequeña naricita algo encantado con aquel aroma... era pinos y menta... mordió su labio inferior queriendo más de aquel adictivo aroma. Inconscientemente, se acercó un poco más a Yoongi, era su aroma.

—¿Qué... sucede... por qué... paras...? —preguntó el alfa a su lado entre jadeos por el esfuerzo requerido para cada ejercicio.

—Nada, sólo sentí un... —se quedó callado, se supone que los betas no sienten los aromas—... Emh... cómo que ya está dando hambre... ¿lo dejamos hasta aquí? —pronunció con una pequeña sonrisita nerviosa que Yoongi no pudo ver.

—Sí, quiero bañarme y cambiarme de ropa —asintió cansado.

Yoongi dejó de moverse luego de ver la expresión en el rostro del contrario.

—¿Qué? —preguntó entre confundido y enojado por aquella sonrisa.

—Nada... hyung —Jimin rió ante el desconcierto en el rostro del alfa.

—Oye, mocoso, no me digas así —ordenó usando su voz cortante; pero más que atemorizar a Jimin, eso le impulsó a seguir molestándolo; a veces, seriamente no medía cuánto podía colocar las manos al fuego.

Jimin sonrió inocente, el admitía que a veces podía ser algo infantil... pero eso había dejado de serlo desde... sacudió su cabeza ayudando a acomodar a Yoongi en su silla.

—Fue una promesa.

—Yo no prometí nada, no firmé nada —alegó frunciendo sus cejas.

—Ah, no sea injusto, hyung —reclamó—. Te seguiré diciendo así.

—No lo harás.

—Sí lo haré.

—¡Tu! —gritó enojado, sobresaltando a Jimin.

—Oh, mire, es Jin hyung —sonrió nervioso, corriendo lejos del alfa.

—Hey, ven aquí —ordenó Yoongi, pero ya era tarde, el pequeño hombre ya lo había dejado solo.

Con un suspiro frustrado, estiró sus labios en lo que podría, o no, ser una sonrisa después de unos segundos. Jin, qué esperaba preocupado cerca de la puerta, se acercó luego de ver a Jimin salir con una sonrisa traviesa, aquello sí que fue extraño.

—Pensé que lo ibas a... ¡¿Estás sonriendo?! —pregunta sorprendido.

—Oh joder, no —se quejó comenzando a impulsarse en su silla para salir.

Volviendo a su rostro frío, salió de la habitación para adentrarse a la suya.

—¿Qué fue lo que hizo? Hace años que no veía una sonrisa en tu inexpresivo rostro.

—¿Qué sonrisa?

—Estabas estirando tus labios, Yoongi, a eso se le llama sonrisa —bufó cruzando sus brazos.

—Esa es tu definición de sonrisa; sonrisa es cuando los dientes también aparecen —agregó cerrándole la puerta en la cara al omega.

Observó su cuarto, todo oscuro y ordenado. Había tirado a la basura cada cosa que le recordaba a él, cada cosa colorida. Tan vacío... tan desolado...

Sacó su camiseta observando en su espejo aquella cicatriz en su pecho y costillas; estas eran largas y ya finas por los años.

Silencio, comenzaba a odiarlo ya que eso le hacía pensar. Pensar significa recordar y él no quería recordar. Quería olvidar y seguir adelante, cómo se había prometido a sí mismo cuando descubrió que había una posibilidad de volver a caminar.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora