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Por más de todo lo que habíamos pasado, Berlín y yo nunca hablamos de como verdaderamente nos llamábamos.
Pero todo se jodio para mí cuando me apoye en la pared para escuchar lo que hablaba con el profesor.
Otra vez la curiosidad mató al gato, a mí.
Andrés y Sergio.
Berlín y el profesor.
Desde cuando había tanta confianza entre ellos dos, joder.

Aquella noche entre a su habitación.
Como siempre lo hacía.
Era la última noche, pues al día siguiente se emprendía el plan.

Y simplemente todo lo que queria era pasarla bien la última noche.
Charlar con baja música, tomando aquel vino amargo y reírnos de cualquier estupidez.
Pero solo pasaron unos cuantos minutos cuando me miro serio y acariciaba mi mejilla suavemente.

Lo nuestro ha estado bien, muy bien, joder -maldice por lo bajo y nervioso acaricia mis manos- Pero sinceramente, no creo que seamos la pareja ideal.

Incrédula y molesta me alejé de él.

¿Igual que la historia de tus cinco mujeres? suspiro incrédula¿hay otra? ¿otro?

London porfavor -suspira por lo bajo y se acerca a mí- no hay que hacerlo más difícil.

¿No follabamos bien? preguntó riendo irónicamente¿o no hay amor?, que yo siempre he tratado de demostrártelo Andrés.

El me mira confundido y niega levemente.
Y pues hay muchas razones, una de ella es porqué hable muy rápido, o por que de manera inesperada en aquella oración pronuncié su verdadero nombre.

Quizás cuando esto acabe nos vamos a una playa a celebrar nuestro amor London, pero mañana solo quiero pensar en una cosa, que no me maten, o que hagas una estupidez de estas por amor, y me elijas a mí, antes que tu libertad, incluso por tu vida

Y finalizando su oración, sale de su habitación molesto, dejándome sola.

En todo esto puede que tenga razón, arriesgarte por alguien que conoces cinco meses, elegir a esa persona antes que tu libertad o por tu vida.
Pero algo me enseño Damián.
Arriesgarte por alguien que amas ¿no es así?
Y lo acepto, no soportaría que Berlín muera por mí o al revés...

(...)

Había llegado el día del atraco y todos estábamos en una furgoneta, nos inundaba el silencio y francamente era muy incómodo.
Los cincos meses se pasaron volando, como en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Quién eligió la careta?— preguntó  un curioso Río.

—¿Qué pasa con la careta?—pregunta de igual forma un Berlín.

Pues después de una estúpida discusión de que las caretas no daban miedo llegó el primer destino, comenzaba el plan.
Nairobi, Tokio y yo íbamos a visitar la fábrica, como cualquier persona normal, solo que con un pequeño cambio, pelucas y gafas y claro vestidas como damas.

Y cuando voy a dejar algunas cosas en la parte trasera de aquella furgoneta se aparece él.
Con una sonrisa y las gafas que casualmente no encontraba.

—Cuídate, y no hagas nada estúpido London, la he cagado, pero no soportaría que en medio de un tiroteo donde este yo, te metas, no soportaría que mueras por mi culpa, te quiero— acaricia mi rostro y besa mi frente.

—Anaís, así me llamo...— susurro rodeando mis brazos por su cuello— y yo también te quiero...

(...)

Cualquiera hubiese creído que lo que acaba de pasar era el significado de que el plan estaba fallando, pero no es así, era todo lo contrario, cuando pasamos aquel detector de metales las tres sacamos las armas y los apuntamos.

—Profesor tenemos un problema —digo por el pinganillo— no encuentro al corderillo. 

Pues el talón de Aquiles a nuestro favor era aquel corderito, o bueno Alison Parker.

Mientras mis compañeros ya se encontraban apuntando a la gente y reuniendola en un lugar, aprovecho en pasear rápidamente por toda la fábrica como si fuera mi casa, pero no hay rastro de aquella muchacha.

Hasta que escucho como una chica grita desesperadamente que le den algo.
Y es ahí, en el baño de discapacitados, donde la veo luchando con un chico para quitarle un celular.
Bingo, el plan oficialmente a comenzado.

(...)

—Lo primero mis más sinceras disculpas a todos, no es una buena manera de acabar un fin de semana, pero si nos hacen caso a todos nosotros, prometemos no hacer daño a nadie— dice Berlín presentándose y haciéndonos una señal para recoger los móviles de todos.

Y ahí venía lo bueno, dárselos a Río para que los pueda hackear.
Poniendo cada teléfono con el nombre de cada víctima.
Y era momento de preguntar los pins de cada uno.

Ya con la mayoría de teléfonos decomisados y la calma de algunos de ellos.
Moscú nos hace la señal de que ya tenemos el dinero de la Cámara acorazadas del sótano.
Por otro lado Nairobi comenzó el cableado del sistema de comunicación analógica, para comunicarnos con el profesor, sin celulares, sin radiofrecuencia, sin que nadie pueda oirnos.
Las puertas estaban selladas y las alarmas no habían sonado, para la policía la Fábrica de Moneda y Timbre estaba bien, como siempre.

Al menos por ahora.



LN©🌺

ʟᴏɴᴅᴏɴ  [La Casa de Papel] - BERLÍN  #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora