•7•

5.5K 358 27
                                    


Veinte horas en esto...

Y yo tenía dudas y pequeños problemas.
La herida de bala en mi pierna ya no dolía como antes y supongo que eso era bueno.

Miraba cómo cada rehén era llevado por uno de mis compañeros.

—¿Tienes miedo que Berlín se folle a aquella muchacha, no?—

Trago gruesamente.

Tokio acaricia mi hombro despacio y seguido revolotea mi melena.

—Eres mejor que ella, además no creo que se enamore de ella como lo hizo en cinco meses de tí.— ríe

Sus palabras no mejoran del todo mis celos, pero en tal caso, hace que me sienta segura.

—Gracias London, gracias por lo que hiciste por Río, cuenta conmigo para lo que sea, en lo que necesites.—

Sonrío y la observo, notando que tiene más ojeras de lo común.

—Necesito una prueba de embarazo.—

(...)

La polícia tenia dos nombres de nosotros.

Silene Oliveira y Aníbal Cortés .
Tokio y Río.

Todo esto por nuestro corderito Alison y su teta salida en la foto con aquel rubio.

Sea como sean las cosas.

Han cagado a dos de nosotros.

(...)

Todos comíamos pizza.

Era como una de esas cenas en familia que nunca tuve.

Pero algo andaba mal conmigo.

Náuseas.

Y no queria malograr la cena de todos allí dentro.

A paso rápido me dirijo hasta los baños, ignorando a Denver, quien hablaba con una rubia, una rehén.

Después de botar todas mis impurezas, refresco mi rostro y me quedo viendo atentamente mi reflejo.

Mamá me decia que una mujer sabía cuando estaba embarazada, una viba...
Había sentido lo mismo cuando vivía con Damián y el retraso menstrual, junto a la pruba de embarazo, comprobaron todas mis sospechas...

¿Que haría yo ahora con un bebé?

Si en el hipotético caso, algo estaba creciendo dentro mío, nuevamente.

¿He dicho lo curiosa que he podido llegar a ser?

¿O como la curiosidad mató al gato?

—Mónica ese niño no puede ser un error...— escucho como Denver suplica.

Lo último que he podido llegar a pensar de Denver es que era un jóven adicto a las drogas, con un padre maravilloso.

Igual que él.

Ayudar a Mónica con ese pequeño fruto que crecía dentro de ella, era algo muy humilde y... muy malo si se enteraba alguién más.

Salgo del baño con una sonrisa, pero todo se esfuma cuando veo otra persona llegando.

Nosé si el estomago se me estremece de la alegria por verlo, o del miedo que pueda llegar a pasar después de que se entere de esto.

Volteo rápidamente agarrando el brazo de Mónica bruscamente y susurrandole que nos vayamos.

Estaba saliendo bien, Berlín se habia quedado hablando con Denver, todo andaba bien...

Obviamente.
Demasiado bien como para no joderlo.

Con unos notorios nervios, avanzamos.

Pero el sonido de un teléfono se hace presente.

Claro que no era yo.

Joder...

Respiro nerviosa y la miro incrédula.

Pues los pasos detras mío jugaban una mala pasada.

Y si que lo hacian.

La voltea viéndola con una sonrisa y despues, su mirada incrédula se cruza con la mia.

Negando levemente y descarado, baja la cremallera del kimono rojo de la rubia.

Jala su camiseta lentamente y saca de su pecho el dinero que Denver le dió.

—Basta Berlín —agarro sus manos cuando veo que estas se deslizan por la cintura de la mujer con dirección a su parte baja— por favor...

Suspira cansado y me aparta bruscamente.

—Lo tenian que haber pensado ambos.— murmuró enojado, viendo seguidamente a Denver.

Comprendí que esa no era la primera vez que Berlín metia sus manos a las bragas de una mujer honrada, pero sí la primera vez que las sacaba tan pronto.

Río decepcionada cuando le dice a Denver que debe matarla.

Y aunque trato de asimilar aquella orden, ruego de que todo esto sea un sueño.

Pero claramente, no lo és.

¿En verdad este es Berlín?
Espero realmente que no sea la persona que está mostrándome ser en este preciso momento.

Pero va en serio.
Pone aquella pistola en sus manos y se va.

—Berlín...— susurro detrás de él.

Pero no me hace caso hasta llegar al despacho dónde de las 20 horas que llevabamos dentro, se encontraba ahí cada momento.

—Debes de estar demasiado loca para ayudar a una mujer que no conoces— dice sirviendo una copa y tomando de esta, sin mirarme, sin escrúpulos.

—No lo entiendes... Esa mujer podría ser yo.— recuesto mis brazos delante de él.

Arquea sus cejas y ríe.

—Tú no eres una rehén London —rueda sus ojos y se carcajea sonoramente— Tú eres una atracadora y déjame decirte que debes empezar a pensar como una.

Debería pensar por dos y eso es muy difícil...

El futuro de aquel renacuajo, dependía de mí.

—Está embarazada Berlín — digo y juego con mis manos nerviosamente.

—¿Y qué tiene eso que ver contigo?— cuestiona incrédulo y toma rápido el último trago de su copa.

—Creo que estoy embarazada.—





























































LN©

ʟᴏɴᴅᴏɴ  [La Casa de Papel] - BERLÍN  #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora