Maratón 3/3

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Sostengo el arma contra mi cuerpo y suspiro levemente, el profesor a dejado ingresar un pequeño grupo de médicos para Arturo.

Si no sacaban esos restos de bala, él podría morir.

Y era hora...

El profesor dijo que tratarían de camuflar a uno de los médicos con uno de los policías y tenía razón.

El tipo de gafas era el que menos se acercaba a ser un médico, era eso, o su gran nerviosismo al entrar.

Nairobi pidió todos los obtejos que ellos poseían, y era la hora de implementar ese pequeño micrófono en las gafas de aquel infiltrado.

Tan solo bastó en hacer un pequeño agujero para que aquel micrófono sea insertado y estaríamos un paso más adelante que ellos.

Como siempre.

Pero había un plan más que nos estábamos perdiendo.

La policía trataba de infiltrar a dos personas más.

Por el conducto

Personas con el mismo traje rojo y las máscaras de Dalí.

—No, póngale anastesia local, así Arturo y yo podremos charlar durante la intervención— dice Berlín con un tono sarcástico.

El inspector Ángel puso el cronómetro, veinticinco minutos para terminar la intervención, o solamente para que la anestesia deje de hacer efecto.

Su nerviosismo era muy notorio.
Y el mío también.

Tenía a Berlín frente mío y eso no me ayudaba en nada, no tenía tiempo...
Tenía que conseguir los bisturís para sacarle la bala a Mónica.
O que Denver le haya perdonado la vida no valía de nada.

Dale este papel a Arturo, dile que estoy bien, que no se preocupe, que lo amo...

Tenía que haber dicho que ella estaba bien, que lo amaba y que no se preocupara.
Pero todo rastro se esfumó cuando dijo que Laura, su mujer era lo más preciado para ella, que la amaba, y quería hacer las cosas bien.
Qué si llegaba a salir de aquí, la llevaría donde más había deseado.

Era un hijo de puta y se merecía más que un disparo.

—Paso YO los instrumentos— digo agarrando la bandeja y pasando aquellos bisturís.

Y es ahí donde lo consigo.
Consigo poner algunos en mi bolsillo.
Espero que salga todo bien...

A paso apresurado corro donde estaban ellos.
Denver y Moscú, me esperaban ansiosos.
Pues Mónica ya ardía en fiebre y eso era mala señal.

Reviso mis bolsillos y no estaba aquella nota que me dió la rubia.

Trató de no sonar nerviosa y salgo de aquel cuarto con la excusa de que tenía náuseas

Berlín bajaba las escaleras y me hace una señal de que me acerque.

—Plan B. —dice y sonríe— te ves hermosa hoy...

—¿Dónde están?— evito su comentario.

—Tenemos que hablar London, tienes que entenderme, te amo...—

Suspiro cansada y asiento.

No teníamos más tiempo, tenía que ir por las máscaras.

Saco a paso apresurado cada una de ellas y las reparto.

Todos los Rehenes del pasillo ya los tenían puestos.

Hoy sí que tendría pesadillas, estás máscaras sí que daban miedo.

Le doy una Nairobi y me pongo una.

El subinspector Ángel supo en una milésima de segundo que habían perdido otra batalla, esas caretas siniestras significaba que iban a echar a esos dos hombres a los leonés, también que el tipo que había ideado este atraco tenía más inteligencia y más imaginación que la policía, el INE  o el ejército, y cuando se te adelantan así, toca correr...

—Tenemos que irnos— dice el subinspector Ángel.

—Señorita nosotros ya hemos terminado nuestro trabajo,¿Podemos retirarnos?—

—Pues... sí, síganme— digo convencida y tratando de no reír al ver sus rostros confundidos.

—¡Hey!, ¿Ya han terminado?, ¿Qué tal estás amigo, ya te sientes mejor?— dice Berlín bajando a paso apresurado las escaleras.

—Tal vez necesitemos regresar en veinticuatro horas para ver...— dice uno de los médicos.

—Me temo que no es necesario, tenemos gente sumamente calificada, bueno señores... os dejo en buenas manos— dice Berlín despidiéndose.

(...)

—Venga Mónica, tú puedes...— digo nerviosa limpiando la herida de su pierna.

No éramos los más indicados en hacer esto, pero teníamos que salvarle la vida.
A ella y a su pequeño...

Pero el ruido de la puerta interrumpe mis pensamientos y levanto mi arma rápidamente.

—¿Qué hacéis?— pregunta ella incrédula.

Entonces pasó algo inesperado, Nairobi puso todo su empeño y meticulosidad al servicio del bien común, en ves de ir a delatarnos con Berlín, nos ayudó al salvar la vida de Mónica,o al menos su pierna.

Ella si que no había venido a matar a nadie.

Y como os he dicho antes...

No estaba dispuesta a que nadie jodiera el plan del profesor.

(...)

—De qué quieres conversar Berlín, tu y yo...— digo negando levemente...

—Quédate conmigo London, quédate y luchemos juntos, te necesito...—









































LN©


ʟᴏɴᴅᴏɴ  [La Casa de Papel] - BERLÍN  #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora