El sol daba en mi piel haciéndola brillar ligeramente bajo su resplandor. Me gustaba sentir el calor sobre mí. Acomodé mis gafas de sol escuchando el intenso oleaje en Venice que parecía ser costumbre. Sólo me bastaba aplicar algo de bronceador y tumbarme sobre la arena disfrutando del hermoso verano en California, amaba la playa y es por eso que disfrutaba de mis tardes permaneciendo allí. Recostada y en silencio. Silencio que se vio interrumpido por el molesto tono de mi teléfono el cual me apresuré a tomar de mi bolsa viendo la foto de Dinah en el identificador de llamadas.
-Espero sea de vida o muerte porque has interrumpido la tranquilidad de mi tarde con el irritante sonido de la llamada entrante.- Podía jurar que se encontraba rodando los ojos con cada una de mis palabras, era más divertido cuando la veía hacerlo.
-Lo siento enana pero debes venir al bar ya mismo. Tengo una sorpresa para ti.- ¿Sorpresa? ¿De que se trataría esta vez?
-¿Piensas jugarme otra de tus bromas? Porque la última vez que lo hiciste acabé con un horrible corte de cabello y mi sudadera favorita arruinada.
-¿Quieres sólo venir aquí Karla Camila Cabello?.- Preguntó con la voz cargada de burla, pues sabe cuanto odio que me llame Karla.
-Esta bien pero procura no estar a punto de tener sexo con Mani para cuando yo esté ahí. La última vez fue algo espantoso, aun no me puedo quitar ese episodio de mi mente.- Las imágenes me resultaban algo escalofriantes.
-Que puedo decirte tengo una novia irresistible. Además es muy buena.....
-¡Esta bien!.- La detuve horrorizada escuchándola reír a carcajadas del otro lado de la línea- Te veo dentro de poco. Adios.
Finalicé la llamada aún con una mueca de asco en el rostro y bufando me puse de pie para recoger mis cosas. Me enfunde mi veraniego vestido sobre el bikini que traía puesto y comencé a caminar sintiendo como la arena que hacía algo pesado mi andar se colaba entre los dedos de mis pies causándome un ligero cosquilleo. El atardecer ya bañaba las costas de Los Ángeles creando una vista hermosa que nadie querría dejar de apreciar, pero como siempre mi hermana se hacía presente en los momentos menos oportunos cambiando mis planes. El bar de la familia no estaba demasiado lejos, un pequeño pero acogedor lugar que había sido el negocio familiar por años acompañado de buena música y comida. Hace un par de semanas mis padres decidieron tomarse unas merecidas vacaciones después de arduos años de trabajo así que habían dejado todo en manos de Dinah quien, para mi sorpresa, parecía tener todo bajo control. Bueno....Al menos hasta ahora.
-¡En hora buena!.- Exclamó la rubia al verme llegar- ¿Has tomado el camino largo Mila?
-Sólo quería fastidiarte retrasándome.- Me encogí de hombros mientras ella negaba con la cabeza riendo.
-Anda ya. Vamos a entrar, tu sorpresa espera por ti.
La miré con los ojos entrecerrados pero ella sólo se limitó a empujarme con delicadeza hacia la entrada asegurándome que nada malo iba a sucederme si me atrevía a cruzar la puerta. Y así fue. Mis ojos dieron con un grupo de personas cerca de la barra quienes reían y charlaban entre ellos, rápidamente repare en cómo vestían, chaquetas de cuero, vaqueros ajustados, playeras de Guns N Roses y también en los tatuajes y piercings que decoraban distintas partes de su cuerpo y rostro. Los inspeccioné con detención hasta que uno de sus rostros me pareció increíblemente familiar. Esos ojos azules algo grisáceos, su bronceado sin duda californiano y cabello castaño siempre peinado de la misma manera. Sí, sé trataba de él. Santiago Cabello, mi hermano mayor.
-¿Santi?.- Pregunté dando un paso en su dirección.
La conversación cesó al instante en que mi voz se oyó en el lugar. Santiago me sonreía ampliamente demostrándome así lo feliz que estaba por verme, tal y como yo lo estaba por verlo a él después de dos largos años.