Desperté soltando un bostezo acomodándome entre las sábanas otra vez. Había tenido un sueño extraño, o más bien algo placentero. Lauren y yo estábamos.......esperen, ¡¿Estoy desnuda?! Me incorporé de golpe llevando la sábana conmigo cubriendo mi torso desnudo y mirando a mi alrededor. No había señales de la ojiverde en la habitación, tan sólo su ropa esparcida por el piso de ésta al igual que la mía. Entonces si ocurrió. Dios, estoy entrando en pánico.
Me puse de pie y me enfundé mi ropa interior a la velocidad de la luz. Detente Camila. No vas a hacer esto otra vez. No actuaras como si nada hubiese pasado entre las dos porque sabes muy bien que si pasó y mucho. Respiré hondo tratando de aclarar los miles de pensamientos que se cruzaban por mi cabeza en aquel momento. La noche anterior había sido......magnífica y no me arrepentía absolutamente de nada pero aún así tenía miedo de continuar adelante con lo que sea que estuviese pasando entre nosotras pues las probabilidades de que todo esto acabe mal son muy altas. Pero, ¿Qué más da? Debo admitirlo, le había extrañado demasiado y estar junto a ella me hacía sentir jodidamente bien.
Dejando la paranoia de lado, caminé de puntillas por la habitación, cogí su camiseta negra y me la puse antes de salir al corredor. Mis pasos eran lentos y silenciosos mientras escudriñaba a mi alrededor con la mirada intentando encontrar a Lauren. Eso, hasta que mis ojos dieron con su espalda perfectamente tonifica y tatuada. La pelinegra estaba de pie frente a la estufa y tarareaba una canción de The Rolling Stones mientras preparaba un poco de tocino.
¿Podía ser más ardiente? Pues es probable.
-¿Estás espiándome o algo así?.- Su voz me sacó de mis pensamientos.
-Solo estaba.....- Ella traía un brazier deportivo y un pantalón holgado a la cadera que dejaba a la vista sus marcados oblicuos. Esa imagen provocó que olvidase cómo hablar.
-¿Tienes hambre?.- Señaló la comida sobre la mesa y yo solo asentí antes de acercarme.
Nos mantuvimos quietas por algunos segundos una frente a la otra sin saber qué hacer o cómo actuar a continuación. Di un paso más en su dirección y ella entendió mi señal así que terminamos besándonos en medio de la cocina.
-Buenos días.- Susurré sus labios y ella sonrió antes de besarme otra vez por algunos segundos.
-No sabía que te apetecería comer exactamente así que sólo prepare un poco de todo.- Se encogió de hombros mientras ambas tomábamos asiento.
-Esta bien. Es perfecto.- Ella sólo asintió sonriendo otra vez.
Hubo silencio entre ambas mientras desayunábamos pero estaba lejos de ser incómodo, de hecho, estaba disfrutando de las miradas cómplices que ella me dirigía. Algunos recuerdos fugaces de la noche anterior venían a mi mente cada que mis ojos encontraban los suyos. La tensión sexual era palpable en la habitación y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba sentada sobre la encimera con Lauren entre mis piernas mientras nos besábamos apasionadamente. Sus manos acariciaban mis muslos perdiéndose bajo su camiseta y las mías se enredaban en su cabello.
-Habitación.- Dije entre jadeos pero ella negó.
-No. Voy a hacerte el amor aquí mismo.
-Sí, como quieras.- Susurré con la respiración agitada mientras disfrutaba de los besos húmedos que ella repartía por mi cuello
Cinco minutos después, mis bravas estaban fuera, la camiseta que vestía había sido tragada por ella misma en la parte de los hombros y mi brazier estaba tirado en alguna parte.
-Solo un minuto.- Dejó un último beso en mis labios antes de correr en dirección a las habitaciones.
Regresó y en cuestión de segundos, mis uñas estaban clavándose en sus hombros mientras ambas dejábamos escapar gemidos. Sus embestidas eran un poco más agradecidas esta vez, lo que dejaba entre ver la necesidad que nos recorría a ambas. Cerré mis ojos al escuchar que susurraba un montón de halagos para mí, no sucios ni morbosos sino más bien dulces y cargados de......amor.
-Joder, Camila.- Eso fue lo que escapó de sus labios los cuales reposaban sobre mi frente mientras ambas alcanzábamos nuestra liberación.
-Pero que manera de comenzar el día.- Dijo sin aliento recargando mi mejilla contra su pecho sintiendo como ella dejaba un beso en mi frente- Me encantaría permanecer aquí pero debo ir a la florería dentro de poco.
-Y yo debo hacer relucir mis dotes matemáticas.- Reí con sus palabras mientras ella subía sus bóxers y pantalones recogiendo mi ropa interior del suelo y tendiéndomela.
-No puedo creer que hayas desgarrado la camiseta.
-Estaba en mi camino.- Me dio un guiñó mientras me ayudaba a bajar de la encimera- Ahora tienes que darte una ducha. Creo que tienes prisa.- Asentí antes de besar sus labios con rapidez y correr hasta el baño.
No quería detenerme a pensar en lo que estaba sucediendo entre ambas porque si lo hacía tendría la necesidad de detenerme y no lo quería así. Pues lo que está pasando entre nosotras simplemente me encanta.
...
-¿Por qué estás más alegre de lo normal?.- Ally me vio arqueando las cejas.
-¿A qué te refieres? Soy así todos los días.- Me di la vuelta para seguir acomodando rosas rojos en un increíble y romántico arreglo floral.
-Estas mintiendo.- Entrecerró los ojos señalándome con un dedo acusador- ¿Qué sucedió?
-Nada paso Ally, creo que estás imaginando.- Su mirada comenzaba a ponerme nerviosa así que le di la espalda fingiendo buscar unas tijeras.
-No estoy inventando. Vamos, soy tu mejor amiga. Deberías decirme qué ocurre.- Se quejó y yo mordí mi labio intentando pensar en una muy buena mentira evasiva.
-Solo es.....ya sabes, el estar sola en casa y todo eso.
-De acuerdo, sé que terminaré enterándome.- Canturreó antes de alejarse a la parte de atrás de la tienda.
La verdad es que Ally fue otra de las personas que jamás se enteraron de mi fugitiva relación con la ojiverde de hace dos años. Nadie podía siquiera sospecharlo, esas fueron las condiciones que ambas delimitamos para continuar adelante con lo nuestro. No quería imaginar el escándalo que Santiago armaría si se llegase a enterar de que su mejor amiga había desvirgado a su hermana pequeña y peor aún, mantenía una relación secreta con ella.
Ya casi era la hora de irme cuando la campanilla sonó otra vez y Lauren cruzó la puerta con una de sus manos en un bolsillo de sus ajustados vaqueros negros. En cuanto me vio tras el mostrador una sonrisa creció en sus labios mientras se acercaba con pasos lentos y algo flojos.
-Hola. Buenas tardes señora, Ally.- Dijo esta vez dirigiéndose a las otras dos mujeres en el lugar.
-Hey, ¿Qué.....estás haciendo aquí?.- Estaba algo desconcertada por tenerla allí.
-Bueno, los chicos no aparecerán por el bar hasta más tarde y yo comenzaba a morir de aburrimiento allí dentro.- Solté una risita ante sus palabras dramáticas- Así que pensé que podía venir por ti y dar un paseo por la playa tal vez.- Se encogió de hombros- Solo si tú lo quieres así.
-Claro.- Me apresuré a contestar. Podía sentir las miradas curiosas de Ally y su abuela sobre mí- Bueno, eso es todo por hoy. Las veo mañana.
-Por supuesto cielo. Ve con tranquilidad.- La señora Hernández me despidió con calidez mientras Ally sólo podía sonreír de manera cómplice.
-Hasta pronto.- Dijo la ojiverde y yo la seguí hasta la salida.
El sol dio rápidamente con ambas prometiéndonos un gran bronceado aquella tarde. Los tatuajes en los brazos de Lauren relucían a causa de la tinta en contraste con la luz del sol y no podían verse más fascinantes. No podía dejar de verla de reojo mientras caminábamos por las calles de Los Ángeles y sabía muy bien que ella estaba divirtiéndose con mis, para nada disimuladas, miradas.
***
Nuevo capítulo por aquí. Recién despertando y terminándolo de inmediato solo para ustedes.
P.D: Como siempre disculpen los errores gramaticales y ortográficos.