Japanese Neighborhood

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Cierro las puertas dobles de cristal porque hace un frío del demonio, de esos que calan hasta los huesos. Es otoño pero pareciera invierno, con los cielos nublados y el frío sutil que te obliga a abrigarte con los brazos constantemente, por ello decido que es un buen momento para hacerme café, mientras Monnie se estira sobre el sofá cómodamente, para por pata, curveando su columna de pelaje gris y luego viene tras de mi exigiendo atención.

— No voy a comer nada, bobo — se restriega en mis piernas mientras conecto la cafetera — Pero no te importa, ¿cierto?

Me agacho para acariciarlo, percibo al instante cómo el olor a café comienza a llenar la habitación suavemente y en lo que a mi respecta, me cuesta trabajo levantarme... Estoy realmente jodida. El abuelo me llamó hace unos días que rentaría la casa de al lado, pidiéndome contratar a alguien para limpiarla pero con tan poco tiempo fue imposible, así que lo hice yo misma... Pésima idea, por cierto y suspiro al recordar que como cada vez que llama, insistió en que debía volver con ellos cuanto antes, que estar sola en Irlanda no iba ayudarme en nada y que quería pasar navidad conmigo — aquello me hace pensar que en sería la tercera navidad sin él . En ese instante llaman a la puerta, despejando oportunamente mis pensamientos.

— ¡Voy! — aviso para levantarme y corro a abrir la puerta.

Pienso que seguro será Dany para intentar llevarme a algún lado pero al abrir la puerta me encuentro con una guapísima y alta sorpresa que bien me saca unos veinte centímetros en estatura.

— Hola — dice, con un hoyuelo de lado a lado enmarcando una sonrisa cortes —... Tu debes ser Amy.

— Sí, soy yo... Y tu debes ser — olvido su nombre chino, ¿o era japonés? —... Ummmm.

— Kim NamJoon — repone.

No tengo idea ni de cómo demonios se escribe, mucho menos cómo pronunciarlo, así que me limito a asentir sonriendo.

— Ah, claro — pienso que debo invitarle a entrar —... ¡Pero que descortés! Por favor pasa.

Me hago a un lado para que entre y él asiente, más no sé si en afirmación o porque agradece. Siempre he sido terrible con la cultura asiática e incluso mientras entra con su enorme maleta, me pregunto si va a quitarse los zapatos o algo por el estilo.

— Bastante lindo — dice mirando alrededor.

— Gracias, me ha llevado cuatro años hacer este lugar — volteo hacia él —, aunque tu casa es bastante linda también — me mira fijamente, pienso que tal vez no me entiende —... ¿Quieres café?

— Uh... S-si no es molestia, sí.

Sonrío — No es ninguna molestia.

Rodeo la barra de la cocina al tiempo que él camina dudoso para sentarse en los banquillos y yo me dedico a servir el café; entre tanto no me dice mucho, se limita a verme con su linda sonrisa y yo me agobio de pensar que no me entienda... ¿Tal vez sólo es tímido? O quizá, ¿para él es de mala educación lo que hago? Oh diablos, de todas las personas a quien mi abuelo podía rentar la casa, ¿tenía que ser asiático?, ¿por qué no Irlandés? Siempre los elige extranjeros, siempre.

— Aquí tienes — le ofrezco una taza humeante —... ¿Azúcar? — niega suavemente — Y dime, ¿qué tal ha ido el viaje?

Recargo los codos a la barra, con mi café entre las manos.

— Bien, algo largo — duda al hablar — pero supongo el lugar lo vale.

— Te lo aseguro, el clima aquí es perfecto.

Nos sonreímos pero acto después él aprieta sus mejillas incómodo, bajando la vista sobre su café.

— Debes estar cansado — menciono para evitar el silencio —, iré ya mismo por tus llaves.

— No, no te preocupes...

Agito la mano en negación — Si me preocupo, seguro quieres descansar. Volveré en un segundo.

No le dejo decir más, dejando mi bebida sobre la barra para salir de la cocina y lo veo disimular una sonrisa cuando me voy corriendo escaleras arriba. Busco por todos lados las llaves sin lograr recordar dónde las dejé la última vez, eso me pone de nervios y más aún él, que sonríe todo el tiempo amablemente... ¿Cómo se llamaba?, ¿Kim...? Kim algo... Agh, tiene el pinche nombre más raro de todos. Tontos chinos o... Japoneses, lo que sea con nombres raros.
Al fin las encuentro después de varios minutos y cuando vuelvo con él prácticamente ha terminado su café.

— Lo siento, las guardé tan bien que ni yo las encontraba.

Ríe — Supongo debí avisar con tiempo.

— No, no, nada de eso — me detengo a un costado suyo —... ¿Vamos?

Accede de inmediato, siguiéndome de cerca para guiarlo, será mi nuevo vecino así que no caminamos mucho desde mi casa a la suya y abro la puerta para en seguida entregarle las llaves, sé que el agente de mí abuelo ha hecho todos los trámites necesarios por lo que yo sólo tengo que limitarme a esto. Entramos a la par, luego cuando ha metido su maleta, le veo sorprenderse de la casa, debo admitir que es un lugar bastante cálido, además de que cada inquilino ha dejado aquí un poco de si. Él, según mi abuelo, la alquiló por más de medio año y me pidió que lo molestara en lo mínimo pues aparentemente quería relajarse... Como sí yo me la viviera en fiestas y haciendo escándalo para que tuviera que advertirme.

Me lleva muy poco mostrarle el lugar y explicar lo básico a lo que él se limita a distraerme... afirmar con la cabeza, acompañado siempre de su sonrisa con lindos hoyuelos y al terminar sólo le pregunto si me ha comprendido todas mis indicaciones.

— Sí — responde.

— ¿Seguro?, ¿muy seguro?

— Sí — repite —, muchas gracias.

Me cruzo de brazos — Me gustaría hacerlo más claro para ti pero no hablo....

— Coreano, soy Coreano — repone al instante.

— ¿Coreano? Woow, he oído que son los más guapos de Asia — bromeo pero él ni siquiera sonríe —... Ummm vale, t-tengo que hacer unas cosas, Kim si necesitas algo puedes...

— NamJoon — me interrumpe —, Como si dijeras Nam y June.

Siento que la cara me arde de vergüenza, aunque está serio no luce molesto.

— NamJune... Cualquier cosa que necesites puedes llamarme — me busco pero no tengo nada en qué escribir —, espera...

Sube la manga de su saco dejando ver su largo brazo — Aquí está bien.

— No, no, te dejo mi número después... Además no tengo con qué escribir.

Me observa unos segundos para posteriormente señalar algo en mi cabeza. Permanezco algo aturdida sin entender exactamente qué quiere decirme, buscando incluso con mi mano si acaso tengo algo en el cabello pero al final él termina por alargar su brazo en mi dirección. Su repentino movimiento me alarma de inmediato y su mano pasa de largo por mi cara hasta mi cabeza, siento un ligero cosquilleo para que posteriormente mis largos mechones de cabello se escurran cuán agua por mis hombros.

— Aquí tienes uno — dice, ofreciéndome el bolígrafo.

Había olvidado por completo que recogí mi cabello con él por la mañana, lo tuve sobre mi cabeza todo el tiempo. No podía ser más boba así que le agradezco tímidamente y escribo el número en lo terso de su brazo, logrando notar incluso las venas marcadas desde su mano mientras escribo. A partir de ese instante todo lo demás lo hago a velocidad luz, para poder irme a casa tan pronto como sea posible — sin demostrar mi incomodidad, obvio.

Una vez dentro, en la seguridad de mi hogar, me tiro derrotada al sillón para enterrar la cara sobre mi cojín de ositos polares y al poco sentí el impulso de Monnie al subirse sobre mi espalda.

— Monnieeee — lloriqueo —, tienes a la esclava más imbécil de todas.

Illegal ♡ NamJoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora