Centimeters

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Recuerdo la melodía latosa de las luces navideñas, botando por el largo y fresco pasillo del hospital, provenían estas del modesto arbolito navideño sobre la recepción pero no era ni la melodía ni el frío lo que ocupaba mi mente, de hecho, nada ocupaba mi mente en ese preciso instante que el doctor salió, varios minutos después que las enfermeras, acarreado el equipo de reanimación. "Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero su cuerpo no ha resistido más" Eso significa que está muerto, pensé. Supe desde entonces que estaba muerto, pero una cosa muy distinta era que me lo creyera. Permanecí hasta la madrugada del día siguiente sentada junto de un ataúd dónde sabía perfectamente yacía su cuerpo y aun así, seguía esperando verle entrar en cualquier momento a casa, con una enorme sonrisa en su rostro. Porque tener el conocimiento de algo no es lo mismo que hacerlo real y su muerte no fue real para mí hasta que me encontré al pie de su sepultura, con el ataúd siendo bajado a tierra; sólo entonces comencé a llorar y supe, supe de verdad que mi hermano había muerto. Lo real generalmente cobra vida a manera de una sobria bofetada que te sacude la vida.
Lo mismo sucedió con NamJoon, parecía aquello tan irreal, conmigo actuado cuan niña pequeña, abrazándome de él todo el tiempo y entorpeciendo su labor de empacado, teníamos unas cuantas semanas juntos porque al parecer debía volver antes a Corea, para prepararse. Al menos tuve el tiempo suficiente para hacerme a la idea, no es que él fuera morir, no, pero aunque también se iría, tendría el placer de verle así otra vez; con sus mejillas sonrosadas y el cabello despeinado, había abusado de él con esa intensión. La diferencia ahora radicaba en su anillo, haciendo un sonoro choque con la taza y su gesto serio... Diría más bien triste. Alzó la vista hacia mí, atorándose en mis ojos y supe lo que pensaba, así que le sonreí.


Realmente no estaré tan lejos — murmuro ante su carita incrédula —, sólo a unas cuantas horas de ti.


Forzó una sonrisa que pasó fugaz por su cara antes de clavar la mirada al café. Quería ver sus hoyuelos apretarse en sus mejillas, pero NamJoon parecía no querer sonreír, por mucho que yo lo intentara. En cambio se la vivía abrazándome, buscando la manera de juntar nuestros labios con el mínimo pretexto y al final, justo antes de ir aeropuerto, nos despedimos. Fue más bien besarnos hasta que sus labios lucían más voluminosos de lo normal, juntando mi cuerpo con el suyo y tratando de memorizar cada parte de él, habíamos hecho aquello con horas de anticipación pues queríamos evitar hacerlo en el aeropuerto, no necesitábamos más problemas, además había sido más cómodo así.
Uno puede intentar convencerse de lo que quiera, pero no puede llegar a engañarse jamás. Estaba él por ingresar, sólo cargaba su pasaporte y boleto en mano cuando le despedí con un ademan ligero, igual a lo planeado. Pensé que iría bien hasta que flaqueó, dando dos pasos hacia atrás, deteniéndose con la mirada fija en mí y aquello me regaló el tiempo suficiente para acortar las distancias; lo alcancé, abrazándolo fuerte del torso mientras me devolvía el abrazo juntando, como era su costumbre, nuestras mejillas.


— No son horas, Bonita — musita —, son kilómetros... Muchos kilómetros.


Lo sostengo aún más, amarrando las ganas de pedirle quedarse, con un dolor inmensurable en el pecho.


Ponle atención al mapa — digo con voz queda —... no importa a dónde vayas, son sólo centímetros entre tú y yo.


Incluso después de verlo irse, desapareciendo tras el pase de seguridad, no pude darme cuenta. Ni esperando unos minutos, tampoco caminando al estacionamiento, ni manejando el auto hacia casa, fue hasta atravesar mi puerta y ser golpeada por el sordo silencio acompañado de la melodía navideña del árbol. Permanecí unos minutos en la entrada... jamás me sentí tan sola, ni siquiera antes de NamJoon; sólo entonces lloré, lloré mucho y por todo, como si hubieran abierto una llave en mi alma que dejó salir el dolor de tantos años. Permanecí sollozando toda mi pena hasta que me dolieron los ojos y la cabeza, luego caí dormida. No me desperté sino por el constante vibrar de mi teléfono, era media mañana ya, tenía muchas llamadas pérdidas aunado algunos mensajes de texto, todos de NamJoon pues al parecer ya se encontraba allá. Le respondí de inmediato indicándole que le llamaría y mientras escribía sonó el teléfono sin más.

Illegal ♡ NamJoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora