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Lo recuerdo recargando la cabeza al respaldo del asiento, mirando fijamente por la ventana, de pronto era como si se enfrascara profundamente en sus pensamientos. Tenía un perfil bellísimo porque detonaba un elegante porte masculino que yo comenzaba a descubrir me gustaba demasiado; buscando mirarle furtivamente mientras manejaba camino a casa y él, perdido en el paisaje que pasaba ante su ventanilla, poco lo notaba. Fueron varias horas de camino, donde él incluso se quedó dormido hasta detenernos en una tienda de autoservicio donde aproveché para comprar los ingredientes de mis galletas y que a Nam especialmente le costo desamodorrarse para bajarse del auto.

Me encontraba entonces frente a un estante, decidiendo qué cocoa era mejor, si sellada en lata o en bolsa... ¿Debería mejor conseguirla en el pueblo? Seguía decidiendo aquello aún cuando NamJoon apareció del pasillo contiguo y su carita de niño se asombró cuando extendí mi par de cocoas en su dirección.

— ¿Bolsa o lata? — le pregunto sin más, luego noto sus sopas instantáneas —... Nam, son demasiadas.

— ¿Qué hay con la bolsa o lata? — dice en cambio.

Le observo tirar todas ellas dentro del carrito como si yo fuese a dejarlo comprar tantas y luego agito impaciente mis cocoas para captar su atención.

— No sé cuál llevar.

Pestañea — ¿Por qué no en frasco?

— ¿Frasco? — repito confundida — Ummm... no lo había pensado.

Se sonríe, estirando su brazo hasta el último lugar del estante para alcanzar un frasco de cocoa y lo pone en el carro.

— Asunto resuelto.

— ¿Qué? No, no funciona así — se ríe —. Además, ni creas que dejaré que lleves todas esas sopas, compra comida de verdad.

— No debo meterme en una cocina por el bien de la humanidad — comenta husmeando mis compras — ... ¿Chispas de chocolate? — levanta la bolsa hacia mí.

— Si tanto te preocupaba el bienestar de la humanidad — le quito mis chispas —, no hubieras salido de Corea.

Coloco la bolsa nuevamente dentro del carrito y luego lo empujo suavemente para avanzar, a sabiendas que él me está viendo incrédulo, aunque divertido también y yo pretendo que no me doy cuenta, buscando entre los productos formados la harina o un poco de polvo para hornear.

— ¿Soy un peligro para la humanidad? — insiste yendo tras de mí — ¿Lo dices por la llave?

El recuerdo me hace reír — No, lo digo porque tú — lo pienso mejor —... Porque sí.

— ¿Porque sí...? — dice mientras yo encuentro la harina — Exijo una explicación coherente.

Hago como que no lo escucho, siguiendo despreocupada mi andar, luego encuentro el polvo que llevaba buscando desde hacía tres pasillos atrás, mientras él continuaba echando chucherías que yo sacaba del carro cuando él se giraba en otra dirección, por lo menos hasta que me vio en medio del acto y no tuve más opción que empujar rápidamente mi carrito para evitar ser reprendida. Corrí al final del pasillo, deteniéndome en la vuelta que daba al contiguo sólo para mirarle directamente.

— Eres un peligro por ser demasiado guapo para el resto del mundo — finjo susurrar.

Salgo volando hacia el pasillo continuo, riendo como una tonta, al tiempo que me encarrero por lo largo de los estantes directo al corredor frontal sólo que de pronto él me sorprende, apareciendo de frente para detener el carrito y yo dejo salir un ligero grito de sorpresa para inmediatamente morir de risa; entre tanto me atrapa por la espalda, sujetando mis muñecas e intento liberarme pero más bien sigo riéndome hasta que me abraza del torso y siento su mejilla pegada a la mía.

Illegal ♡ NamJoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora