Capitulo 5

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Decir -Estoy decidido- era poco. Es un sentimiento que va más allá; de solo decirlo o pensarlo. Por alguna razón nuestro cerebro se pone en nuestra contra cuando algo se nos mete en la cabeza y empezamos a pensar y pensar. A formular historias, diálogos, también el que pasa si hago esto o si digo esto... Es una maldita conspiración que únicamente puedes deshacerte de ella cuando ya hayas terminado de hacer o decir todo.

De esa manera se sentía Rubén, no encontraba otra palabra que no fuera -decidido- no había dejado de pensar en el pelinegro toda la noche, y eso le jodía porque quería dormir para dejar de pensar, cerraba los ojos y solo veía a Miguel desnudo y con su bata de doctor.

Jodida mierda.

Estaba terminando de acomodar su cabello cuando Violetta entra a su habitación con su bolso en mano.

"Rub. ¿Quieres acompañarme al supermercado" Este quita la mirada del espejo y sonríe al notar el éxito, se veía de puta madre. "Oh... ¿También saldrás?"

"Emm, si." Piensa Rubén, piensa... "Ayer por la tarde conocí a un chico llamado Guillermo y quedamos en vernos en el parque"

Está sonríe "¿Guillermo?" El castaño asiente medio confundido sin entender los gestos que la ex ama de llaves le da "¿Es un alfa?" Alzó una ceja moviéndola de arriba y abajo.

¿Qué?

"No, es un chico omega que vive como a cinco calles de aquí" dice con una mueca y su cara echa un tomate. ¡Qué vergüenza!

"Bien" Dice sin creerle mucho al castaño "Supongo que no tardaré, cuídate por favor."

Asiente con una sonrisa y ambos se encaminan a la puerta principal. El frío de Madrid no disminuía nunca, siempre sentía como el aire se colaba por su ropa haciendo que su piel se ericé siempre era así aunque llevará pantalones, vans y dos suéteres encima, se congelaba.

Se despidieron con un leve abrazo y cada quien camino en la dirección contraria. Está ansioso, nervioso. Por momentos se le olvidaba lo que iba a decir. Era todo un caso. Solo esperaba que Guillermo tuviese razón.

Emprendió camino mientras aparecía algún taxi que lo llevará.

Al ver el edificio palideció, pensó que en cualquier momento vomitaría o se desmayaría ahí mismo y el taxista tendría que sacarlo inconsciente.

Le pagó al taxista y se bajo temblando llamando la atención de un par de personas que pasaban por ahí.

El taxista que era un beta desprendía un aroma a hojas secas; solamente se rió por su situación y le dijo "Puedo oler tus nervios, tranquilo"

Le dio una sonrisa y partió.

Camino por el hospital y visualizo nuevamente a la chica pelinegra -Isabel- si, seguía siendo tan hermosa de como la recordaba.

Se acercá a ella sintiendo por primera vez su aroma, duraznos frescos.

"Hola" Sonrió sacando a la chica de los papeles que la tenían tan concentrada.

"Hola." Le sonrió "¿Tiene cita?"

Este negó antes de contestar "No tengo, pero me gustaría poder ver al Doctor Rogel" Dijo sin titubeos. Vaya, el ensayar había funcionado.

"Bien" Bajo la mirada nuevamente en el ordenador y en segundos volvió a mirarlo. "Se encuentra en consulta, pero al terminar su enfermera vendrá, tiene un espacio de quince minutos en lo que llega su siguiente paciente"

¿Quince minutos? Mmmm...

"Gracias, esperaré" Y con eso se encaminó a los mismos sillones en los que se sentó la primera vez que estuvo ahí.

Fértil - Rubelangel - AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora