Capitulo 25

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Las cosas para Rubén no estaban de lo mejor. Ya contaba con siete meses de embarazo y ya estaba a punto de explotar -según él-

Habían planeado una cena para que todos pudieran conocer su nuevo hogar. Con la llegada de los bebés el departamento ya no era la mejor opción. Así que no dudaron en comprar una casa espaciosa. Cuando todo estaba en orden invitaron a Jorge, Erika, Isabel, Violetta, Guillermo y Samuel para poder conocerla amueblada.

Rubén ya no tenía demasiada movilidad. Ya tenía dolores algo molestos en su espalda pero no podía quejarse. Todo se le olvidaba cada vez que sentía a sus hermosos bebés y cuando la mudanza se llevó a cabo Erika viajó para ayudarles y bueno también tenía a Violetta, Guillermo y Samuel subiendo y bajando cajas que el castaño no podía mover.

Sus bebés estaban grandes y fuertes. Su alfa estaba fascinado con todo él movimientos de sus pequeños, Miguel lo disfrutaba mientras Rubén sufría con cada golpe en sus costillas.

Durante la mañana la parejita estaba tranquila, todo cambiaba a partir de las seis de la tarde es como si se armara una fiesta dentro y no dejarán de bailar toda la noche. Ya no acostumbraba a dormir mucho desde que cumplió los cinco meses de gestación había dejado de hacerlo tranquilamente.

Comía en exceso. Sus bebés parecían pequeños relojes levantándolo a ciertas horas así sea muy tarde o muy temprano para comer lo primero que veía en el refrigerador. Por su salud mental le había pedido a Miguel no saber cuántos kilos había aumentado. No tenía idea pero no quería saberlo. Era mejor así para él y claro que para el pelinegro también.

Isabel se había ofrecido ayudar al pelinegro para preparar la cena mientras que el castaño tomaba una siesta. Dormía mucho más, se quedaba dormido en cualquier lado y eso no le preocupaba a Miguel sabía que era normal solo les daba cierta gracias ver al castaño cabecear a cada rato.

Se habían dispuesto a cocinar una crema de papa y poro. Un filete con salsa de champiñones y ensalada caprese. Y bueno de postre un tiramisu; gracias a que Rubén lo soñó la noche anterior y quería comerlo.

Todo ya estaba listo y en orden. Isabel se había ido duchado en una de las dos habitaciones disponibles y Miguel a la habitación principal donde estaba su omega.

Su casa estaba en las afueras de la ciudad. Tenía cinco habitaciones, ellos ya ocupaban tres y se quedaban dos para cualquier invitado. Tenía un jardín muy hermoso, lleno de frondosos rosales.

Todas las habitaciones como la sala, cocina, comedor y demás eran muy espaciosas. A Rubén le encantaba.

"Hola" Habló frotándose un ojo para quitar el sueño. Se recargó en el umbral de la puerta del vestidor viendo cómo Miguel estaba terminando de vestirse.

"Hola amor" Le sonrío el pelinegro terminando de abotonar su camisa floreada. "¿Dormiste bien?" Se acercó a su amado y le dio un beso en los labios para después arrodillarse y besar su redonda barriga. "Hola mis amores"

Rubén no podía no sonrojarse nada vez que Miguel hacia algo así. "Si todo bien. Pero estos bebés acabaran conmigo" Dijo acariciando su vientre.

"Solo dos meses amor" el pelinegro lo abrazo con cuidado. "Y todo está listo para sus llegadas"

El castaño asintió. "Si." Sonrío. "Ya los quiero tener entre mis brazos"

"Pronto mi amor"

El timbre se escuchó por toda la casa. El pelinegro termino de poner sus botas y camino junto a su alfa a abrir la puerta.

Al abrirla Guillermo y Samuel aparecieron. Tenían una caja de panes  rellenos con dulce de leche. Al castaño le fascinaban.

"¡Hola!" Saludos amablemente Miguel. Tomó la caja con los panes que le dio Samuel y se hizo a un lado para que puedan pasar. "Pasen chicos"

Fértil - Rubelangel - AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora