Deane estaba insoportable.
Es decir... más que de costumbre, que era todo un logro.
A Alice le dio la sensación de que estaba más centrada en ella que en los demás, como siempre. Odiaba la presión a la que la sometía. Y odiaba más el hecho de que solo fuera contra ella. ¿Es que le había hecho algo malo a esa mujer para que la tratara tan mal?
Tenía alumnos —entre ellos Kenneth, por supuesto— a los que adulaba cada cinco minutos, otros a los que directamente ignoraba —como Davy, Tom y Shana— y, después... estaba la pobre Alice, sola en la última categoría, la de los odiados.
Lo peor no era solo que estuviera todo el tiempo criticando lo que hacía —que también— , sino que, con la presión, Alice hacía las cosas todavía peor.
Como en ese momento, en el que estaba subiendo la red del circuito tan rápido como podía, rasgándose las palmas de las manos y tratando de ignorar el dolor. Deane se puso a gritarle tanto que Alice terminó resbalando y su tobillo se quedó enredado en la red, haciendo que se quedara colgada boca abajo.
Sí, echaba de menos las clases de Rhett.
Cerró los ojos un momento, tratando de no ponerse a gritar, especialmente cuando escuchó risitas a su alrededor.
Maldita Deane.
Intentó estirarse hacia arriba para deshacerse el tobillo, pero era incapaz de llegar a alcanzarlo. Volvió a intentarlo. Era inútil. No llegaba. Las risas aumentaron.
Le entraron ganas de llorar de rabia. ¡Ni siquiera sabía que se podía llorar de rabia!
—¿Piensas quedarte ahí colgada todo el día? —preguntó Deane con una pequeña sonrisa.
—No puedo deshacerlo —admitió.
—Claro que no puedes —Deane se acercó a ella con una pequeña sonrisa condescendiente—. Por mucho que entrenes, nunca estarás al nivel de los demás. Por mí, puedes quedarte ahí colgando el resto del día.
Oh, era una... Alice cerró un momento los ojos cuando Deane se giró hacia sus compañeros y siguió con la clase como si Alice no estuviera ahí colgando.
Vale, su plan inicial había sido esperar que alguien tuviera piedad y la rescatara, pero estaba claro que nadie iba a hacerlo... así que tocaba rescatarse a sí misma.
Bajó la mirada a su pie enredado. Empezaba a doler y la sangre le estaba subiendo al cerebro. Respiró hondo y se estiró hacia arriba conteniendo la respiración. Su mano rozó la cuerda, pero volvió a caer, ganándose un fuerte tirón que reverberó en su pierna entera. Dolió bastante.
De todas formas, volvió a intentarlo. Y, esta vez, en lugar de impulsarse solo con el torso, también lo hizo con la pierna. Su mano alcanzó la cuerda y soltó todo el aire que estaba conteniendo, aliviada, mirando a su alrededor en busca de un poco de ánimo.
Pero, claro, nadie le prestaba atención. Solo prestaban atención cuando las cosas le iban mal.
Dio un tirón a la cuerda para liberar su tobillo dolorido. Un segundo más tarde, estaba cayendo directamente hacia el barro, donde aterrizó algo desgarbadamente, salpicando a sus compañeros y provocando más risas. Se puso de pie lentamente, acariciándose la espalda entumecida y notando el tobillo todavía dolorido mientras volvía a su lugar.
—Buen trabajo —le dijo Deane a una chica que acababa de terminar el recorrido y que había esquivado a Alice en la red, como si no existiera.
En cuanto se dio cuenta de que Alice pasaba por su lado, la miró de arriba a abajo y sonrió.
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Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)
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