Capítulo 12

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Estaban todos reunidos en el despacho de Max. Alice tenía la mirada clavada en la mesa. Los demás, hablaban sin parar. Los únicos sentados eran ella y Max, que intentaba escuchar a todo el mundo hablando, pero era imposible y se estaba empezando a frustrar.

—¿Podéis hablar de uno en uno? —preguntó, irritado.

—No podemos entregarlos así como así —dijo Rhett—. No son armas, joder. Son personas.

—Bueno, personas... —Charles sonrió—. Técnicamente, una no lo es.

—¿Y se pude saber qué hace ese aquí? —preguntó Rhett a Max, sin mirarlo.

—Decidir si tu novia vive o muere, claramente —sonrió Charles.

Alice vio que Rhett clavaba una mano en la mesa, mirándolo fijamente.

—Vuelve a hacer una broma de esas y te aseguro que no volverás a hacer otra.

—Ya vale —interrumpió Tina, intentando calmar la situación.

Rhett quitó la mano de la mesa y volvió a girarse hacia Max.

Charles apartó una de las sillas y se sentó justo delante de Alice, apoyándose despreocupadamente en el respaldo de ella. Tina se paseaba, nerviosa, por la habitación. Rhett miraba fijamente a Max, como si esperara que hiciera algo. Trisha estaba apoyada en la pared. Davy, como representante de los de tecnología, estaba sentándose también en la mesa, ajustándose las gafas.

—Tenemos una semana para decidirlo —replicó Max, que era el único que había conseguido mantener la calma—. No hace falta que lo discutamos esta noche. Todos estamos cansados y...

—¿Y te crees de verdad que esos no entrarán aquí en una semana? —preguntó Trisha, mirando por la ventana, donde se veía al grupo de la Unión y del padre John acampando fuera de los muros de la zona.

—Nos han dado su palabra —replicó Max.

—La palabra de alguien que nos ha amenazado de muerte —Trisha negó con la cabeza.

—No hay nada que pensar —interrumpió Rhett—. ¿De verdad lo estáis pensando?

Hubo un momento de silencio absoluto. Todo el mundo miró cualquier cosa que no fuera Alice.

—¿Cuánto tiempo hace que nos cubrimos las espaldas? —preguntó él, frunciendo el ceño—. ¿Habrá sido todo para entregarlos a la primera de cambio?

—No es tan fácil —le dijo Trisha.

—Yo creo que sí lo es.

—Rhett —Max lo miró—. Esto va a ser una decisión conjunta.

—¿Por quién?

—Por los nuevos guardianes de la ciudad —dijo Max lentamente.

Todos se giraron hacia él al instante. Él ni siquiera parpadeó.

—Yo, como alcalde. Tina, representando a la sección de enfermería. Tú, Rhett, representando a la tiro. Trisha representando a la de lucha. Y Davy a la de tecnología —hizo una pausa—. Y Alice... que es tema que vamos a discutir.

Ella siguió sin decir nada. No lo había hecho desde que había dejado de hablar con su padre. Estaba mirando fijamente la mesa, en completo silencio. Max le dedicó una ojeada antes de girarse hacia los demás.

—No es una decisión fácil de tomar —dijo—. Hay muchas vidas en juego. Vidas de personas que todos conocemos.

—Es una decisión fácil de tomar, Max —dijo Trisha—. Pero es difícil llevarla a cabo.

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora