Capítulo 41

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Recordad que todavía queda el epílogo por subir :D

Alice ni siquiera recordaba tener la pistola en la mano, pero de pronto sintió que resbalaba entre sus dedos y chocaba contra el suelo, rompiendo el denso silencio que se había formado en la pequeña celda.

Rhett estaba delante de ella. Sin ser una simulación. Ni un sueño. Estaba realmente delante de ella. Estuvo a punto de pellizcarse a sí misma para asegurarse, pero una parte de Alice ya lo sabía. Era él. Él de verdad.

Pero...

Sintió que la inmediata esperanza que había sentido al verlo empezaba a desvanecerse lentamente. Tragó saliva cuando vio la extraña expresión en los ojos de Rhett.

La última vez que ella había estado ahí, en una celda, le habían borrado todos los recuerdos de la ciudad. Y Rhett era un androide —según Giulia, al menos—, por lo que era posible que le hubiera sucedido lo mismo. 

Entonces, ¿no la estaba reconociendo? Alice sintió que una nube de terror se instalaba en su cerebro. No. Tenía que reconocerla. No había llegado tan lejos como para no...

Detuvo el hilo de sus pensamientos cuando Rhett soltó un suspiro y apartó la mirada. Ella tensó cada músculo de su cuerpo, incapaz de hablar. Así que lo hizo él, sin mirarla.

—Cuando he empezado a escuchar disparos algo me ha dicho que tendrías algo que ver —masculló, poniendo los ojos en blanco.

Alice dudó antes de dar un paso hacia delante. Le temblaban las manos.

—¿Sabes... sabes quién soy?

Rhett se giró hacia ella con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—¿Sabes quién soy? —insistió—. ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas de... de algo relacionado conmigo?

Rhett mantuvo los ojos clavados en ella por lo que pareció una eternidad. Su expresión fue más confusa a cada segundo que pasaba.

—¿Te han disparado y se te ha ido la cabeza o qué? —preguntó finalmente, extrañado.

—¿E-eso es un sí?

—Claro que es un sí. ¿Por qué no debería acordarme?

Alice soltó un suspiro con tanto alivio que casi cayó de rodillas al suelo. Parte de la angustia que había estado soportando esos días se aliviaba. Aunque fuera solo por un rato. Estaba a punto de llorar.

—Entonces, ¿qué? —Rhett se cruzó de brazos—. ¿Los disparos tienen que ver contigo o no?

Ella se olvidó de la situación por un momento y también le frunció el ceño.

—Pues claro que tienen que ver conmigo, ¿o te crees que el pasatiempo más popular por aquí es pegarse un tiro en el estómago?

—Pero ¿tú te has vuelto loca? ¿Has venido aquí solo por... por rescatar a esos androides?

—¿Los andr...? ¡Había venido por ti, imbécil!

—¡Ni siquiera sabías que estaba vivo, Alice! ¿Cómo demonios se te ha ocurrido presentarte aquí?

—¡Pues mira, creía que estabas muerto, sí! ¡Y, si no podía hacer nada al respecto, iba a matar a Giulia, a John y a todos los que lo habían provocado!

—Madre mía, ¿cuándo te has vuelto tan vengativa? La última vez que lo comprobé eras una dulce e inocente androide.

—Oh, ¿y qué harías tú si yo me hiciera la heroína del día encerrándome en un maldito edificio lleno de enemigos y empujándote fuera, Rhett? ¿Te quedarías de brazos cruzados? ¡Lo dudo mucho!

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora