Capítulo 22

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Maratón 2/3

Durante un momento, nadie se movió. 

Entonces, Rhett, Trisha y Jake aparecieron de la nada por el otro pasillo. Los tres se quedaron helados al ver la misma escena que Max y Alice.

—Mierda —masculló Rhett.

Pareció que nadie sabía qué hacer durante unos momentos. Max fue el primero en reaccionar.

—Llevadla al hospital —dijo, acercándose—. ¿Puedes andar?

Eve negó con la cabeza. Le temblaban las rodillas y parecía que estaba a punto de llorar.

—Rhett —Max lo miró.

Rhett se apresuró a acercarse y sostener en brazos a Eve, que estaba pálida.

—Id al hospital —les dijo—. Voy a por Tina. Jake, encárgate de que todo vaya bien hasta entonces.

Todos se apresuraron a bajar mientras Alice y Trisha cubrían las espaldas a los chicos. El pasillo estaba desierto cuando Rhett abrió de una patada y dejó a Eve en una de las camillas. Jake estaba a su lado. Parecía aterrado. Todos lo estaban.

Entonces, Trisha gritó algo y Alice vio que se escondía tras la puerta, asomándose al pasillo. Escucharon disparos. Lo que les faltaba.

—¡Duele! —les dijo Eve—. ¡Duele mucho!

—Esto no puede estar pasando —murmuró Alice, sin saber qué hacer.

—¡Duele mucho! —repitió ella, llorando.

—¡Mierda! —escuchó Alice gritar a Trisha.

Vio que ella intentaba recargar con una mano tan rápido como podía, pero era imposible que fuera suficiente. Sin pensarlo, agarró el fusil y se colocó a su lado, disparando también a los que había al otro lado del pasillo.

El pobre Rhett se había quedado solo con Eve y Jake a unos metros.

—¿Qué hago? —preguntó, desesperado.

—Está de parto —le dijo Jake, mirándolo.

—¡Gracias por la información, Jake, pero ya sé perfectamente que está de parto!

 —¡Perdón! Es que... tiene que... calmarse. Hasta... que venga Tina. Ella sabrá que hacer.

—¿Y tú qué demonios sabes de embarazos? —preguntó Rhett, mirándolo.

—¡Leí un libro! ¿Vale?

Rhett parecía muy tenso mientras Alice y Trisha seguían disparando en el pasillo.

Eve volvió a retorcerse de dolor.

—¿¡Qué demonios hago!? —gritó Rhett.

—¡Cálmala! —le gritó Trisha sin mirarlo.

—¿¡CÓMO QUIERES QUE CALME A ALGUIEN SI NI YO MISMO ESTOY CALMADO!?

—¡Sábanas limpias! —gritó Jake.

Alice puso una mueca cuando intentó mirarlos y estuvieron a punto de darle. Apuntó bien y consiguió acercar a uno de ellos, pero seguían quedando cuatro. Volvió a esconderse.

Vio, de reojo, que Rhett arrancaba las sábanas de otra cama y las pasaba a Jake. Él las dejó a un lado, temblando. Eve echó la cabeza hacia atrás y gritó de dolor.

—¡Está teniendo contracciones! —gritó Jake—. ¡Yo... lo leí...! ¡No sé dónde! ¡Pero sé que tienen que ser cada dos minutos para que...!

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora