Capítulo 2

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Un fuerte olor se colaba por sus fosas nasales haciendo que se removiera inquieto, llevo su mano al frente empujando sea lo que sea que le molestaba para respirar.

–Basta señor, es hora de que despierte –Daesung intentaba haciendo entrar en razón poniendo algodón sobre su nariz. Ji Yong abrió sus ojos tratando de enfocar algo.

–Aah –arrugo el ceño incorporándose en la cama para quedar sentado. – ¿qué paso? –se llevó la mano a la cabeza tratando de aminorar el dolor.

–Se desmayó señor –el joven guardaespaldas dejo el alcohol a un lado tomando asiento en una silla que se encontraba a un costado de la cama.

–Entiendo... ¿y cómo... cómo es que llegue aquí? –

–El señor Seung lo trajo para que descansara –el castaño se levantó caminando hacia una mesa, tomo la charola que se encontraba sobre esta para llevarla hacia el rubio. –Le han traído la cena, por favor coma – Ji Yong negó mirando la comida con cierto desdén.

–No tengo hambre –

–Más te vale que te comas todo –siseo Seung recargando sobre el marco de la puerta, su tono de voz era de molestia total –Daesung puedes retirarte –el muchacho asintió, se levantó hizo una suave reverencia y salió de la habitación dejándolos solos.

Ji Yong se encogió sobre su lugar, el ambiente se había puesto pesado desde que el pelinegro ingreso a la habitación. – ¿Qué esperas? –pregunto molesto el azabache mirando como el menor se negaba a probar bocado.

–Ya dije que no tengo hambre –contesto fastidiado el rubio, tenía la intención de levantarse y salir de ahí pero el fuerte agarre de Seung en su brazo se lo impidió.

–Vas a comer quieras o no –lo sentó sobre el borde de la cama, tomo la descartada charola de alimentos y agarrando los palillos procediendo a alimentarlo por su propia cuenta.

–No soy un niño –hizo un puchero Ji.

–Lo pareces, berrinchudo y terco, ahora di aah –la situación era graciosa en parte, uno de los más poderosos y sádicos jefes del mafia estaba alimentando a su adorable y gruñón esposo, tal para cual.

Ji se hacia el difícil y Seung Hyun tenía una extraña paciencia para aguantar sus desplantes.

Después de que Ji Yong a la fuerza se comiera toda la cena se levantó molesto.

–Te dije que no tenía hambre –gruño mirando a Seung Hyun, el contrario seguía sentado sobre el borde del colchón mirándolo divertido.

–Ji Yong, esto no se va a repetir –el azabache cambio su semblante a uno demasiado serio –Quizás seas mi esposo pero no tengo porque estar soportando tus berrinches, creo que tenemos que hablar acerca de lo que sí y no podrás hacer –el menor frunció el ceño, no le estaba gustando en lo absoluto el rumbo que estaba tomando la conversación –Nos hemos casado por bienes mancomunados, lo que quiere decir que la mitad de mis propiedades es tuyo... –explico Seung levantándose para comenzar a caminar por la habitación, dejando una distancia prudente entre el rubio y él. –Y todo lo tuyo es mío aunque no tengas ni donde caerte muerto –ladeo la boca viendo como Ji Yong apretaba la mandíbula –tienes el deber como esposo de cumplir todo lo que yo te ordene, tu obedecerás y no podrás hacer objeción alguna –poso sus obscuros ojos en los de su esposo –mis asuntos son mis asuntos, tu no preguntaras, tu no dirás nada a menos que yo te lo autorice si no es así es mejor que te quedes callado, Ji Yong te lo estoy advirtiendo... además que ahora te referirás a ti mismo como Choi Ji Yong, por si lo olvidaste eres de mi propiedad y deberás sonar feliz cuando lo digas... ahora... continuando con esto aquí viene la mejor parte para ti, tendrás la libertad de salir y entrar del país cuando gustes y cuando YO te lo autorice, podrás comprar lo que quieras Young Bae te dará una tarjeta con crédito ilimitado –puntualizo –y por supuesto me tendrás a mí a tu disposición –se acercó a paso lento a Ji Yong quien por inercia se hizo hacia atrás quedado recargado sobre la pared mientras Seung lo acorralaba –te daré lo que desees, todo lo que imagines... a cambio solo tendrás que serme totalmente fiel y amarme sinceramente –coloco sus brazos a un lado de su cabeza mientras el rubio solo ladeaba la cara para no fijarse en esos profundos ojos.

–Nunca... yo no pedí esto ¡Nunca lo pedí! ¡Me niego! –Ji Yong levanto la cara frunciendo el ceño, dejándole ver a Seung Hyun su cara de molestia y dolor –Yo no quería esto –apretó la boca mirándolo con odio – ¡Nunca podría amarte! –grito empujándolo para buscar la manera de huir pero fue imposible el cuerpo del mayor no se movió si quiera un poco Seung Hyun le tomo los brazos impidiendo que se moviera un poco.

–Ji Yong –dejo que su nombre se deslizara por sus labios con suavidad –es mejor que cooperes, será más fácil para ambos... te daré todo pero a cambio tendrás que aceptas y acatar las condiciones –pego su boca a la oreja del rubio haciendo que se removiera inquieto.

–De... déjame –se alejó del más alto lanzándole una mirada asesina. Seung Hyun soltó sus brazos.

–Veo que ya estas mejor, es hora de bajar a la fiesta, muévete. Pon una carita preciosa y sonríe, es nuestra boda –salió de la habitación dejando a Ji echando chispas.

–Aah lo odio... ¡TE ODIO! –grito vuelto loco.

Ya recuperado se la pasó toda la fiesta del brazo de Seung Hyun, tuvo que fingir que se encontraba feliz de la vida mientras bailaba junto con su ahora esposo. Era toda una maldita mentira.

La recepción termino pasadas las 3 de la mañana, viéndolo objetivamente había sido una ceremonia hermosa pero para él era lo más fatal que pudiese existir.

–Descansa, mañana partimos a Jejú –Ji Yong miro a Seung Hyun sin poder creerlo –no pienses que te atacare mientras duermes... por hoy estas a salvo –cerro la puerta de la habitación dejando al rubio en completa soledad.

–Hoy... solo hoy –Ji Yong se dejó caer en el colchón tratando de evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. Su libertad se había acabado.

No podría enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora