EPÍLOGO

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MIA

"Se que te gustan las cursilerías, que mereces que te pida esto de una forma más elaborada, pero necesito decirte esto ya, Bella" el acarició su mejilla mientras la miraba a los ojos. El tacto de su piel desnuda con todo su cuerpo sólo podía hacerlo amarla más, y el hecho de que recién hayan terminado de hacer el amor intensificaba las cosas. "Necesito decirte que te amo. Créeme que cuando lo digo, es por que lo siento. Y que detrás de esas palabras, hay muchas cosas.
Me gustaría poder hacer que entres en mi cabeza para que por un segundo sientas lo bien que se siente amarte. Pero mientras sigo descubriendo cómo hacer eso –rió– quiero tenerte a mi lado.
Bella, dame toda la vida para hacerte sentir lo que yo siento por ti. Dame toda la vida y te prometo que descubriré la manera de expresarte todo lo que me generas"










 Dame toda la vida y te prometo que descubriré la manera de expresarte todo lo que me generas"

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PLAYA DES CATALANS, MARCELLA, FRANCIA.



—MITCH, MIA VA A COMPRENDER —Isabella apoyó suavemente una mano sobre su hombro y lo miró con preocupación —Sólo dímelo y echaré todo para atrás. Podemos ir a otro lado, podemos conocer París o lo que tú quieras. Estoy segura de que a Mia le va a encantar igual.

—No, Bella —respondió él —Ella quiere conocer el mar y yo no voy a negárselo.

¿Habría algo en este mundo que él le negaría? Capricho que su pequeña princesa tenía, capricho que se desesperaba por cumplir. Y esta no iba a ser la excepción.

Irene no había tenido mejor idea que contarle a Mia una historia sobre sirenas que le había fascinado tanto, que moría por conocer el mar.

Y aquí estamos.

Mitch no había vuelto a la playa desde la muerte de Katrina. Siempre que la pudo evitar, lo hizo. Sus vacaciones solían ser en el bosque o la montaña. El ruido del mar le traía recuerdos espantosos, pero eso no era lo que más lo intimidaba: temía que algo así vuelva a pasar con las dos personas más importantes en su vida. Con la base y la causa de su felicidad.

Esta vez que no lo soportaría.

Isabella sonrió con pesar y acarició su mejilla —Algún día, cuando lo entienda, no te das una idea de cuanto te lo agradecerá.

Mitch sonrió y tomó su mano.

—¡Princesa, ya nos vamos! —gritó y la niña de seis años vino corriendo por la habitación del hotel a su encuentro. La tomó en sus brazos en cuando llego a él y plantó un beso en su frente mientras Mia sonreía con felicidad y lo miraba llena de amor.

NEVER LET IT GET PERSONAL,    mitch rapp.   ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora