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DOS LÍNEAS

EL TIEMPO SE HABÍA ACABADO

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EL TIEMPO SE HABÍA ACABADO. Isabella debió volver a Estados Unidos luego de seis meses con su familia en Italia.

La CIA había sido generosa. Irene le explicó que normalmente se daban, como mucho, 2 meses de licencia a los reclutas, pero Mitch había conseguido más. Aún así, él seguía firme ante la postura de que no dejaría que Isabella trabaje como asesina.

Había tres cosas en particular que le quitaban el sueño, dos de ellas eran buenas:

Una era que prefería hacer el amor con Bella antes que dormir, y cada vez que sus cuerpos tocaban una cama, era muy difícil que no terminen desnudos y jadeando.

Otra, era que ahora que sabía qué hacer para evitar que trabaje para la CIA, sólo le faltaba tomar coraje y encarar a Irene.

Y la última era tan buena que Mitch pasaba horas y horas tratando de procesar la idea, acariciando la espalda desnuda de la mujer que amaba mientras ella dormía.

Tocó la puerta de la oficina de Irene y escuchó un suave "adelante". La mujer sonrió al verlo. Al su lado se encontraba su jefe, el Director Stansfield, uno de los peces gordos de la CIA.

—Rapp, nunca me voy a cansar de decir que eres mi mejor soldado —Stansfield golpeó su hombro en forma de saludo, Mitch asintió cordialmente —¿Qué se te ofrece? ¿Por qué convocaste esta reunión?

Él no perdió ni un segundo —Vengo a negociar —dijo tomando asiento frente a los dos.

Irene suspiró y se puso seria, sabiendo de que hablaría.

—Mitch, ya no hay más nada que podamos hacer. Isabella ya es parte de la CIA y en caso de querer retirarse o renunciar, los cargos volverían a ella o incluso la organización podría comenzar acciones legales. Lamento ser yo quien tiene que comunicártelo y no poder hacer nada al respecto, lo cierto es que me gustaría poder ayudar.

—Rapp —comenzó Stansfield —Comprendemos que estás preocupado por la señorita Giovanni pero haremos todo lo posible para mantenerla a salvo. Está bajo buenas manos.

Mitch rió con amargura. Stansfield le hablaba como si quisiera venderle una realidad que él, después de más de cuatro años en la CIA, jamás había conocido. Él jamás había estado a salvo ni se había sentido protegido por la organización. Las únicas dos personas que realmente lo habían protegido habían sido Irene y Stan.

—Director, no se si está comprendiendo el punto aquí —Mitch se recostó sobre su asiento con la clásica arrogancia que llevaba cuando desafiaba a alguien —Isabella Giovanni no será parte de la CIA —afirmó —¿Sabe usted por qué? —preguntó e hizo una pausa para intensificar sus palabras —Porque perderá a su mejor soldado.

NEVER LET IT GET PERSONAL,    mitch rapp.   ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora