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CARTAS A ISABELLA

—¡NO ME SUBESTIMES, Rapp!

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—¡NO ME SUBESTIMES, Rapp!

    Mitch trastabilló al no esperarse el fuerte empujón que recibió en el pecho.

—No te estoy subestimando, Isabella.

—¡Claro que sí! —respondió —¡Has estado haciéndolo por semanas! ¿Crees que no soy capaz de hacer esto, cierto?

    Mitch suspiró —Claro que eres capaz.

    Bella acortó toda la distancia entre ellos, teniendo que mirar para arriba para encontrar sus ojos. Sin embargo, nada podía intimidarla en ese momento, y sus palabras salieron con fuerza y determinación.

    —Entonces entréname. De verdad. O empezaré a hacerlo yo sola.

    Mitch quería golpearse a sí mismo, quería golpear a Stan, quería golpear a Rich hasta desfigurarlo. Luego de lo ocurrido ayer, Bella no tenía más lágrimas para soltar. No lloraba más. Solo temblaba inmóvil mientras la furia crecía dentro de ella.

    Por la noche habían discutido. Bella soltó todo el enojo que había estado conteniendo con él a lo largo del día, diciéndole miles de cosas que Mitch no se tomó de forma personal porque comprendía su estado de shock. La dejó hablar, gritar y descargarse, ignorando sus palabras y concentrándose en sus facciones.

    Stan tenía razón: le había dado motivación. Ahora quería entrenar, acabar con estos tipos. Quería ser como Mitch, a quien le había temido desde el primer día.

    Él sabía que estaba mal, y que eventualmente Isabella se arrepentiría, por lo que le dijo y le aseguró que no la entrenaría, lo cual sólo logró enojarla más.

    Y sin embargo a pesar de sus palabras estaba allí, cediendo ante ella.

    Haber metido a alguien de buen corazón en un mundo como el de él es algo que nunca se perdonaría.

    —¡Entréname! —volvió a gritar empujándolo nuevamente.

    Mitch la miró inexpresivo unos segundos, notando sus ojeras. Ninguno de los dos había dormido en la noche, pero esta vez no vio conveniente acercarse a ella para que duerma, realmente estaba enojada por la discusión que habían mantenido. Una nueva idea apareció en su mente y decidió que no tenía nada que perder. Tomó sus muñecas y con un movimiento rápido la tiro al piso.

    —Te falta equilibrio. ¿Quieres que te entrene de verdad? Bien. Te arrepentirás —le advirtió y le extendió la mano para ayudarla a levantarse. A penas se puso en pie otra vez, Mitch la tiró nuevamente.

    Perdió la cuenta de cuántas veces Mitch la arrojó al suelo cuando intentaba atacarlo o cuando se distraía. Él le marcó tantos errores que la abrumó y la hizo correr tanto que creyó que iba a desmayarse. Luego de casi dos horas de entrenamiento intensivo, Mitch decidió probar suerte. Lo que estaba por hacer podía salirle muy bien o terriblemente mal, pero era su última opción. Sacó su arma esperando que Bella se intimide ante el objeto y abandone toda esta locura. Se la ofreció analizando su reacción.

NEVER LET IT GET PERSONAL,    mitch rapp.   ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora