3

4.9K 610 177
                                    

▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

EL TESTIGO

MITCH APOYÓ delicadamente al felino sobre el escritorio de Irene

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





MITCH APOYÓ delicadamente al felino sobre el escritorio de Irene. La mujer de tez morena alzó una ceja.

    —Los pedidos de tu testigo favorita —gruñó él.

Su jefa soltó una sonora carcajada. La imagen de un tipo tan frío como Rapp tratando a un animalito con tanta delicadeza le causaba gracia.

—Acabo de volver con mi equipo de lo que quedó de su edificio. El lugar entero voló en pedazos, no quedó nada en pie.

El odio crecía y crecía en su interior. Acababa de volver de ver a decenas de familias y viviendas destrozadas por John Rich y Mitch estaba cada vez más seguro de que quería ser la persona que le ponga el punto final a su vida. La CIA había estado intentando terminar con él desde hace varios años, pero por alguna o por otra razón, siempre se les terminaba escapando de las manos. Mitch no había sido parte del caso hasta este momento, ya que en el pasado había desobedecido unas cuantas órdenes e Irene decidió castigarlo dejándolo fuera de la investigación, sabiendo que nada podría molestarle más a su agente que la impotencia de no poder hacer lo que quería.

Pero esta vez, con él siendo parte de la misión, John Rich iba a morir.

—Uno de mis hombres, Tanner, encontró un testigo, está esperando en el tercer piso —informó.

La mujer asintió —¿Hay sobrevivientes?

—Se estima que solo 20 de más de 115 personas, madame.

—Ve a entregarle el gato a su dueña y yo me encargaré del testigo.

El felino maulló cuando Mitch volvió a tomarlo en sus brazos, el morocho siendo incapaz de generar una conexión con el animal. Caminó hasta el área de testigos, pasando por cada una de las habitaciones idénticas hasta llegar a la que buscaba. Pudo ver por el ventanal gigante vidriado como Isabella dormía.

Qué mal.

Golpeó dos veces la puerta con fuerza ignorando la idea de que sabía que ella necesitaba descanso. No iba a caminar por toda la CIA con un gato en la mano. Jamás, nunca nadie se atrevería a reírse de él -excepto Irene o Stan, que eran sus superiores- pero tampoco les daría motivos para que lo intenten.

Isabella en realidad no estaba durmiendo. No había podido conciliar el sueño ni por un segundo, su mente dando vueltas sobre las mismas ideas, pensamientos y recuerdos horribles. Se había acurrucado en su cama y había comenzado a llorar hace horas.

    Mitch abrió la puerta cuando la vio darse vuelta en la cama y pararse. Algo dentro de él se removió cuando vio de cerca sus ojos llorosos, cansados, cristalinos y sin ese característico brillo de rebeldía, fiereza y salvajismo que había notado horas atrás. Parecía que todas esas cualidades habían sido completamente quebradas.

NEVER LET IT GET PERSONAL,    mitch rapp.   ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora