Prólogo

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Al nacer, el propio universo nos empareja, pero no siempre nos damos cuenta de quién es la persona con quien debemos estar, a veces no la conocemos, la pasamos por alto o simplemente nos alejamos de ella por diversas circunstancias. Y al mundo no le gustaba eso, quería que cada uno tuviese la oportunidad de pasar sus días junto a su alma gemela, por lo que decidió que dejaría bien claro desde el primer minuto en el que pisásemos la Tierra quien sería nuestra media naranja.

Pero a Thalía no le había sucedido eso. Durante sus primeros dieciséis años de vida no hubo ni rastro en su piel de quién sería su alma gemela. Sus amigas, en cambio, tenían cada una marca, como un pequeño tatuaje en el que se leía perfectamente el nombre de aquel o aquella que estaba destinado a ser su mitad, exactamente igual que sus padres. En ocasiones la marca tardaba en aparecer, a veces a la edad de tres años o cinco a más tardad, pero la larga espera de Thalía era anómala. Llevaba toda su vida preguntándose si su destino era estar sola, entristeciéndose por el hecho de saber que no había nadie lo suficientemente compatible como para estar con ella. Había sido la comidilla de los demás en el colegio, y el juguete de otros tantos en el instituto, "Total, si no es mi alma gemela y nadie es la suya, ¿no?".

Por eso le sorprendió, aunque no para bien, cuando se le comenzó a formar una enorme mancha negra a lo largo del interior de su brazo. "¿Qué demonios era aquello?" Era mucho más grande que las marcas del resto, y eran símbolos sin sentido que nadie podía leer, ¿qué le estaba sucediendo? ¿era esa la marca que tanto había esperado leer en su piel?

Aunque no sabía que el tatuaje que decoraba su brazo decía "Jung Hoseok" en un idioma que le era imposible comprender.


Jung Hoseok ›› j.hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora