DIECISIETE;

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–Y bien, ¿qué es eso que quieres leer? –Preguntó Jiwoo con su taza de té en la mano. Thalía sujetó la suya sobre su regazo.

–Bueno... Es... Una marca de alma gemela. –Afirmó.

–¿En serio? ¿Y está en coreano? –Thalía asintió llevándose la taza a los labios para dar otro sorbo. –Qué raro, ¿no? –La chica volvió a asentir. –Pues bueno, ¡enséñamela! –Tomo aire y dejó la taza sobre la mesa de café con cuidado antes de remangarse.

–Es... bastante rara. –Comenzó a subir la manga de su jersey cuando escuchó la puerta.

–Oh, debe ser Hoseok. –Dijo Jiwoo girándose a ver la entrada. –¡Hobi estamos en el salón! –Chilló. Volvió a centrar la mirada en Thalía que ya había subido la manga hasta arriba del todo.

–¿Quiénes estáis? ¿Ha venido alguien? –Dijo Hoseok entrando al salón. Divisó la escena que estaba tomando lugar. Thalía en su casa, enseñándole su marca a su hermana, que esperaba que no la hubiese leído aún.

El chico lanzó su chaqueta sobre la silla más cercana y se acercó a prisa para tomar a Thalía del brazo, tapando lo máximo posible la marca con su mano, y levantarla del sofá.

–¡Ay! –Se quejó la chica mientras Hoseok la arrastraba por el salón hacia la salida. –¡Dios Hoseok, me quema! –Su brazo ardía, y no entendía muy bien por qué ya que Hoseok la sujetaba con fuerza, pero aquel ardor no era propio de un agarre como ese.

Hoseok daba zancadas llevándose a Thalía hasta la puerta de entrada y una vez ahí, la encaró con rabia.

–¡Vete de mí puta casa ya! –Gritó enfadado. –¿A qué mierda has venido? –Soltó su brazo con brusquedad y Thalía acarició su piel, ahora notoriamente roja, mientras se quejaba.

–¡Relájate! ¡Venía a disculparme contigo porque me sentía fatal sin hablarte! –Admitió la morena elevando el tono de voz. –¡¿Y por qué me mentiste si sabías leer mi marca?! ¿Qué mierda pone aquí, ¿eh? –Agito el brazo ante la cara de Hoseok.

Jiwoo llegó al recibidor donde los dos pegaban voces.

–¡Eh, eh! ¿Qué está pasando aquí? –Preguntó con curiosidad.

Ignorando la reciente presencia de Jiwoo, Thalía continuó plantándole cara al castaño. –¡Solo quería volver a hablar contigo porque no sé por qué coño te...! ¡Te echaba de menos! –Espetó señalándole con rabia. –¡Y no lo entiendo porque debería odiarte con mi alma! –Gritó.

Jiwoo, que se encontraba allí divisando la escena, leyó con detenimiento el nombre que decoraba el brazo de Thalía. El nombre de su hermano escrito claramente en un tamaño mayor que el del resto, exactamente igual de grande que la marca que tantas veces le había visto a su hermano en el mismo sitio.

–¡No puede ser! –Exclamó la mayor. Hoseok reaccionó en aquel instante, Jiwoo ahora sabía la verdad que tanto se había esforzado por ocultar y corrió empujando a Thalía hacia un lado para taparle la boca a su hermana. La conocía demasiado bien y sabía que gritaría algo al respecto.

–¡Cállate! –Ordenó el chico cubriéndole con la mano la boca a su hermana. Jiwoo le apartó de un tirón y con sorpresa chilló:

–¡Thalía! ¡Es Thalía Parker! ¡Hoseok, es tu alma gemela!

Thalía les suplicó a todos los dioses que conocía que aquello que había oído fuese producto de su imaginación. Y miró su marca, la miró diferente porque quería negar con todas sus fuerzas que Hoseok fuera su alma gemela.

Pero sabía que no iba a ser así pues algo en su pecho le indicaba que sí, que era él. Y aquello le asustaba, le asustaba muchísimo.

Jung Hoseok ›› j.hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora