DOS;

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El castigo de Thalía de ayer resultó ser en la biblioteca organizando libros, por lo que estuvo tremendamente agradecida, ya que no se encontró al chico pesado de su clase en toda la tarde.

Esa mañana, decidió centrarse más en sus clases, y cuando tuvo clase con el mismo profesor que ayer la había castigado, tomó asiento en segunda fila para enterarse de todo y mostrar interés, justo al lado de una pequeña chica castaña que anotaba con ímpetu cada palabra que salía por la boca del profesor.

Era tan solo el segundo día de clases y les acababa de encomendar un trabajo por parejas que sería el setenta por ciento de la nota del trimestre, y trataba nada más y nada menos que de las dichosas marcas de almas gemelas.

Había acordado hacer el trabajo con la chica castaña de su lado, Alice, que tampoco conocía a nadie más en el aula. Se la veía una chica bastante reservada y estudiosa, por lo que evitar enseñar su marca sería fácil con un poco de maquillaje, Alice no preguntaría mucho y aquel apartado sobre su marca que requería el trabajo sería pan comido.

Al final de la clase debían acercarse al profesor para decir con quién iban a realizar el trabajo; todos corrieron como auténticos locos para salir antes del aula, pero Alice y Thalía habían decidido esperar a que las cosas se calmasen un poco.

–No te preocupes Alice, –Sonrió la chica. –Puedes marcharte, yo se lo digo al profesor.

–Ah, no, no, tranquila. –Agarró a Thalía de la mano y se levantaron de sus asientos. –Vamos juntas.

Se acercaron al profesor consiguiendo colarse entre los alumnos para no ser las últimas y poder salir antes, entonces Thalía le dijo que haría el trabajo con Alice.

–Pero señorita Parker...–El profesor centró la vista en el papel donde había registrado todos los nombres de los alumnos que ya habían dicho con quién harían el trabajo. –El señor Jung me ha dicho que harías el trabajo con él, ahora no puedo cambiarlo todo ¡sería un caos!

–¿Qué? ¿Cómo? –Thalía suspiró frustrada. No sabía quién demonios era "Jung" pero se hacía una clara idea al respecto.

–Lo siento, no hay más que hablar. –Espetó el maestro. –Señorita Williams, realizará el trabajo con la señorita Sanders. –Alice asintió callada y el profesor tras anotarlo siguió tomando las peticiones del resto de los alumnos.

–Lo siento, Thalía... No sabía que ya te habían apuntado. –Dijo Alice un tanto preocupada mirando a la morena.

–No te preocupes, ahora, si me disculpas tengo unas cuantas cosas que aclarar con alguien. –Alice asintió y las dos abandonaron el aula, cada un tomando un camino distinto.

Como se tomará con ese maldito le iba a dejar unas cosas bien claras.

[...]

Salió a los jardines del campus con el café que acababa de comprar en la mano y el bolso colgado del brazo. Tuvo que atravesar la zona donde todos se estaban besuqueando, gente que había decidido ir a la misma universidad que su alma gemela y aprovechaban cada instante para estar pegados.

A Thalía le desagradaba todo aquello. Ella era la que tenía que aprovechar sus años de juventud antes de que todos los de su edad conocieran a su alma gemela y ya no quisieran divertirse como jóvenes. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar que tendría que pasar todos sus años como adulta y anciana sola hasta morirse. Qué deprimente.

Antes de llegar al banco donde quería pasar el receso mientras leía un libro o hacía puzles en su móvil vio al chico pesado besuqueándose con una morena de pelo corto. Ahí estaba Jung.

–¡Eh! –Se acercó a donde estaban y la chica avergonzada se disculpó marchándose con su mochila corriendo. –¡Tú! –Él resopló cansado.

–¿Qué quieres? Has hecho que mi lio se esfumara espantada.

–Sí, lo he visto, pobre chica. –Tiritó con una mueca de asco mientras elevaba los hombros. –Ha sido grotesco. –Thalía hizo fingió una arcada y el chico rodó los ojos.

–Vale, vale, lo que digas, si lo probaras no pensarías lo mismo. –Se encogió de hombros y le sonrió.

–Supongo que sabes por qué estoy aquí, ¿no? –Thalía dio un sorbo a su café.

–¿Quieres ser la siguiente?

–No.–Bufó. –Quiero que me digas por qué coño has dicho que harías el trabajo conmigo. ¿De qué vas?–Él se rio y Thalía lo miró sorprendida y llena de enfado.–En serio, Jung, déjame en paz.–Puso énfasis en el nombre del chico.

–¿No quieres hacer el trabajo conmigo?–Preguntó.–Como ayer nos llevamos tan bien, supuse que querrías hacerlo conmigo.–Le sonrió.–Y qué bien dices mi apellido.–Thalía se lamió los labios furiosa y le señaló con el dedo.

–Ves a hablar con el profesor o...–Antes de que pudiese acabar la frase tiró de su muñeca para sentarla en su regazo; la tapa del vaso de café que llevaba voló y se derramó sobre ambos la mayoría del líquido.–¡Oye!–Él, ignorando sus quejas, remangó el jersey de punto verde que la morena llevaba con el fin de ver con claridad la marca de su brazo. Al posar sus ojos en ella, se sorprendió y tras analizarla por un minuto soltó su brazo, enfadado.

Se levantó del banco en el que estaba, dejando a Thalía manchada de café, y entró a buscar a sus amigos tan rápido como pudo.

–¡Serás gilipollas!–Gritó Thalía. El chico no volteó a mirarla pero la gente de alrededor sí. Se levantó del banco furiosa y tiró el vaso de café vacío a la primera papelera que vio.

Genial, se había librado por fin del infierno de instituto al que asistía donde la mayoría le miraban mal y al segundo día de universidad ya había sido dos veces el centro de atención. Este no era el plan de vida universitaria con el que Thalía pisó el campus. En absoluto.

Sacó un paquete de pañuelos de papel del bolso y comenzó a secarse los pantalones negros que llevaba y el jersey, y aunque consiguió que dejaran de estar tan húmedos, el fuerte olor de café que desprendía ahora toda su ropa no se iría hasta que metiese las prendas directas en la lavadora.

Miró la hora que marcaba la pantalla del móvil, entre el paseo, la espera para el café y el derrame por el estúpido pesado había perdido casi todo su tiempo libre y tenia que ir marchando a su próxima clase si no quería llegar tarde y ganarse un retraso.

Suspiró con pesadez y se puso en marcha. "Encima no he podido ni almorzar." pensó.

Le tocaba una clase de la cual aun no había conocido al maestro que la impartía. Solo rezaba porque Jung no asistiese también a esa clase con ella. Ya tenía que verlo todo el día y para colmo ahora tendrían que quedar para hacer el dichoso trabajo de las malditas marcas. Se estaba cansando de él a niveles extremos. Le parecía un maleducado, un pesado que no paraba de incordiar y un autentico gilipollas sin modales.

Entró en el aula donde tenía clase, y lo primero que hizo fue suspirar al verlo ahí sentado.

–Qué fastidio.–Comenzó a caminar pasando por su asiento para alejarse todo lo que pudiese de él, pero le volvió a tomar de la muñeca, aunque esta vez con una suavidad que dejó sorprendida a Thalía.

–Lo siento.–Murmuró mirándola. Se veía realmente apenado, y aquello confundió a Thalía. No se disculparía de esa manera si solo fuera por derramar el café, ¿por qué se disculpaba? ¿por qué la miraba como si hubiese cometido el mayor error de su vida?

Le soltó la muñeca y fijó su vista en el pizarrón que decoraba por completo la pared tras Thalía. Esta reaccionó poco después al oír la puerta cerrarse de golpe y al profesor entrar. Tomó asiento unas filas tras el chico y se dispuso a centrarse en la clase, pero no lo consiguió porque lo único que rondaba por su cabeza era la disculpa tan sincera, sin motivo aparente, que había escuchado hacía unos minutos.

Ahora estaba realmente curiosa, y se sentía rara. Tenía la corazonada de que la repentina actitud del chico tenía que ver con su marca. ¿Sabía lo que significaban esos símbolos? Sabía que su curiosidad le acabaría pasando factura, pero ahora ella quería preguntarle el por qué de aquella disculpa, y no tenía intención de detenerse hasta que Jung le dijera toda la verdad. Seguro que sabía algo acerca de su marca, pero, ¿el qué?

Jung Hoseok ›› j.hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora