UNO;

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Primer día de universidad. ¿Estaba nerviosa? Absolutamente; pero tenía que tomarse las cosas con calma, por fin había abandonado ese instituto de pacotilla con gente que apestaba para dedicarse a estudiar lo que realmente le gustaba.

Sus dos últimos años no habían sido algo positivo. Se aisló por completo y acabó perdiendo las pocas amistades que había hecho. Empezó a actuar de manera diferente, y la preocupación por el tema de su marca no hizo más que crecer. Todo el mundo le preguntaba acerca de ella, todo el mundo la miraba raro, ¿y qué si su marca era más extravagante que la del resto? A Thalía le encantaba, aunque al principio la odiase por la reacción de la gente.

Seguía pensando que se trataba de un error y de que realmente iba a pasar el resto de su vida sola, pero, aunque en ocasiones pensar en ello la deprimiese, había estado estos dos últimos años mentalizándose de que realmente no era tan malo. Podía liarse y cometer locuras con cualquier persona sin ataduras, sin sentirse culpable por faltarle el respeto a su alma gemela porque no tenía.

Entró en el aula cuando aún no había demasiada gente y tomó asiento en una de las filas del medio. Esperó a que el profesor llegase jugando a un juego de puzles que tenía instalado en su móvil. La jornada orientativa había finalizado y las clases de verdad comenzaban ahora. Solo rezaba porque su clase no fuese muy molesta y los profesores le cayeran todos bien.

Cuando entraron todos, el profesor, un hombre de mediana edad en camisa, cerró la puerta y caminó hacia el atril que había en el centro de la enorme aula, pero la puerta se abrió y Thalía sintió un vuelco en su pecho justo en ese instante. Posicionó la mano entre sus senos adolorida por la brumación y cuando se recuperó sacó el libro de la asignatura que llevaba en el bolso.

Una chica y un chico habían entrado alterados por el retraso, sentándose juntos en primera fila. El profesor que les había mirado un tanto molesto decidió comenzar con la clase.

–Saquen sus libros de texto, –Miró a los recién llegados con recelo. –Y ustedes dos sepárense.

El chico bufó y tomó sus cosas para levantarse y buscar otro asiento mientras la chica lo miraba como si marchase a la guerra. Thalía resopló cuando el tipo tiró sus cosas en el hueco a su izquierda de mala manera. ¿Se iba a sentar a su lado?

–Qué fastidio. –Murmuró la morena por lo bajo mientras el profesor comenzaba a hablar.

–¿Qué has dicho? –El chico, que miraba enfadado a Thalía, la desafió.

–Nada. Y cállate, que quiero escuchar la maldita. –Su comportamiento la había puesto de mal humor, y era lo que menos quería en su primer día de clases.

–Eh, relájate ¿quieres? –Soltó él. –No te hubiera hablado si no murmurases mierda sobre mí.

–¿Pero ¿qué dices? –Ella lo miró indignada. –Eres tú el que se tiene que relajar, tirando las cosas como un loco porque le separan de su chica, ¿es tu alma gemela? –Sin venir acaso, soltó aquella pregunta de manera curiosa. Le llamaba la atención muchísimo todo el tema de las almas gemelas, pero sabía que ese era el momento más inoportuno para preguntar.

–Lamento arruinarte el cuento de hadas, bonita, pero toda la mierda esa de las marcas es una gilipollez. –Ella le miró desafiante alzando una ceja.

–Oh, ¿en serio? ¿piensas eso? ¿Entonces vas a "engañar" a tu alma gemela con la primera que veas porque no crees en esas "mierdas"?

–¿Qué sabrás tú? Seguramente no tienes ni puta idea, o peor, eres una de esas personas raritas sin marca que quiere hacerse la interesante. –Thalía trago con fuerza. ¿Es que hiciese lo que hiciese la iban a juzgar de todos modos? –¡Ja! ¡No jodas! ¿He acertado? –Preguntó él al ver su reacción.

Jung Hoseok ›› j.hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora