Lanzó el bolso en su pupitre. Volvía a ser lunes, y aunque solo llevaba una semana en la universidad ya le parecían meses. Volvía a tener clase a primera con el señor Andrews, historia, y siempre prefería llegar antes de tiempo y sentarse en alguna de las primeras filas para evitar ganarse otro castigo de su parte como aquel del primer día.
Había comprado un café y estaba bebiéndose este antes de que llegara el profesor. Era la única en la clase, pero a los pocos minutos comenzó a entrar más gente. No pudo evitar mirar a su compañero; con el que haría el trabajo, cuando entró con una cara de malas pulgas por la puerta.
–Ey, ¿qué te pasa? –Dio un último trago de su café mientras lo miraba por encima del vaso. Mejor acabar todo el líquido de dentro si no quería tenerlo sobre ella nuevamente. –Parece que has dormido cinco minutos. –Sonrió divertida. –¿Otro lío de los tuyos se ha escapado?
–Oh, deja de molestar, por favor. –Respondió él malhumorado. –No estoy ahora para tus estupideces, de acuerdo.
–Bueno, no lo pagues conmigo, yo no tengo la culpa de nada. –Se excusó Thalía. La expresión del chico cambió, y murmuró algo en voz baja que ella no llego a comprender. Lo ignoró y se centró en Alice, que entraba por la puerta del aula.
–¡Hola! –Saludó la pequeña. Thalía agitó su mano. –¿Te importa que se siente con nosotras Teresa? Es la chica con la que tengo que hacer el trabajo. –Thalía negó con la cabeza.
–Sin problema.
–Oye, si quieres puedes decirle a tu compañero que venga. –A la morena se le escapó una carcajada lo suficientemente en alto como para que el señor Andrews, que entraba por la puerta en ese instante, lo escuchara y lo malinterpretase.
–¿Se ríe de mí, Parker? –La miró por encima de las gafas. Thalía empalideció y negó rápidamente con la cabeza. –¿Y de qué se ríe? –Thalía no sabía que contestar.
–De una anécdota que le estaba contando. –El castaño pesado habló en la fila de atrás. ¿Se había cambiado de sitio o se había sentado detrás de Thalía desde el inicio? No se había dado cuenta, de todos modos, agradeció que le echase un cable en aquella situación.
–Una anécdota de pacotilla, he de suponer. –Respondió el profesor.
–Así es. –Dijo Jung firme.
El señor Andrews lo ignoró volviendo a su escritorio y las miradas de la clase dejaron de centrarse en Thalía y en J–Hope.
–Gracias. –Dijo en voz no muy alta, girándose para mirar al castaño. Él hizo una mueca que no acababa de parecer una sonrisa pero que Thalía interpretó como tal.
–No puedo dejar que te castigue otra vez, tenemos que quedar para hacer el trabajo. –Ella asintió y volvió a girarse para prestar atención a la clase en la que el profesor explicaba cómo sería el trabajo.
El señor Andrews, cansado y sin ganas de dar clases un lunes a las ocho de la mañana, ordenó a los alumnos comenzar con sus trabajos ofreciéndose por si le surgía alguna duda al respecto.
–¡Eh! –Alice se giró para mirar a J–Hope sentado en la fila de atrás. –¡Ven con nosotras, así puedes estar con Thalía! –La morena miró a Alice con los ojos como platos, ¿es que no sabía que no quería pasar tiempo con el castaño?
–Tranquila, os molestaremos a ti y a tu compañera. –Dijo él. –Será mejor que Thalía se venga aquí atrás. Vio a Thalía poner los ojos en blanco mientras Alice le asentía sonriente.
–¡De acuerdo!
Con pesadez, la morena tomó su bolso y su cuaderno para sentarse al lado de Jung. Lanzó las cosas sobre la mesa como el día en el que ambos se cruzaron. J–Hope sonrió.
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Jung Hoseok ›› j.hs
FanfictionAl nacer, el propio universo nos empareja, pero no siempre nos damos cuenta de quién es la persona con quien debemos estar, a veces no la conocemos, la pasamos por alto o simplemente nos alejamos de ella por diversas circunstancias. Y al mundo no le...