DIECINUEVE;

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Thalía golpeaba con ímpetu las teclas de su portátil escribiendo inspirada la última parte de su trabajo. Al llegar a casa tras chocarse con la noticia de que Hoseok era, supuestamente, su alma gemela, lo primero que hizo fue sentarse en el sofá de su pequeño salón con su ordenador portátil entre manos y escribir lo que sentía y pensaba al respecto.

No se había quitado los restos de maquillaje corrido por las lágrimas de su cara, no se había puesto cómoda y todavía le quedaba un poco más que llorar.

Thalía no era el tipo de persona que, enfadada contigo, te plantaría la palma de la mano en la mejilla tan fuerte como pudiese; ella era más de aclarar las cosas al tiempo y darlo todo por zanjado; era fácil llevarse algunos gritos de su parte, pero con Hoseok iba a ser diferente.

Pensaba dejarle bien claro el día que tuviesen que exponer ambos el trabajo de marcas de almas gemelas el asco que le tenía, lo dolida que estaba y de paso, tal vez algunos insultos a la salida con los que se quedase tranquila.

No quería volver a tener nada que ver con Jung Hoseok.

El mero hecho de pensar su nombre le producía escalofríos a Thalía. Quería vengarse, hacerlo sufrir a él también. Sabía que era una actitud inmadura y que no solucionaría nada realmente, pero dejaría tranquila a su conciencia si se sentía, aunque fuese un poquito, más mala que Hoseok.

Al salir de casa de los Jung, Thalía no sentía nada más que dolor, un dolor desgarrador y tristeza al saber que estaba condenada a vivir en soledad pues, ni, aunque el mismísimo Hoseok cambiase de opinión acerca del tema de las marcas y las almas gemelas decidiría pasar el resto de la vida a su lado.

Al menos, eso es lo que la chica se prometía.

Le había hecho daño, le había mentido vilmente y le había traicionado. Ya podría esperar sentado a que Thalía quisiese algo con aquel personaje. Antes sola que mal acompañada.

Recordó entonces que su marca y la de Hoseok, que aún no había visto, eran diferentes a las del resto. Que su conexión era mayor, y estaba casi segura de que Hoseok sentiría el enojo de la morena.

Tecleó entre breves pausas un par de horas más hasta que le entró hambre y se levantó del sofá para hacerse algo rápido de cenar.

Extrañamente, no se sentía tan dolida como hubiese imaginado; tal vez al haber recibido tantas malas noticias sobre su marca a lo largo de su vida una tras otra se acabó por mentalizar de que en su destino no había cabida a un final feliz.

Le había dolido y molestado al principio, cuando Jiwoo soltó la verdad en menos de dos segundos, pero ahora que lo analizaba en frío veía que todo era una autentica tontería.

No estaba perdiendo para siempre al amor de su vida con el que tanto había soñado de pequeña, solo estaba perdiendo al idiota del Hoseok del que tenía claro que, por más que influyese la fuerza del universo, nunca se enamoraría.

Cuando volcó las salchichas ya cocinadas en su plato recordó que Alice no sabía nada de esto. No había hablado con nadie más hoy y se moría de ganas de contarle con todo detalle quien era su "alma gemela" porque estaba segura de que su amiga no se creería nada de lo que le contase.

Regresó con el plato al salón y encendió la televisión para ver si echaban algo que valiese la pena ver (terminó por dejarlo en un canal en el que daban una película romántica algo desfasada) y rebuscó en su bolso para tomar su teléfono móvil.

Se dio cuenta al desbloquearlo que tenía cerca de nueve llamadas perdidas de Hoseok. ¿Así que ahora quería hablar con ella? Borró la notificación de la parte superior y se dispuso a enviarle un mensaje a Alice preguntándole si no estaba muy ocupada para una llamada de última hora.

También tenía varios mensajes del castaño que leyó por encima sin querer abrir la conversación. Básicamente, más de un "Thalía, tenemos que hablar".

Alice respondió casi al instante, y antes de que pudiese marcar su número, la castaña lo había hecho.

La conversación se alargó más de lo esperado y hasta las tres de la madrugada no se macharon a la cama. Thalía se había sentido mucho mejor al contárselo, al confiarle sus preocupaciones y sentimientos a Alice.

Había narrado con pelos y señales lo sucedido aquella tarde y luego, entre las dos, habían insultado de todas las maneras posibles a Hoseok y a sus actos inmaduros.

Se había sentido como una niña de instituto quedándose hasta tarde para hablar con sus amigas o el chico que le gusta y eso le había levantado el ánimo.

Se fue a la cama más tranquila, pidiéndole a los dioses o a quien fuera que Hoseok decidiese tomarse un día sabático y no tuviera que verle la cara mañana en clases.

Pero estaba muy poco confiada en que eso fuese a suceder.

Jung Hoseok ›› j.hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora