VEINTE;

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Bajó del autobús chocándose con una chica más o menos de su edad; llevaba desde que había emprendido el viaje de su casa a la universidad escribiendo en su libreta aquel apartado de su trabajo de las marcas de almas gemelas al que tanto le había temido a principio de curso.

La noche anterior se había desahogado, pero sabía que escribir con la mente fría sería lo mejor y, aunque no quería deshacerse de todo lo que había expresado por la noche aun sintiendo la impotencia que el mero recuerdo de Jung Hoseok, o de su nombre, le hacía sentir, pensó que redactar algo más estando calmada y sin tirarse de los pelos entre lágrimas enriquecería su trabajo.

Guardó la libreta en su bolso antes de entrar a su clase, y agradeció que Hoseok no estuviese ahí. Tomo asiento junto a Alice y trato de centrarse en lo que el profesor explicaba, aunque su mente vagase por escenas doloras del ayer.

Así pasaron la mayoría de los días hasta la presentación grupal de su trabajo. Hoseok apenas había pisado la facultad, y Thalía lo agradecía enormemente. Habló de él con Yoongi porque, por más que quisiese lo contrario, el estado de ánimo de Hoseok le preocupaba.

A veces llegaba a sentirse realmente estúpida al darse cuenta de ello, ¿cómo podía seguir importándole, aunque fuese un poquito, aquel idiota que tanto daño le había hecho?

Le echaba la culpa a la marca que los había atado desde un principio y volvía a aquel ciclo de lo mismo, si ella sentía esa conexión, si ella se preocupaba por Jung Hoseok aun siendo la persona que más odiaba sobre la faz de la tierra, ¿él no sentía nada de aquello? ¿la conexión era, en este caso, unilateral?

Había recibido hace un par de noches un documento de Hoseok por correo electrónico, era su parte del trabajo y Thalía se había limitado a juntar lo que había escrito el castaño con su parte en un único documento y se lo envió para que él también lo tuviera. No quería leer nada. No quería darle más vueltas al asunto.

Bastante tendría con tener que escucharlo mientras lo presentasen juntos frente al resto de estudiantes.

No lo negaría, la curiosidad por saber qué había escrito la mataba por dentro, pero sabía que leerlo sería una pérdida de tiempo y que solo desembocaría en más lágrimas y no quería llorar más. Expondrían hoy el trabajo, y se olvidaría de él para siempre. Comenzaría a vivir una vida sola, maravillosa, pudiendo hacer lo que le diese la gana, sin ataduras de ningún tipo y pensando lo menos posible en la infernal marca que recorría todo su brazo, en Hoseok y en todo.

Thalía se mordió el labio impaciente y Alice, que estaba sentada a su lado, le puso una mano sobre la rodilla que no dejaba de temblar.

–Tranquila, llegará pronto. –Dijo la castaña con suavidad. Eran los siguientes en exponer el trabajo y Hoseok aún no había aparecido.

Estrujó las hojas impresas que sujetaba mientras suspiraba, y cuando la pareja de estudiantes que exponía finalizó su charla se levantó a aplaudir como el resto mientras maldecía en todos los idiomas que conocía a Jung Hoseok.

Volvió a sentirse rara, pero esta vez no de los nervios, la impotencia o el calor que empezaba a hacer en aquella amplia clase del primer piso. Se sintió rara, pero... bien. Había sentido eso ya otra vez. Lo había sentido el primer día de clases, cuando Hoseok entró por la puerta acompañado de una chica, con la que probablemente acababa de divertirse.

Frunció el ceño mientras, abrazándose a sí misma, se giró para ver la puerta de la clase. Hoseok entraba apresurado con un fajo de hojas en la mano justo cuando el señor Andrews dijo sus nombres. Se miraron, un buen rato sin saber que decir o pensar. Thalía aun no se había levantado de su asiento y tras aquel carraspeo exagerado del profesor, gracias al empujón que Alice le había dado, se levantó para pararse frente a sus compañeros junto con Hoseok.

Miro al castaño brevemente y antes de volver a enfocar su mirada en el resto de los alumnos le preguntó:

–¿Lo llevas bien preparado? –Hoseok asintió. –Genial. Yo no. Me sudan las manos. –Dejó las fotocopias sobre el atril que tenían frente a ellos y frotó la palma de sus manos por su falda para secárselas. Hoseok le agarró la muñeca y le susurró un "tranquila" que tuvo el efecto contrario. Ahora estaba mil veces aún más nerviosa.

El señor Andrews les dio la orden de comenzar con su exposición y así lo hicieron. La chica se notaba un poco nerviosa al principio, pero Hoseok supo llevar la situación y eventualmente, se relajó para poder exponer con total naturalidad.

La clase entera, incluido el señor Andrews, se había sumido en su trabajo. Alice, se mordió las uñas; la parte en la que cada uno hablase de su respectiva marca estaba más cerca y no sabía si estaba del todo preparada para escuchar aquello.

Jung Hoseok ›› j.hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora