Epílogo

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Seis meses después.

Un grito salió desde mí garganta mientras me incorporaba de la cama, Claudia y Marco entraron por la puerta de mí habitación corriendo y yendo directo hacía mí, la gran mayoría de las noches eran así, me despertaba por las pesadillas que me envolvían, los recuerdos de aquella noche, la forma tan brusca en la que Derek se fue y el hecho de que han pasado seis meses sin saber nada de él. No volvieron al instituto, tampoco los veía en el pueblo, aveces dolía mucho su ausencia y la manera en la que me mintió.

Toda mí vida fue basada en un mentira, cuando creí tener alguien real a mí lado resulto ser una mentira más, en este momento de mí vida en la que me enfrentaba a tantas cosas. Sólo necesitaba alguien de verdad y no provocará en mí un desorden mental, después de la muerte de Karina todo se volvió aún más desastroso, si no era ella la que me pedía ayuda en los sueños, era Derek quien me decía que jamás me amo, y sí no, Betzzaveth con su sonrisa de satisfacción cuando me disparo.

-¿De nuevo las pesadillas?- preguntó Claudia, mientras se sentaba a mi lado.

-Lo siento- dije cubriéndome el rostro con las manos.

-No tienes que disculparte hija- habló mi padre- no te preocupes.

-¿Por cuanto tiempo más?- pregunte molesta conmigo misma- han pasado seis meses y aún no lo superó, ustedes tienen que ir al trabajo y todas las noches se desvelan conmigo.

-Ana, no es algo fácil de superar- dijo Claudia, unas lágrimas salieron de mis ojos mientras me hacia bollito en la cama- Tranquila, estaremos aquí para ti el tiempo que sea necesario

-Gracias- susurré.

-Hazte a un lado- dijo mi padre metiéndose en la cama con nosotras- Domiremos está noche con Anais, ¿te parece querida?- preguntó mí padre a Claudia.

-Por supuesto, todas las noches sí es necesario.

...

Baje las escaleras a toda velocidad, faltaban diez para las ocho ya no había cogido la tarde para ir al colegio, lo más jodido fue que está vez nos fue por nuestra culpa. Corrí hacia la cocina y me senté en el barra mientras Claudia me servía el desayuno.

-Buenos días hermosa- hablo pasándome unos panes tostados con mermelada- prometo que el almuerzo será mejor.

-No te preocupes- me a tragante con los panes mientras miraba mí bolso para ver sí tenia todo- ¿Domiste muy mal anoche?- pregunté.

-Oh no linda, tú padre amaneció en el suelo así que dormir de maravilla- dijo burlona y yo solté una carcajada, la bocina del auto de Aaron sonó afuera de la casa- Corre ya les cogió la tarde.

Trague un último trozo de pan y salí corriendo tipo maratón por toda la casa, recorrí el comedor hasta llegar al vestíbulo, abrí la puerta y afuera estaban mis hermanas haciendo ademanes con la mano para que me apresurara. Subí al auto y me toco en el medio, en estos últimos meses Aaron se había vuelto muy sobre protector, siempre trataba de que las tres estuviéramos bien, más que todo yo. De aquella noche sólo quedaba los horribles recuerdos y un pequeña cicatriz en el pecho de la bala, desde entonces siempre me preguntaban los mismo "Estas bien" mis tíos, Dylan, Alán, Elena. Pero la respuesta siempre era la misma "Sí" aunque no lo estuviera.

Me observan #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora