4. Te llamaba baby

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PEIGE:

¿Y cómo fue tu primer día de clases? ㅡ preguntó mamá por el teléfono.

ㅡPues bien. No entendí casi nada, pero creo que hice un amigo ㅡ si se lo podía llamar a Mathew ㅡ ¡Y un tipo hermoso me ayudó a salir de un problema! Después de eso tuve clases; los maestros hacen lo mejor por hablarnos en español, pero algunos suenan muy ridículos y casi no se les entiende nada.

¿Tu tía Oli no avisó que iban a aprender inglés?

ㅡSí, pero parece que se aplica lo de lucha por sobrevivir o muere.

¿Pero te está gustando?

ㅡSí.

Hubo una pausa.

-Te extrañamos mucho.

-Yo también - dije, aunque en realidad me hallaba tan feliz reviviendo el momento en que Nick tocó mi hombro y me defendió, que no dejaba mucho tiempo para pensar en mis padres. Seguro estaban bien. Tenían quesadillas, eso es suficiente para estar bien. ¿No? Yo descubrí que Nick tenía a otras 6 viejas detrás -que seguramente no sabían de Zack - y no tenía quesadillas, y estaba bien. Ellos no podían quejarse.

Alguien tocó la puerta.

-Peige, ¿podrías abrir? - pidió Paris desde la cocina.

-Tengo que irme, Ma. Hablamos mañana, ¿de acuerdo? Buenas noches.

Salté del sillón y me apresuré a abrir la puerta, sólo para encontrarme con Zack y un tarro de cacahuatina.

-Hola - dije perpleja.

-It smells like cookies (huele a galletas) - hizo una pequeña curva con su boca que me dio tanta risa que lo dejé pasar sin saber qué quería.

-¿Quién e...? ¡Zack! - Paris cruzó los brazos sobre su pecho y se encorvó ligeramente. No sé para qué se preocupaba por ocultar que no traía sostén si ni bubis tenía - Hola.

-Hey, Paris. I was doing nothing at home and it started to huele a galletas, so i thought you no tienes beanut butter. (No estaba haciendo nada en casa y empezó a oler a galletas, así que pensé que no tenías mantequilla de maní).

Paris le mostró una amplia sonrisa y se rió por lo bajo.

-¿Te gustan las chispas de chocolate? - preguntó.

-Yo gusta todo. My mamá is chef - Zack se sentó en uno de los bancos de la barra de la cocina y puso su cacahuatina sobre esta.

Me lo quedé viendo. ¿Cómo podía ser tan increíblemente tragón y estar tan bien formado? La tela de su playera dejaba ver que su pectoral era más grande que las bubis de Paris. Seguro tenía abdomen de lavadero o algo así. Por raro que fuera, pensar o ver músculos muy marcados no me hacía ninguna gracia; no le hallaba el atractivo, pero ¡hey! Ya sabía a quién acudir cuando necesitara poner el garrafón de agua.

Me senté junto a Zack a esperar que las galletas estuvieran listas mientras Paris le hacía preguntas. Lo único que entendí fue chef, rock y Canadá. De ahí en fuera, sólo asentí a cada cosa que decía y me reía cuando Paris lo hacía.

Cuando estuvieron listas las galletas fui la única en abalanzarme hacia la charola, haciendo que Paris me pegara un manotazo y Zack negara con la cabeza en gesto de desaprobación, como si ambos tuvieran su propio lenguaje culinario. Empezaban a caerme mal.

Zack sugirió que comiéramos las galletas en el balcón, porque las luces de la ciudad se veían geniales desde ahí, y aunque yo estuve de acuerdo, me sentí mal tercio. Estaba segura de que no entendían ni la mitad de las cosas que decía el otro, lo que me llevó a preguntarme qué rayos hacía Zack ahí. No teníamos más tamales, y no los tendríamos en mucho tiempo.

¡Ella me acosa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora