Saga Londres 3 " Atrapado en ti "

Capítulo XIV

HOLA A TODOS!!!

YA ESTOY DE VUELTA!!!!!!

¿ME HABÉIS HECHADO DE MENOS? YO A VOSOTROS SÍ :)

NO, NO ME HE IDO DE VACACIONES, AUNQUE YA LAS TENGO MUY CERQUITA :). MI ORDENADOR HA REGRESADO A MI JAJAJAJAJAJA Y COMO NO QUERÍA HACEROS ESPERAR OTRA SEMANA MÁS HE ESCRITO ESTE CAPÍTULO PARA QUE NO SE OS HAGA TAN LARGA LA SEMANA. NO ES TAN LARGO COMO LAS OCHO PÁGINAS QUE SUELO SUBIR LOS DOMINGOS PERO CREO QUE TENDRÁ UNAS CUATRO O ASÍ.

AQUI LOS LO DEJO Y ESPERO QUE OS GUSTE!!

NOS VEMOS EL DOMINGO!!!!!

¡¡¡¡BESOTES ENORMES Y MUCHA SUERTE A LOS ARGENTINOS EN EL MUNDIAL!!!

***

- Thomas, cariño, no puedes apretarlo tan fuerte...-

Liseth trató de que el niño soltara al pobre perro que se retorcía entre los bracitos. Le liberó la oreja, que Thomas tenía sujeta con demasiada fuerza, pero en vez de alejarse de su torturador se lanzó a lamerle la cara entre las risas del pequeño.

- Después no te atrevas a volver a pedir mi ayuda cuando te vuelva a atrapar.-

Sonrió acariciando el lomo del perro que la ignoraba por completo y ocupó de nuevo su asiento sin quitarle un ojo a los que jugaban entre gritos y ladridos.

Cada vez que miraba a su hijo, se llenaba de orgullo y amor por él, y como le solía suceder, más a menudo de lo que quisiera últimamente, otro rostro se interpuso en sus pensamientos felices y terminó frunciendo el ceño.

Damon.

¿Cómo había llegado en tan poco tiempo a sentirse atraída de nuevo por él?.

Miró hacia la puerta esperando que apareciera de un momento a otro. Acostumbraba a unirse a ellos cada tarde y Liseth se sorprendió esperando ansiosa el momento en el que ésto ocurría a medida que los días pasaban. Suspiró exasperada y tomó el libro para continuar leyendo o fingir que lo hacía mientras pensaba de nuevo en el problema que tenía entre manos.

Deberían de haber partido hacía días hacia Reading pero Lady Pru había contraído un resfriado que le obligaba guardar cama. Liseth se había asegurado de que ésta vez no estuviera fingiendo de nuevo y le estuviera dando más importancia a la enfermedad de la que realmente tenía para conseguir algún fin del que la buena señora sólo era conocedora.

Los días habían trancurrido de manera apacible pero la rutina que habían llevado durante los últimos años se había visto seriamente alterada por la presencia de Damon.

Él y Thomas salían todas las mañanas a caballo mientras ella esperaba su regreso con preocupación. Cualquier cosa podía ocurrir durante sus paseos y aunque sabía que él era un jinete experto, no podía dejar de admirar la soltura que tenía en el manejo de los equinos,no podía dejar los nervios a un lado hasta que los veía aparecer de vuelta desde la ventana de la biblioteca. Claro que nunca admitiría del todo este hecho, así que se limitaba a refunfuñar y repetir día tras día que la hora del almuerzo se había retrasado debido a que Damon no se había dignado a respetarla.

Thomas y ella pasaban las últimas horas de la tarde en el cuarto de juegos junto al otro Thomas de la casa, el perro. Así había sido siempre pero ahora, Damon se les unía quebrando el ambiente apacible que había en la habitación antes de su llegada. Si tenía que ser sincera, sólo ella notaba el cambio que se producía en cuanto él traspasaba la puerta y se acomodaba en el suelo junto a su hijo. Tenía que reconocer que no era tan inmune a su presencia como pretendía hacer creer y mucho menos cuando se comportaba de manera tan cautivadora como lo estaba haciendo desde que habían charlado en el invernadero.