Capítulo 12

6.9K 670 22
                                    

Durante el resto de la noche casi ni podía dormir debido a los pensamientos dirigidos hacia su mujer.
Aún recuerda cuando la vio por primera vez, bajo esa apariencia desastrosa se oculta una mujer de noble corazón, y según ella lo ama.
Angustiado, se levantó dirigiéndose hacia la  habitación de Maira.
Su cama estaba vacía, se tumbó en el lado que ella dormía, de algún modo quería poder apaciguar los latidos de su corazón y el coraje que consigue que esté en esa situación.
Agotado se quedó profundamente dormido.

En todo el fin de semana, Maira se movió de casa de Salomé, se sentía tan a gusto que no tenía mucha intención de ver a su marido, puesto que tan sólo con su presencia la sofocaba llegando incluso a perder todo su dominio.
Tampoco podía esconderse de por vida, tarde o temprano debía volver a su hogar.
Atardecido, se despidió de Salomé agradeciéndole su hospitalidad, la mujer que ya le tenía mucho cariño, le dio dos besos dándole unos pequeños consejos antes de que se marche.

Al montar en el bus, Maira coincidió con un compañero del taller. Se sentó junto a Pablo y ambos empezaron hablar de la próxima exposición donde se podría ver algunas de las obras que habían dibujado.
Ella se entristeció, puesto que no llevaba mucho tiempo en el taller pero a la vez sonrío de poder acudir con sus compañeros aún evento tan importante.

Después de bajarse del bus, iba caminando dirección a su casa, cuando alguien la llamó, se trataba de Hilario.

— Hola Maira qué tal todo. — Le preguntó bajando la ventanilla de su auto.

— Hola Hilario qué gusto me da de verte,  todo bien gracias.

— Vas hacia tu casa, en estos momentos me dirigía hacia allí, Yeray me ha llamado para revisar algunos documentos.

— Sí, pero tranquilo puedo ir caminando.

— Venga sube, si vamos al mismo lugar. — Tras abrir la puesta del copiloto, Maira abochornada se puso el cinturón y empezó contándole a Hilario referente a cómo le iban las cosas en la universidad y en el taller.

— No veas cómo me alegro por ti. Espero que te salgan bien las cosas, y ahora voy a parar para comprar algo para cenar.

— No te molestes, yo puedo cocinar algo.

— Hoy no, llevaremos algo de cena y tranquila invito yo.

— Pero...no tienes porqué, yo pierdo cocinar cualquier cosa.— Sugirió ella.

Al final, Hilario terminó por convencerla de que esa noche cenarían algo distinto.
Por eso nada más sentarse los tres en la mesa, se hizo un silencio glaciar.
Yeray solo le dirigía la palabra a Hilario como si Maira no estuviera presente, cosa que a ella le molestaba. Pero tampoco iba armar un escándalo, prefirió comer en silencio respondiendo a Hilario cada vez que le decía algo.

— Ya te marchas Maira. — Preguntó Hilario sin apartar su mirada de su amigo.

— Sí, supongo que tendréis que trabajar y yo iré a repasar algunos ejercicios para mañana. Muchas gracias por la cena, ha estado todo muy rico, me ha gustado mucho.

— Aprovecha mientras puedas. — Habló Yeray.

— Lo haré mientras me sea posible. — Le respondió Maira desafiándole.

A continuación ella se marchó dejándoles solos. Lo cual Hilario no tardó en reprocharle a su amigo la actitud que estaba tomando hacia su mujer.

— Basta ya Hilario, pareces a mi madre regañándome.

— Quiero decirte amigo, que te estás equivocando respecto a Maira. ¿Porqué no dejas tus rencores a un lado e intentas construir un matrimonio de verdad?

DAME TÚ CARIÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora