Capítulo 17

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Al llegar a casa, Maira dejó su bolso y tras quitarse su abrigo se fue directa a hacia la ducha.
Después de darse una ducha, alguien tocó la puerta, tenebrosa abrió la puerta.

Para su alivio se trataba de Beatriz. Eufórica y con una bolsa en la mano le comenzó a contarle a su amiga que había quedado esa misma noche con Hilario.
Entusiasma, Beatriz le contaba a su amiga a la vez que le ayudaba arreglarse lo bien que se sentía con Hilario, y lo caballero que se había portado con ella.
Beatriz ilusiona con la idea de tener un pretendiente, se arregló bonita con la intención de verse bonita ante los ojos de Hilario.

Un buen rato después, los tres amigos estaban cenenado tranquilamente en un restaurante, para seguido ir a tomar una copa y bailar.

Aquella noche, Hilario se había sentido muy a gusto y feliz de haber sabido más sobre Beatriz, su interés hacia ella iba creciendo tanto como que ya empezaba a ocupar sus pensamientos.
Tan amable como siempre, Hilario las llevó hasta el pub, donde los tres se pidieron una copa y al ritmo de la música Maira y Beatriz movían sus caderas divetiéndose con la protección de Hilario.

Agitadas por el baile, Maira propuso ir a sentarse a una mesa.
Sedientas, volvieron a pedir otra consumición mientras se sentaban en una mesa.
De nuevo la armonía fluía entre los tres amigos, el rostro rosado de Beatriz demostraba lo atraída que se sentía por aquel hombre tan apuesto, con modales de una cabello de la era medieval, dejándose hipnotizar por su manera de mirarla, de agarrarla de la mano y sobretodo la forma de protegerla.
Sonrojada, Beatriz miró a su amiga y ambas empezaron a reírse nerviosamente, hasta que de pronto los ojos de Beatriz, la cual se encontraba sentada en frente, se quedó fija borrando de un golpe su sonrisa.

— Beatriz, ¿Te ocurre algo, te has quedado callada de pronto?

— Maira no gires mucho el cuello, pero te aviso que lo que vas a ver no te va gustar. — Disimulando, Maira se volteó hacia donde miraba Beatriz, y tal como decía su amiga ella también se quedó muda. Su marido estaba con otra mujer fliteando con ella.

— Maira, me siento mal por tí, pero si sigues mi consejo pasa de Yeray, vamos yo que tú lo mandaba a la mierda así de claro, aunque sea mi amigo, no veo bien lo que hace.

— Para serte sincera Hilario, sentía como un pálpito dentro de mí, algo que me arrastra a no querer separarme de Yeray. La realidad está ante mis ojos, y por supuesto no tengo porqué soportar todo esto aunque entre nosotros el amor deje de existir.

— Es que serías un poco tonta si aguantas todo esto. Aiva, qué viene.

Sus amigos habían echo lo posible para que su fiesta de cumpleaños fuera todo un éxito y todo el mundo  pudiera divertirse. Todos menos él.
Su cuerpo está ahí bebiendo con su mente puesta en su mujer y la noche tan mágica que habían pasado.
Se había equivocado, había desconfiado de ella, se había negado a darle algo que no se puede comprar con dinero.
Había comprendido que Maira llena su vida con su dulzura, sentir sus besos era anhelar más, perderse en su cuerpo haciéndola suya susurrándole y poder decirle cuanto la quiere.
Tarde, se había dado cuenta de que la ama. El mismo había destruido con su ego la voluntad de amarla, y poder ser feliz con la mujer que el destino le ha presentado y su corazón le ha guiado hasta ella.

Al ver de nuevo a Anka, Yeray sintió como un bloque de piedras comenzaba una a una ha echársele encima. Habían sido novios cuando apenas cumplían los veinte años. Eran jóvenes y su mayor deseo era disfrutar, experimentar otras cosas, por lo tanto decidieron romper aquella relación.
Y ahora años después, Anka vuelve a cruzarse en su vida con la lección bien aprendida. Casarse con Yeray.
Por eso no se separa de él ni un minuto sacando sus armas de mujer para seducirlo.
Tal vez en otro momento hubieran acabado en la cama, pero ya no era ese joven irresponsable, es un hombre que intenta agarrar el timón de su vida y tratar de arreglar las cosas con Maira.

DAME TÚ CARIÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora