Capítulo 14

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Necesitaba una prueba por parte de su marido para saber con exactitud,si sus palabras eran tan verdaderas como para permitirle dar ese paso.

En cierto modo Yeray no estaba muy conforme de apartarse del lado de su mujer, había seguido el consejo de su amigo, si deseaba a su mujer debía hacerle entender que estaba enamorado de ella.

Aquella tarde antes de ir al taller comenzó a llover, como siempre a Maira se le había olvidado su paraguas, corrió intentando refugiarse para que el agua no la calase, a pesar de meterse en algún techo, el agua la empapó entera y no le quedó de otra que volver a casa si no quería pillar un buen resfriado.

Nada más llegar a casa, de inmediato se fue al baño, llenó la bañera con agua caliente y se sumergió dejando que el agua caliente tocasen su piel helada aliviando el frío.

Duchada, con su pijama puesto se fue directa a su cama, la cabeza comenzó a dolerle y aún sentía mucho frío.

Un rato después su móvil sonó, se trataba de Darío.

— Hola Maira, ¿cómo estás?

— Hola, en estos momentos estoy en la cama, no me encuentro bien.

— Entonces era eso por lo que no has venido. Pensé que te daba vergüenza por lo que ocurrió...ya sabes...

— Bueno de eso ya hablaremos, quería disculparme contigo.

— Tranquila, ahora no pienses en eso primero ponte mejor y si necesitas algo llámame. Un beso y cuídate preciosa.

Maira colgó el teléfono empezando a toser, al parecer el dolor de cabeza no se iba y cada vez sentía más frío, sus dientes castañeaban de los mismos tiritones que sentía, precisamente iba a levantarse para agarrar otra manta cuando pasó su marido.
Al verla tiritando Yeray preocupado la ayudó para que volviera a meterse en la cama.

— Maira, quieres que llame un doctor tienes la frente ardiendo.

— Estoy bien, ya me he tomado un analgésico.

— Espera voy a prepararte una sopa verás que bien te va sentar.

Sin dejarla que lo detuviera, Yeray se fue a la cocina, se quitó su chaqueta seguido de la corbata, se arremangó su camisa y tras seguir las indicaciones que le decía desde el otro lado del auricular Salomé, Yeray le preparó una rica sopa de pollo.

Un rato después, cargado con una bandeja Yeray se sentó junto a Maira comenzando a darle de comer. En todo momento estuvo pendiente de ella, incluso se tomó la libertad a pesar de que ella estuviera dormida de meterse en la cama y abrazarla.

«Por qué» Pensó repetidas veces él, mientras abrazaba a su mujer, por la cual sufre de alguna manera por ella, teme equivocarse si baja la guardia, confiando en ella dándole su amor para luego ser traicionado.

Dejó caer si cabeza en la almohada echando su brazo por detrás de su nuca mirando a la lámpara pensativo.
Preguntándose qué le está pasando, porqué se muere por probar sus labios, lentamente se va encendiendo una luz en su interior conduciéndolo hasta Maira, empezando a sentirse hipnotizado por ella y al mismo tiempo siente mucho miedo de mirarla a los ojos y ver esa llama iluminado sus pupilas y pudiera tratarse tan solo de un ensueño el cual nunca obtendría lo que tanto desea.
El amor de su mujer.

Temprano, antes de irse para su trabajo, Yeray le preparó una bandeja con un rico desayuno. Acto seguido le dio un beso en su frente, al parecer ya no tenía fiebre. Siguió contemplando su rostro angelical como dormía, él esbozando una sonrisa se marchó dejandole a Salomé el encargo que estuviera al cuidado de ella.

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