Capítulo 27

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Quedaba poco tiempo para la boda de su amiga y Maira no se separaba de ella, quería poder ser participe de la felicidad de su amiga ayudándola a preparar su boda.
Entre tanto quedaba con su marido al regresar de su trabajo.

Al parecer las aguas habían vuelto a su cauce, todo se había perdonado entre ellos y en la intimidad de su habitación dejaban que la pasión los envolviera dando rienda suelta a su deseo.
Sin duda, Maira estaba encantada con toda la atención que le presta Yeray a su hijo, en tan poco tiempo los dos se adoran.
Un motivo por el cual no deja de sonreír Maira dichosa por haber podido encontrar aquella satisfacción que tanto deseaba mientras miraba cada noche al cielo.

Y allí se encontraba, con su corazón lleno de bonanza por que las cosas entre su marido y ella les vayan bien.
Reflejando en su rostro la alegría de volver a sentirse amada, Maira ayudó a su amiga a terminar de arreglarse.

Beatriz estaba hermosa con su vestido de novia, Maira la felicitó deseándole la mayor felicidad del mundo.
Ambas amigas, sonrientes aunque Beatriz estaba muy nerviosa, se prepararon para ir a la iglesia donde le daría el sí quiero al hombre que más quiere su corazón y el destino hizo que sus caminos de cruzarsen para dejar que el tiempo pase y ahora puedan convertirse en su mujer.

En la iglesia, plantando ante el altar Hilario miraba cada segundo el reloj esperando que llegase Beatriz.
Nada más verla caminando vestida de novia un destello iluminó no solo sus ojos sino también su corazón.
Con una sonrisa de oreja a oreja, Hilario miró a Yeray, éste guiñándole un ojo le hizo una señal para que su amigo tomara la mano de ella, se llevó sus nudillos a sus labios para besarlos dulcemente.
Miradas cómplices, nervios y sus corazones floreciendo el amor que se sienten, Hilario y Beatriz se convirtieron en marido y mujer.

En el banquete, Maira hablaba con Salomé admirando a su amiga, la cual no podía esconder su felicidad.
Sin embargo, Maira a pesar de alegrarse por su amiga, ella no lo era puesto que Yeray no le había prestando atención alguna.
El tiempo que había durado el banquete apenas se había acercado hasta su mesa.
De vez en cuando la miraba, tan sólo eran eso. Miradas fugaces que le dolían cada vez más a Maira.
No entendía porque se comportaba tan distante con ella, hasta que no llegó el baile por la noche, no entendió porque Yeray se comportaba así.
Genoveva baila con él y casi en toda la noche se había despegado de él, mientras que a ella apenas le había dirigido la palabra,

Aquello la molestó demasiado, tanto que al día siguiente mantuvo una acalorada discusión con él.

— ¿Se puede saber qué te pasa para que me des una de cal y otra de arena? — Gritó ella furiosa.

— A mí no me pasa nada. Solo estaba divirtiéndome con mis amigos.

— Eres de lo peor Yeray. Creía que sentías amor por mí y Feliciano, pensaba que habías cambiado, pero veo que sigues siendo el mismo, me has decepcionado Yeray.

— Yo soy así y no pienso cambiar.

— ¿Te vas a casar con Genoveva?

— Quizás, quien sabe.

Auquella revelación encogió el corazón a Maira, tanto que al mirar aquellos ojos preciosos no pudo contener las gotas que salían por sí solas, las palabras que iba a pronunciar la mataban por dentro.

— Maira, creo que lo mejor es divorciarnos, no quiero volver hacer sufrir y...

— No digas nada. Lo he entendido todo puesto que no te conformas con lo que tienes y antes que juegues con mis sentimientos prefiero alejarme de tí.

Ella aguantando las ganas de llorar salió de la casa para ir en busca de su hijo y poder continuar con su vida, estaba dolida, furiosa pero aún así  su corazón todavía seguía latiendo por su marido.

DAME TÚ CARIÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora