Capítulo 5

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Aquella noche no dejó de llover, Maira miraba por los cristales el cielo nuboso observando como el viento movía las hojas de los árboles levantando las que había en el suelo.
Las gotas de agua golpeaban los cristales y a pesar de darle miedo los truenos, estaba tranquila.
Bastaba con la presencia de Yeray para sentir una calidez en su corazón.

— En qué piensas Maira.

— En nada, y en todo. En lo difícil que es la vida y da igual lo que hagas, tú vida se apaga lentamente como le está pasando a tú abuelo. Un hombre tan gentil y amable.

— A todos nos llega nuestro día tarde o temprano. 

— ¿Y tú no sientes miedo cuando te subes al avión? ¿En qué piensas cuando tomas los mandos?

Hasta ese momento nadie se había interesado de esa forma en su trabajo. Las mujeres con las que salía a divertirse lo veían como algo morboso.
Sin embargo, ella en ningún momento ha especulado lo contrario.

— Pienso en muchas cosas Maira. Saber que cualquier fallo puede acabar con tantas vidas hace que sienta temor y mi confianza se alce. Es una responsabilidad muy grande, aún así me gusta mi trabajo y disfruto cada día, aprovechando que ya conozco medio mundo.

— Eres como Willy Fog. — Aquel comentario le arrancó una sonrisa.

— Y tú qué es lo que más te gusta hacer. — Inquirió él curioso por saber más de ella.

— Yo, lo que más me gustaría sería ser artista y tener mi propia galería de arte. Es con lo que he soñado durante toda mi vida y bueno eso solo quedará en mis sueños. Espero algún día poder estudiar y obtener algún título.

— No entiendo porque hablas así.

— Mírame Yeray. — Él hizo lo que le pidió.

— Sé sincero. ¿Que ves en mí?

Él guardó silencio, exactamente no podía decirle lo que veía puesto que ni el mismo estaba seguro de su respuesta.

— Tranquilo, estoy acostumbrada a que se metan todo el tiempo conmigo juzgandome. Hasta yo he llegado a subestimarme.
Mi vida no ha sido para nada fácil y he tenido que madurar antes de tiempo si he deseado salir adelante.

Se hizo un silencio. Los dos siguieron mirando por la ventana cada uno con sus pensamientos.
Sin saberlo los dos tenían más en común de lo qué creen.

Desde que murió su padre, Yeray fue enviado a un internado. Su madre nunca se preocupó de él como lo haría cualquier madre.
Sus visitas eran cortas y apenas había comunicación entre ellos.
Cuando terminó sus estudios, empezó la carrera de piloto.
Aquello que tanto le inculcó su padre, al igual que él, su padre también fue piloto de avión.
Un espantoso accidente con su avioneta acabó definitivamente con su vida.
Desde niño le enseñaron a no manifestar su dolor. Debía guardarse su sufrimiento para sí mismo haciéndose el valiente.
Tan sólo era un niño de 12 años que había perdido a su padre.
Nadie le preguntó, nadie se preocupó de la falta que le había su padre, y aún así nunca pudo llorar por miedo a que le pegaran.
Vivió rodeado de lujos, y para el nada tuvo valor, salvo el cariño que le daba su abuelo.
Nunca antes nadie le había preguntado qué es lo que desea, ni su propia madre la cual vive su vida a su manera.

Exhaló fuerte agarrando la mano de Maira. Los dos mostraban un destello de desdicha.
Ambos, habían tenido una infancia dura a su manera.

Al sentir los dedos de él entrelazados con los suyos, Maira creyó desmayarse. Sus largos dedos atrapaban toda su mano haciendo que se sintiera vulnerable.
Lo miró esbozando una pequeña y tímida sonrisa, él siguió sumergido en los iris verdes de ella buscando la respuesta a lo que por tanto tiempo se había preguntado.

DAME TÚ CARIÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora