Capítulo 26

6.6K 623 17
                                    

A pesar de haber intentado entrar en razones con Genoveva sin éxito, Yeray continuó con su trabajo, a pesar de que ella le suplique que su compromiso debía de continúar.

Para él, estaba todo aclarado, y no deseaba continuar con la relación puesto que no la amaba.
Sin embargo ella, se oponía a cancelar su compromiso protegiendo ante todo su prestigio.

Una vez que su trabajo terminó, a pesar de encontrarse cansado, Yeray llamó a su tío proponiéndole de que debían de reunirse para poder encontrar una solución respecto a la sociedad que tenían con Francisco.

La reunión duró bastantes horas, debían de haber un entendimiento en el caso que Francisco quisiera romper la sociedad.
Buscaron las mejores soluciones hasta que de pronto, uno de los contables le comunicó a Yeray que aunque Francisco decidiera romper la sociedad, aún quedaban las acciones de la señora Maira Nasser.
Frunciendo su ceño, Yeray leyó con atención todos los datos que se reflejaban en varios documentos.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, puesto que gracias a las acciones de Maira, la empresa seguiría perteneciendo a su familia. Francisco solo se quedaría con lo que había invertido.

Sintiéndose ligero y feliz  apesar de las horas que eran, Yeray se fue directamente a casa de su madre.

Desde fuera se podía escuchar el ruido de la gente hablando y la música.
Deduciendo que su madre estaría dando una de sus fiestas.

Cómo era de esperar, al pasar dentro de la casa sus ojos fueron directos hacia su madre.
Andrea bailaba con su copa en la mano hablando animadamente con sus invitados.
Al ver a su hijo, Andrea empezó hablando sin sentido llegando a tropezarse, por un momento casi estuvo de caerse al suelo, pero si consiguió derramar el líquido encima de su hijo.

— Yeray cariño ven pasa y sírvete un trago. Estamos celebrando una fiesta.

— Me avergüenza madre. Verla en su estado de embriaguez y actuando de esa manera me da ganas de irme y no volver a verla en mi vida.

Enfadado, Yeray comenzó a despedir a los invitados de su madre, quedando solos y el restregero de bebidas y comida.

— Qué aguafiestas eres hijo de verdad.

— Ven te llevaré a darte una ducha y después te meterás en la cama.

Casi a empujones, Yeray se la llevó hacia el baño, una vez que salió Andrea con su camisón de raso puesto se metió en la cama sin rechistar.
Aquel comportamiento no le agradaba para nada a su hijo, de hecho empezó a rebuscar en los cajones de su tocador y mesita hasta que encontró lo que temía. Una bolsita con polvos blancos.
Irritado, agarró la bolsita estrujando la en su mano. Furioso tiró el polvo  por el retrete.
No podía creer que durante estos años su madre le hubiera mentido referente a su curación.
Había perdido la cuenta de cuántas veces la había llevado a un centro de desintoxicación.
Ella siempre le decía que estaba curada asegurándole que no volvería a probar más droga.

Sin duda, su madre lo había defraudado nuevamente. Estaba cansado de tratar de entender como una mujer entrada en los cincuenta años se comportara como una adolescente.
Tomó asiento en el sillón que se encontraba cerca de la cama y tras ver como su madre dormía profundamente él se fue hacia una de las habitaciones de la casa buscando alguna cama donde dormir.
De nuevo un relámpago de amargura y recuerdos dolorosos lo atravesó.

Su padre fue un hombre bueno, generoso con su madre y siempre estuvo al pendiente de ella. Quizás no estarían enamorados, porque él nunca entendió muchas cosas.
De porqué sus padres dormían separados, porque su padre siempre se la dedicaba a trabajar y pocas veces vio en actitud cariñosa a sus padres. Se la pasaban discutiendo, el único cariño y apoyo que tuvo fue siempre el de su padre.
Y cuando falleció, todo su infancia se derrumbó quedando solo y con el dolor de no volver a ver a su padre nunca más.
Y sin embargo...¿Dónde estaba su madre?

DAME TÚ CARIÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora