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Esa mañana después de la gran celebración del día anterior Midorima Shintaro, el actual consejero real, muchos no aceptaban la idea que, un hombre de su clase haya tomado el cargo, el más importante después del rey. Era él quien aconsejaba al rey en todas las decisiones, era él quien representaba al rey en su ausencia.

Luego de recorrer los lujosos pasillos del castillo llego a la sala real, donde su majestad ocupaba el trono, y le tenía una noticia importante.

- Mi Rey, con su permiso - dijo con una rodilla apoyada en el suelo.

- Shintaro - respondió con voz gruesa - que es lo que necesitas amigo - continuo

- el Rey de Matriale ha pedido una reunión con su excelencia, al parecer le ha traído presentes por su reciente unión-

- Que sorpresa, después del descarado pedido que me hizo - dijo el Rey

- si así lo ordena lo rechazare cordialmente -

- no, déjalo pasar al salón real y que mi esposo se prepare -

- Como ordene mi rey. Con su permiso -

Midorima Shintaro vuelve a su postura normal, dispuesto a ser el quien llame al esposo del rey, pero se detiene abruptamente por el encuentro con aquel muchacho pelinegro.

- muy buenos días, necesita algo? - dice sonriendo - Estaré gustoso de ser quien le sirva - concluye educadamente.

- Ve y llama a la reina, el Rey desea que lo acompañe al gran salón para recibir al rey de Matriale -

- disculpe mi atrevimiento, pero su majestad está cansado y aún no se ha recuperado de la noche de bodas. Ahora mismo está descansando - se enfrentó el joven

- despiertelo, es una orden - dijo frio y acomodo sus gafas.

Después de una reverencia el joven dio media vuelta para ir con la reina y avisarle de la petición del Rey. Un suspiro se escapó de sus labios, no quería interrumpir a su majestad en ese estado pero no podía desobedecer una orden directa del soberano.

Los golpes en la puerta alertaron a la pareja que yacía sobre las sábanas en las que sólo compartían un abrazo, en el pasado jamás tuvieron actos de afecto más allá de ese.

- Quien toca? - respondió algo agitado

- soy yo su majestad - respondió su sirviente.

Tanto su escolta como él entraron en pánico, ambos saltaron de la cama arreglandose la ropa.

- escondete Taiga, no debe verte - susurro asustado Tetsuya

- me es imposible, donde será un buen sitio para esconder mi presencia -

- Su Alteza? Voy a entrar! - interrumpe su el sirviente desde fuera.

- No! -

Su respuesta género curiosidad en el intruso y ahora que miraba al rededor, no encontraba al Guardia personal de su majestad, era extraño ya que siempre se lo encontraba rondando por ahí.

- me está preocupando, si mo sale llamaré a los guardias -

Antes de que sus palabras fueran cumplidas la puerta se abre mostrando al guardian sonriendole tranquilo y más al fondo a su amo descansando en la pulcra cama.

- Que sucede Takao? Estoy muy cansado y Taiga cerraba las cortinas para evitar la luz, me molesta la luz de sol -

No encontraron mejor excusa que esa y ambos dirían muy bien.

- pero pudo llamarme a mi o algún sirviente, el señor Kagami Taiga no es un sirviente, es un soldado y es indecoroso que se encuentre dentro de los aposentos reales con su majestad - reprochó el pelinegro.

MI MALDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora