XVIII

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- ahh! No mas...mi rey ah! -

Noche tras noche los mismos gemidos se hacían presentes en aquella habitación. La cama del rey necesitaba calor y quien mejor que Kuoki para encenderlo, su baja estatura y delgado cuerpo eran semejantes a Tetsuya, su amado Tetsuya, extrañaba su tersa piel y delicada cintura pero ahora era casi imposible verlo, no quería provocar mas su ira.

- ah! Ha no...duele gh por favor -

- Tetsuya mgh! Mi hermoso Tetsuya debes darme un hijo -

En cada encuentro susurraba el mismo nombre, cada caricia era dedicada a esa persona, cada suspiro le pertenecia, pero él jamás sería merecedor de tal honor. Su ahora rey tomo su cuerpo cuando su esposo se encerró en la soledad de su habitación.

- vístete y vete -

- no soy una maldita prostituta! Soy un príncipe y... -

- Tu maldito padre te trajo para satisfacerme! Eso te convierte en una prostituta, una prostituta muy cara. No sólo vives bajo mi techo, también comes y vistes de seda! -

Dolía, no sólo su cuerpo, también su pecho. Tomo sus ropas y salió azotando la puerta, los guardias y demás sirvientes les parecía normal aquella escena, al principe kuoki saliendo desnudo a toda prisa por la madrugada.

La mentira en la que Kuoki había decidido vivir era una tortura pero mientras que el rey se mantuviera a su lado a él no le importaba, aun si fuera tan cruel, su lealtad estaba con Seijuro.

Mientras el castaño lloraba desde hace un ñargo tiempo en su habitación, Tetsuya junto a su sirviente interrogaban al extraño.

- mi rey usted debe saber que no es seguro ese lugar -

- Por el poder que se me ha concedió te ordenó que me digas en donde está! Yo decidiré si es seguro o no! -

La mitad del rostro de aquel hombre llamado Tatsuya era cubierto por un mechón de cabello tan negro como la misma noche, impidiendo ver la ensanchada sonrisa que tenía en ese momento.

- Es peligroso para mi rey ir en busca de Taiga, más si un niño crece en su vientre -

Como lo sabía! Quien se lo dijo! Se preguntaba Tetsuya, era claro que no podía confiar en nadie después de todo, con una mirada acusatoria se volvió hacia su sirviente.

- no es lo que piensa - interrumpio el extraño - me conocen como el adivino de Reyes, soy capaz de ver el futuro, y el suyo mi rey está lleno de peligros -

- Como es posible... -

- mis poderes sólo funcionan en personas con sangre noble, jamás podré igualar los dones de su majestad, que le fueron otorgados por su Diosa. Debo decir que es extraño que un hombre haya obtenido tal poder, sólo las mujeres de su familia son capaces de soportarlo -

- acaso me está llamando incapaz! -

- No, jamás me atrevería su Alteza -

Estaba comenzando a cansarse de la situación, aquel hombre sólo intentaba evitar el tema y en un arranque de ira golpeó la mesa con fuerza alertando a los dos en la habitación.

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