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Las noches eran frías y desoladas, los días no eran suficientes para seguir mis lamentos desde la partida de Tetsuya. Los malditos guardias aún no lo encontraban, muchas veces fui yo quien salió en su búsqueda pero no podía dejar el trono sólo por mucho tiempo y tuve que regresar.

Cada vez era más difícil convencer a los demás reinos que Tetsuya aún se encontraba en el palacio, si alguno se enteraba de la verdad, podrían atacar.

Kert era considerado el reino más próspero y poderoso, no sólo por sus recursos, sino también tenía la fortuna de contar con la bendición de los dioses astro. Tetsuya podía mover una montaña en un abrir y cerrar de ojos y yo podía poner al hombre más orgulloso de rodillas ante mi.

Nuestro linaje era de los más poderosos, descendientes directos de los dioses, es por eso que nuestra sangre jamás debía ser mezclada y ahora me encontraba en un aprieto, sin Tetsuya era imposible conservar nuestro linaje.

- Su majestad, lo encontramos -

Algo estaba mal, tenía un mal presentimiento, la mañana era calurosa y su vientre crecía a gran velocidad, después de todo su gestación no sería normal

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Algo estaba mal, tenía un mal presentimiento, la mañana era calurosa y su vientre crecía a gran velocidad, después de todo su gestación no sería normal. Lo que una mujer consideraba un vientre de siete meses a Tetsuya le llevo 21 días llegar a ese punto, sentía perfectamente como el pequeño ser crecía dentro de si, absorbiendo gran parte de su magia.

- Su Alteza creo que debemos descansar -

- Esta bien, descansemos -

En otra situación jamás habría aceptado descansar cuando ya estaban tan cerca, pero el dolor en su vientre lo estaba matando. No se encontraba bien, necesitaba las comodidades del castillo para gestar o al menos un lugar tranquilo.

- Takao traeme algo de agua -

El pelinegro siempre hacia lo que tetsuya pedia, lo habia seguido a tan peligrosa contienda para buscar a, lo que el creía, su más grande amor. 

- Su parto está muy cerca, tal vez debemos desviarnos y buscar un lugar seguro para atenderlo -

Hablo el pelinegro más alto.

- Eso nos llevaría días -

- Suficiente para que usted de a luz y podamos seguir, mientras podría mandar un mensaje a Taiga. Tal vez él sea capaz de escapar y alcanzarlos en el camino -

Un dolor repentino se instaló en el vientre bajo de Tetsuya, sentía que sus huesos se separaban y su piel se desgarraba,  inevitablemente soltó un gemido de dolor.

- Creo que...ya viene...AH! Ya no hay tiempo -

Ambos pelinegros extendieron mantas sobre el suelo para recostar al más bajo, pronto las telas fueron manchadas de sangre y otros fluidos.

- Qué hacemos - preguntaba Takao al borde de la desesperación.

- Tranquilo, el sabrá como - respondió Tatasuya.

- Qué estas diciendo! Él jamás había parido antes! -

Los gemidos de dolor interrumpio su pequeña pelea, era cierto que jamás atendieron un parto y menos el de un hombre.

- Él tiene razón Takao uh mgh mi diosa me dio este don...y debo AH! hacerlo AH! - hablaba con dificultad.

Pasaron horas en las tetsuya resistió el dolor para dar a luz a un hermoso bebé de cabellos celestes. En ningún momento aquel pequeño ser lloro, no era propio de la raza humana, los bebés siempre emitían un sonoro llanto al ser sacados del vientre de la madre, pero él era diferente.

- Es un varón - exclamó Takao acercando al pequeño a su madre.

- Es hermoso... -

Tetsuya se encontraba muy débil, no podía moverse y ambos pelinegros no sabían que hacer.

- AHH!!! fu... cre...creo que...viene o   o tro -

Otra incontrolable contracción se hizo presente en el vientre del peliceleste y pronto sintió como el segundo bebé salía de su interior. Su diosa debía odiarlo, no tenía sentido, en su familia jamás se registró partos gemelares, era imposible que pudiera con un  segundo si con el primero sintió morir.
Cuando el bebé ya estuvo fuera por fin pudo descansar.

- Su majestad es otro niño -

- Limpienlos y envuelvanlos en mantas - dijo cortante.

Algo en ese instante se apoderó de su interior, un sentimiento de odio y rencor hacia su Diosa, como pudo permitir aquello. Ahora estaba seguro, su existencia sólo era una maldición.

- Escuchó algo...- dijo de pronto tatsuya - son caballos -

Tetsuya no espero más, nadie debía encontrarlos, de lo contrario sus hijos correrían con su misma suerte y estaba más que dispuesto a cambiar su destino. Intento ponerse de pie pero le era imposible en ese momento, su cuerpo no respondía. Maldición.

- Tomen a los niños y váyanse -

- Nunca! - dijo Takao - podemos irnos juntos, si es necesario lo llevaré por la fuerza -

- No hay tiempo Takao! si todos nos quedamos aquí Seijuro los matara, él jamás creerá que son suyos. Él aún me necesita así que estaré bien, váyanse ahora! Es una orden! -

Las pisadas se hacían más y mas fuertes, eran muchos.
Takao comprendió y no tuvo más opción que partir con uno de los niños en brazos mientras Tatasuya lo seguía de cerca.

- Mami los ama... - susurro.

En un desesperado intento se levantó y tomo su espada listo para pelear, pronto los caballos de la guardia real lo rodearon.

- Lo estuvimos buscando por días su Alteza -

No había salida.

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