–Déjate de mierdas – lo dije sin pensar, él se había quedado callado y con un rostro sorprendido –. ¿Qué me deje de mierdas?
–Espere ¿Qué? – voltee a él en un segundo, se encontraba parado en frente de mí, y cuando volví a voltear hacia al escritorio ella ya no estaba, sacudí la cabeza, en ese instante yo estaba perdiendo mis cinco sentidos.
– ¿Estas bien? – preguntaba mientras yo retrocedía, mire a mis lados para buscarla sin embargo lo único que escuchaba era sus voces.
"–TE EXTRAÑO, TE EXTRAÑO, TE EXTRAÑO, TE EXTRAÑO."
Mis ojos estaban parpadeando, cada vez eran más largos hasta que se cerraron definitivamente, dentro de mi decía "detente, detente" pero continuaban. Al despertar yo ya me encontraba en lo que vendría siendo la enfermería, me senté en la misma cama, me toque la frente y la fiebre había desaparecido al igual que el dolor del tobillo, y mi cuerpo se sentía como nuevo – ¡Oh vaya! Despertaste –mire hacia la ventana y ahí se encontraba una mujer, parada apoyándose de la ventana mirando hacia mí –. ¿Te encuentras mejor, Cristina?
Me quede petrificada, solo tres segundos fueron más que suficientes para ver lo idéntico en lo que ellas se parecían, a la mujer que una vez considere mi "madre" se encontraba parada en frente mis ojos, con una taza de café en las manos y de una manera sonriente al verme despierta –¿Quieres un poco? –me preguntaba mientras mostraba la taza de café, era muy fácil saber que era café por que el olor era bastante fuerte como para no notarse –. Tus padres ya fueron llamados, vendrán en cualquier momento por ti. Espero que te mejores, la hinchazón del tobillo bajara en un par de días así que no hagas algún movimiento brusco en el que empeore y por cierto nunca vuelvas a tomar estas pastillas.
Apunto al embace que había tomado para la fiebre, no pensé que fuese así de fuerte, al parecer no era cualquier pastilla...
–Siento la tardanza –entro Evelyn y agitada se disculpó por haber venido tarde, se acercó a mí para preguntarme si me sentía aun mal, respondí con un no, quise quedarme en la escuela pero ella había venido hasta aquí por mí por lo que no quería sonar fastidiosa y me fui con ella, antes de habernos ido la Doctora había dicho algo y después de haberlo dicho se paró y me miro directo a los ojos, aquellos ojos negros me penetraban y hacían que mi respiración se acortara –. Cuídate, Cristina.
Cuando salimos del colegio, entramos a la camioneta fue ahí cuando me di cuenta de que mis cosas las había olvidado en mi escritorio, quise regresar pero ya estábamos adentro y apunto de dirigirnos a casa, Evelyn me miraba por momentos mientras conducía, podía saberlo porque desde el espejo de la camioneta se veía como sus ojos miraban arriba para verme, yo estaba en la parte trasera, mirando por la ventana aunque en vez de ver el cielo, me encontraba perdida en mis pensamientos. Escuchar su voz, era más que suficiente para sacarme de mis casillas pero tener ilusiones en las que ella aparecía, era más que una pesadilla y la peor parte, verla en carne y hueso.