–Cristina – aquella voz llamándome delicadamente –. Toma asiento cariño –ella estaba parada, esperando a que tomase el asiento, me senté en aquel sofá sin decir una palabra y solo observaba las fotos que se encontraban en la sala, todas eran de aquellas niñas, en lugares exóticos como de viaje, y también estaban unas en la que ella y mi padre salían, juntos abrazándose –. Vaya –susurre mientras aquella mujer estaba hablando con mi padre en la cocina, no discutían solo hablaban, cuando termine de ver todas la fotos de ellos sentí que algo recorría por mi brazo izquierdo, al verlo era sangre, tenía un poco de papel en el bolsillo por lo que lo limpie antes de que derramara algo en el sofá sin darme cuenta las dos niñas estaban en frente de mí, las dos tomadas de las manos, la más pequeña tenía en la mano un pañuelo, alzo la mano y me lo dio, lo tome y me limpie el brazo. Luego de unos minutos las dos se sentaron en el suelo, mirándome, me sentí mas incomoda que cuando aquel chico sonreía como idiota.
– ¿Por qué tienes tantas vendas? –la que parecía ser la hermana mayor me pregunto señalando con su dedo el cuello.
–Me lastime –conteste a su pregunta, al parecer ella quería saber cómo paso eso, la pequeña se paró y se dirigió a las escaleras, mientras que la grande comenzó a realizar miles de preguntas de cosas sin sentido, no quise hablar así que fui algo cortante.
– ¿Por qué pareces tan triste? –al parecer no importa qué edad tenga una persona, siempre te criticara no importa que –. Si no sonríes no tendrás amigos y te quedaras sola –cuando dijo eso, sonreí por un momento y conteste.
–Eso ya no importa.
Aquella niña se cansó de preguntar y salió de la sala, en ese mismo instante mi padre salió de la cocina con su esposa, aquella mujer le dijo a las pequeñas que se quedaran arriba, mi padre al salir me dijo lo siguiente:
–Todo cambiara ahora en adelante, comenzaras a vivir con migo desde hoy... y acerca de lo de tu madre... no sabría cómo explicarlo pero primero quiero que descanses, cada pregunta que tengas te lo contestare ¿de acuerdo? –intento sonreír al terminar su pequeño discurso, al parecer nadie en esa habitación sabe cómo reaccionar a esto.
Su esposa me llevo a lo que sería mi cuarto ahora en adelante, el cuarto de invitados, al entrar al cuarto sentí un aroma nostálgico, más bien al entrar a casa se sentía un poco nostálgico, así solía ser el departamento pero de la noche a la mañana todo se esfumo, parecía una pesadilla una que creí que no acabaría pero esperaba a que el momento se acercara.