Estaba anocheciendo, el empezaba a decirme miles de cosas que se le ocurrían al momento, lo primero que pensé fue "que idiota" pero de una buena manera. Primero la conversación empezó con preguntas simples como "¿Por qué te mudaste?", el hacia las preguntas, en cada pregunta que el hacía sentía que quería acercarse más a mí pero en cada respuesta que le deba solo le creaba mas duda, es como un niño curioso por saber miles de cosas.
–Adrián –voltea la miraba hacia mí–. ¿Si?
– ¿Cómo supiste que era yo del supermercado? –tenía una gran curiosidad acerca de cómo él se dio cuenta que de que era yo la de la sección de helados.
–Es una buena pregunta con una buena respuesta, simplemente te salude y cuando volteaste me di cuenta que eras tú.
En pocas palabras no le importaba haber hablado con un extraño, suspire después de hacer escuchado eso, él se me quedo perplejo por mi reacción hacia su respuesta.
Luego de haberle hecho aquella pregunta los dos solo avanzábamos sin decir una sola palabra, el me miraba constantemente de reojo hasta que dijo –pareces un niñita pequeña.
–No lo creo –eso fue muy repentino, no lo vi venir –. La manera en como comes tu helado, bocado por bocado es algo tierno.
La costumbre de comer un helado de esa forma es algo que no puedo cambiar aun y con el paso de los años, había adelgazado bastante comparado a cuando era un niñita, pero hasta lo más mínimo como comer una paleta, no ha cambiado, no he cambiado.
–auch...
Me perdí en mi cabeza de nuevo pero esta vez me tropecé, mi tobillo me dolía bastante y fue a causa de la caída del árbol, ese día talvez fue un día inolvidable para mí, mi paleta se derretía en el suelo y el me ayudó a levantarme –esta vez no dejare que rechaces mi ayuda –hizo que me subiera a su espalda y así cargarme hasta llegar a casa, cuando el me cargo pude recostar mi cabeza a su espalda, al mismo tiempo pude sentir su cabello, era tan suave aunque ese momento solo haya durado solo dos minutos fueron más que suficiente para mí.
Su rostro estaba completamente rojo, no pude resistir a ello y me reí de el a carcajadas –Aun sabiendo cómo estás tú, con ese estado decides cargarme, eres un completo idiota.
–Cállate –Pidió que me detuviera pero fue algo imposible –. Bueno si no puedo cargarte por lo menos puedo hacer esto –me tomo desprevenida, puso uno de mis brazos en su hombro y un brazo suyo me sostenía.
– ¿Lista? –moví mi cabeza de arriba a bajo para que empezáramos a caminar, al llegar a casa le pedí que se detuviera y me dejase ahí, se negó pero lo convencí al final; las luces de la casa seguían encendidas, intente subir el árbol pero no lo lograba hasta que vi que una escalera se encontraba a lado del árbol desde el principio, me subí a la escalera hasta llegar al cuarto, al parecer nadie sabe que me fui, al entrar al cuarto tuve que tener mucho cuidado, estaba completamente oscuro, entre y me acosté en la cama.
Mientras mis manos imaginan volver tocar su cabello, me quede dormida.