Capítulo 1

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Richard Castle miró el reloj por decimotercera vez aquella mañana. Llegaba tarde, no le iba a dar tiempo. Metió prisa al conductor. Vamos, vamos. Mientras vislumbraba la cafetería al frente, rezó para que nadie hubiera cogido su mesa. Cuando el taxi paró, le soltó un billete de 100 y un "quédese con el cambio" sin ni siquiera pararse a mirar cuanto marcaba el taxímetro. Menos de 100 seguro, pero ¿qué más daba? Era rico, podía permitírselo.

Cuando entró en el Heat Café lo primero que hizo fue mirar hacia su sitio preferido, el único donde se había sentado durante las 3 últimas semanas. Estaba ocupado. Había llegado más tarde de lo habitual. Observó como Martin, el dueño del Heat Café y del cual se había hecho muy amigo en pocos días, se encogía de hombros y le echaba una mirada que quería decir: "no puedo decirle a los clientes donde sentarse".

Castle se acercó hasta él, mientras le preparaba su pedido habitual, café con crema y dos azucarillos.

- ¿Qué hago ahora? Ella está a punto de pasar y ese es el único lugar donde puedo observarla sin que me vea.-Le dijo mientras se fijaba en la chica que estaba sentada en la mesa del fondo a la izquierda, estaba de espaldas así que no podía verle la cara. Castle la odió por un instante, por romper con su rutina diaria. Era estúpido, pero así era como se sentía en ese momento.

- ¿Sabes que tal como lo dices suenas como un acosador pervertido?-Le preguntó Martin mientras se reía de él. Castle no le hizo ni caso, miró su reloj cada vez poniéndose más nervioso.

- Empiezo a pensar que tal vez lo sea un poco-Se quedó pensativo durante un instante.-¿Sabes qué? Iré a sentarme allí, le pediré a la chica esa que está sentada si puedo unirme a ella durante dos minutos, no creo que le importe.

- Compórtate Rick, no quiero que me espantes a los pocos clientes que tengo.-Le advirtió Martin antes de que Castle se dirigiera hacia allí.

Sentada en aquel lugar, con un café caliente entre sus manos, se sentía tranquila y segura. Intentaba reunir fuerzas para lo que la dura mañana le preparaba. Había decidido dejar la oficina del fiscal donde trabajaba junto a su madre para labrarse un futuro donde todo lo que consiguiera no viniera con el consiguiente "Mírala tan joven y ya trabaja en la oficina del fiscal, se nota quien la ha metido aquí" o su favorito "tu madre lo hubiera resuelto antes". Esto último se lo había oído decir a su ahora ex novio Will, tras pasar dos años de su vida con él tanto sentimentalmente como profesionalmente, se había dado cuenta de que la había utilizado y de que solo la apreciaba por su madre, como todo el mundo allí.

Así, Kate había decidido empezar una nueva vida esa mañana, tenía una entrevista de trabajo para el bufete de Lozner, Moss & Asociados, el cual no era ni mucho menos de los mejores de Nueva York, pero Kate estaba dispuesta a labrarse su futuro poco a poco y quería empezar desde abajo.

Había encontrado aquella cafetería justo enfrente del bufete y se enamoró de ella inmediatamente, nunca había visto una cafetería con tan poca gente a primera hora de la mañana, suponía que era porque justo a su lado tenía un Starbucks y al doblar la calle un Hard Rock Café, así que dio las gracias por ello, aunque lo sentía mucho por el dueño de la cafetería que era el que tenía que hacer frente con los gastos.

Justo cuando pensaba que aquella era la mejor cafetería que había pisado jamás, alguien le tocó en el hombro, por lo visto había estado llamándola, pero no se había percatado en absoluto. Cuando giró su vista hacia el hombre, su mandíbula casi se cae hacia el suelo. Era Richard Castle, el escritor favorito de su madre, ella odiaba sus libros pese a que nunca los había leído, pues intentaba desmarcarse tanto de la figura de su madre que la contradecía en todo lo posible.

- Siento molestarte, ¿podría sentarme contigo unos minutos?-Le preguntó mientras ella ponía cara de incredulidad. -No es que quiera ligar contigo ni nada de eso, nada más lejos de mi intención, quiero decir...es solo que necesito ver algo por aquí-Señaló hacia el cristal. -Solo se puede ver en este sitio y solo serán dos minutos, te lo prometo.

Estuvo a punto de negarse, a punto, pero había un brillo en sus ojos, algo parecido a la necesidad. Por lo que simplemente asintió y él inmediatamente se sentó frente a ella. Y durante los siguientes 5 minutos no la miró ni una sola vez, estaba concentrado mirando algo en el exterior, Kate pudo notar cuando el escritor encontró lo que buscaba al verlo en sus ojos, otra vez, ese brillo de antes, pero esta vez con mayor intensidad, como cuando le muestras un caramelo a un niño. No pudo con la curiosidad y ella también se giró para ver cuál era el objeto de deseo de aquel hombre.

Era una mujer.

Justo cuando iba a fijarse bien en cómo era la mujer, giró por una esquina y despareció de su vista.

- Bueno, ha sido un placer compartir estos minutos contigo. Espero no haberte molestado demasiado. -Le dijo el escritor encontrándose al fin con sus ojos. Sus ojos. Azul intenso. Fijos en ella. Se quedó en blanco por primera vez en su vida desde que a la edad de 9 años Nick le dijera que era la chica más guapa de clase. El también se había quedado mirándola un poco embobado como si acabara de hacer un descubrimiento, pero al menos sí que pudo formular alguna palabra. -En fin, hasta otra.

Observó cómo se levantaba con prisa mientras ella se quedaba allí hundida en un mar de preguntas de las que posiblemente nunca obtendría respuesta alguna.

- ¿Por qué no me advertiste sobre ella?-Le preguntó a Martin antes de marcharse.

- ¿De qué hablas?-Castle mueve la cabeza en dirección a la chica con la que hace unos momentos estaba sentado justo delante. -Oh...ya veo.-Se le escapó una pequeña risa.-Es guapa ¿cierto?

- Es más que guapa, es...uff-Miró significativamente a Martin dándole a entender que era mucho más que eso.-Ni siquiera me he dado cuenta hasta justo antes de levantarme, espero que no haya pensado que soy un pervertido o algo así.

- Te veo preocupado por lo que pueda pensar esa mujer...-Le guiñó un ojo riéndose de él. -Además ¿tú no estabas detrás de esa otra? ¿la que persigues?

- No la persigo, simplemente la observo, como una musa. -Se justificó.

- Hablando de eso, ¿cómo va la escritura?

Castle sonrió, pensando en lo que le diría Gina si supiera que el dueño de una cafetería sabía más sobre su próximo libro que su propia editora. Lo más posible sería que le echara una reprimenda exponiéndole que no podía contarle a nadie sobre sus ideas pues nunca se sabe quién puede robarte una idea. Gina era una muy buena editora, pero Castle sabía leer a las personas y confiaba en aquel hombre desde prácticamente el día en el que lo conoció.

- Tengo una ligera idea de lo quiero, pero no estoy convencido. Tras haber acabado con Una Rosa para la Eternidad necesito algo más potente para seguir atrayendo a mis lectores, pero ninguna idea de las que me vienen son lo suficiente buenas como para superar ese libro. En definitiva, sigo bloqueado.

- Estoy seguro de que es cuestión de tiempo-Le animó mientras Castle se colocaba la chaqueta.-¿Te veo mañana?

- Aquí estaré.-Se despidió de Martin y antes de marcharse le echó una última mirada a aquella impresionante mujer que se había quedado con su sitio aquella mañana, reprimió el extraño impulso que tenía de volver a acercarse y entablar una conversación con aquella extraña, había un halo de misterio que la rodeaba que le producía mucha curiosidad. Finalmente lo dejó pasar, ahora tenía que centrarse en volver a encontrar la inspiración.

Heat cafeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora