El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*

Capítulo 23

Mirá el lado positivo. Al menos Azura no lo iba a convocar mientras estuviera en este lugar, y Noir tampoco. Dado ese hermoso beneficio, a diferencia de Jaden, a él no le molestaba tanto cumplir con este encargo como le habían molestado tantos otros que había sido forzado a cumplir.

Si, era emocionalmente agotador, pero también lo era vivir. Incluso ahora podía escuchar a Noir en sucabeza. “Tú, pedazo de infeliz. No valés nada. Eres estúpido más allá de la estupidez. Ve y quédate en la pared un par de noches. Quizás así aprendas a pelear.”

Después de todo, él pensó que le había ido bastante bien, dado que estaban superados en número, veinte a uno y todavía estaba drenado de la última vez que Noir y Azura se habían alimentado de él.

Sin mencionar la última ronda de Rómpanle El Culo A Patadas.

Pero bueno, ¿Qué sabía él?

Y para el día siguiente estaba seguro que Noir volvería a darle otra paliza por no tener más información sobre la llave, que se suponía, tenía que investigar, mientras protegía la Pared, e hiciera todo lo demás que ellos quisieran.

Seh….

Pero ellos no son en lo que queréis estar pensando, de todas formas.

No, él quería pensar en ojos brillantes color topacio, que bailaban con humor y resplandecían con un espíritu fiero. En suave y largo cabello azabache. En labios húmedos que rogaban ser besados.

Cerrando sus ojos, conjuró una imagen de _____ en su cama. Si, en eso quería enfocarse. Mucho mejor que toda la otra mierda con la que tenía que vivir. Casi podía oler el cálido aroma de su piel. Algo que hacía desaparecer a los escalofríos que le causaban las frías ráfagas de viento que soplaba contra su armadura, congelándole hasta los huesos.

“¿Guillermo?”

Él abrió sus ojos al escuchar el sonido de su voz. Mirando a todos lados, no vio rastros de ella. No es ella. Ella no sabía su nombre. Debía ser uno de los depredadores que lo estaba jodiendo.

“¿Podéis escucharme?”

Él se dio cuenta que la escuchaba dentro de su cabeza. “¿_____?”

“Sí. Jaden me explicó lo que ibas a enfrentar. Quería ir a ayudarte, pero entiendo por qué no puedo hacerlo. No quiero meterte en problemas.”

Esas palabras lo tocaron tan profundo que lo dejaron momentáneamente inmóvil. A ella no le importás. ¿Cómo podrías importarle?

Probablemente era la verdad.

Es definitivamente la verdad, imbécil. Noir tiene razón. Eres el idiota más tonto que existe.

Solamente un idiota pensaría por un segundo que su prisionera se preocupaba por él.

Aun así, él quería escuchar su voz. Sentirla a su lado mientras esperaba a que lo atacaran. “¿Cómo es que podéis hablarme así?”

“No te enojes, ¿sí? Jaden me devolvió algo de mis poderes para poder sentarme contigo mientras estás en tu puesto.”

Él debería estar furioso por eso. Pero no lo estaba. Él se sentía extrañamente agradecido. “¿Estás tan aburrida?”

“No. Sólo necesitaba saber que estabas bien. No quiero que te lastimen.”

Esas palabras y la falsa sinceridad le pegaron como un golpe. Nadie nunca le había dicho nada como eso. Ni una vez durante toda su vida. Pero él sabía la verdad. “Yo no te importo. Sé honesta. Tú y yo somos enemigos.”

“Yo no soy tu enemiga, Guillermo. No me gusta ser tu prisionera, y tengo que decir que todavía estoy un poco furiosa por eso. Pero entiendo por qué lo hiciste. Y significa mucho para mí que me estés protegiendo cuando no tenéis una razón para hacerlo.”