Capítulo 24

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Aterrada, _____ fue para abrir la puerta y destruir el lugar hasta encontrar a Guillermo, pero Jaden la agarró antes de que pudiera cometer un suicidio.
“No seas estúpida,” le gruñó en el oído mientras la mantenía en su lugar agarrándola de la parte superior del brazo. “Te van a destruir, y van a disfrutar cada minuto. ¿Y qué lograríamos con eso? Créeme, no quiero despegar de las paredes pedazos tuyos ensangrentados. Ni que se me peguen en la suela de los zapatos.”
Ella frunció sus labios, disgustada, ante lo que él describía. También era lo último que ella quería.
Soltándole el brazo, la corrió a un lado para que estuviera escondida detrás de la puerta antes de que él la abriera. Ella se mordió el labio cuando la dejó sola en la habitación. Él tenía razón. Lo que había estado a punto de hacer habría sido estúpido.
Gracias a los dioses, él la había detenido. Pero ella no podía pensar con claridad después de haber escuchado esas noticias. Guillermo no podía estar muerto.
Se ahogó en lágrimas mientras una imagen de él yaciendo en pedazos cruzó su mente.
¿Por qué me importa?
Ella no tenía idea. Pero no podía negar el dolor que le aplastaba el pecho al pensar en él….
Tengo que saber qué era lo que había pasado.
Poniendo la oreja en la puerta, trató de escuchar como pudo, pero no podia oír nada afuera. Sin pistas de lo que había pasado o de lo que estaba pasando. Vamos…que alguien me diga algo.
Cualquier información.
El tiempo pareció pasar tan lento que le causaba nauseas. Ella estaba a punto de perder la cabeza cuando Jaden finalmente volvió. Él se manifestó en la habitación, justo frente a ella.
“¿Y bien?” ella preguntó esperanzada.
Él dudó, y el corazón de _____ se detuvo mientras se preparaba para lo peor. Cuanto más tiempo tardaba, más se acumulaba el dolor dentro de ella a un punto en el que ya no sabía cómo contener las lágrimas.
“Él no está muerto,” dijo finalmente.
Sólo por haberse tomado tanto tiempo para decirlo, ella lo habría pateado, pero dejó salir un sollozo ante las buenas noticias. El alivio ante esas cuatro palabras la dejó tambaleándose.
Y por eso estaba tan agradecida que podría darle un beso.
Guillermo no estaba muerto.
¡Gracias Dioses!, gracias.
“¿Dónde está?” le preguntó a Jaden.
Él tragó de forma audible. “No creo que quieras que te conteste eso.” El tono de voz le devolvió el terror aumentado unas diez veces.
¿Qué le podría haber pasado? ¿Noir lo tendría encerrado como lo habían tenido a Solin? Su imaginación corrió libremente ante la cantidad de posibilidades horrorosas mientras recordaba todas las imágenes e historias que Jaden le había contado acerca de este lugar y las cosas que pasaban en él.
“Jaden,” lo reprendió. “Vamos. ¿Después de todo lo que ya me contaste? Tengo que saber dónde está.”
“Es así de malo, _____. Es mejor que te quedes aquí por ahora.”
Con su corazón latiendo, escuchó a Noir insultando del otro lado de la puerta, mientras intentaba abrirla. “¡Jaden! Pedazo de mierda inservible, sal. ¡Ahora!” Jaden desapareció.
Ella presionó el oído contra la puerta nuevamente, desesperada por algún detalle. Tenía que saber algo más o se volvería loca.
“¿Tú gritaste?” Jaden le dijo en un tono condescendiente de tal forma que le sorprendió que Noir no le hubiera dado un golpe.
“¿Podéis traerme a ese perro bastardo?”
“Puedo tratar. Pero no estoy seguro de que esté en una pieza cuando lo haga. Espero que no te moleste”
¿Lo decía de verdad?
¿Qué le habían hecho a Guillermo ahora? Ella se cubrió la boca con la mano mientras el horror que sentía la consumía.
“Espero que lo hagas, gusano. Necesito su poder. ¿Entiendes? Si lo dejas morir vas a tomar su lugar.”
“Buena suerte con eso.”
Esta vez, ella escuchó el golpe que mandó a Jaden volando contra la puerta que los separaba.
“Traelo vivo. Lo necesito.”
Ella escuchó a Jaden levantarse. “¿Entonces por qué lo mandaste ahí solo?”
Ella escuchó el terrible sonido de otro golpe.
“Más te vale que te acuerdes quien eres ahora, gusano. No eres mi igual.”
La voz de Jaden fue más seca que un gruñido animal.
“Tenéis razón Noir. Libre o esclavizado, siempre voy a ser superior a ti.”
“Mejor que aproveches que necesito que me traigas a mi perro. De otra forma, pagarías por eso.”
“Sí, vete al carajo tú también.”
Algo duro pegó contra la puerta, haciéndola saltar. Pero si era Jaden o el puño de Noir, no estaba segura.
“No dejes que te altere, amor.” Era la voz de Azura lo que escuchó esta vez. “Pronto tendremos la llave y nadie podrá detenernos.”
“Sé que no debería dejar que ese pendejo orgulloso me altere, pero no puedo evitarlo. Siempre fue tan arrogante.”
“Lo sé, hermano. Pero olvídate de eso. Vencimos, le sacamos los colmillos y la hombría a Jaden hace mucho tiempo. Todo lo que puede hacer ahora es subirte la presión… Tu mascota te será devuelta pronto, y se curará como siempre se cura.”
_____ hizo una mueca de repulsión ante la forma en que la muy puta se refirió a Guillermo como si no fuera humano. Bueno, no era completamente humano, pero no era un animal ni un objeto tampoco.
Desgraciados.
Agradecé que no tengo mis poderes, puta.
Si los tuviera, estarían enfrentándose ahora.
Azura se rió, “Entonces podremos compartir otra mordida de eso e iremos tras Zeus y su pandilla.
Paso a paso vamos a ir por el Malachai y luego estaremos donde deberíamos estar. Reinando el mundo.”
Ellos se fueron.
Con un gesto a la puerta, _____ estaba agradecida que se hubieran ido antes de sentir o descubrir que ella estaba ahí. Uy. Uno de estos días esos dos iban a obtener su merecido. Sólo esperaba estar ahí para verlo.
Pero su alivio ante su partida no duró demasiado. Después de unos minutos, Jaden volvió a la habitación sin Guillermo. Algo que hizo que volviera su pánico, especialmente desde que estaba cubierto de sangre que no parecía ser suya. Literalmente, de pies a cabeza. Se veía como Carrie, sin el vestido de egresados.
¿Por qué no estaba Guillermo con él?
“¿Dónde está?” le preguntó, aterrorizada por la respuesta.
Con su cara pálida, Jaden estaba temblando mientras iba hacia su mesa y buscaba su licorera verde, sin contestarle, ni mirar en su dirección.
Esto tenía que ser malo.
Y mientras se servía el líquido en una copa dorada con joyas incrustadas, _____ frunció el ceño ante lo espeso que era el líquido. Si no supiera que no era posible, juraría que era sangre.
Después de haberse tomado todo el contenido de la copa, finalmente la miró. “No queréis verlo ahora. Créeme.”
“No seas ridículo, tengo que ir con él.” Seguramente estaba solo, sin nadie que atendiera sus heridas, y eso era lo último que necesitaba.
Jaden cruzó la habitación y le puso las manos en los hombros. Sus ojos misteriosos la quemaron con intensidad, bronca y disgusto. “_____, escúchame,” le gruñó con los dientes apretados. “Casi lo cortaron por la mitad. ¿Entendéis eso? Yo…” se encogió como si no pudiera soportar la imagen en su cabeza. Cuando la miró nuevamente a los ojos, ella pudo jurar que vio lágrimas en sus ojos. “Hace mucho tiempo yo era uno de los Señores de la Guerra más respetados que jamás hubieran nacido, con mucha experiencia en el campo de batalla de las guerras entre dioses y en masacres de grandes proporciones. Luché y sobreviví batallas que harían que las películas de Quentin Tarantino fueran como un musical de Disney de los 50´s. ¿Me estás escuchando?” Esas palabras le pegaron como golpes.
No podía decirlo en serio. Seguramente no...
Sus propias lágrimas crearon surcos en sus mejillas mientras se imaginaba lo que había encontrado. Lo que quedaba de Guillermo…
Dejándola ir, Jaden se pasó una mano temblorosa por el pelo y se encogió. “Es…es enfermizo lo que le hicieron. Nunca pensé que alguien podía ser más cruel que Noir. Me equivoqué.”
Él gritó algo en un lenguaje que ella nunca había escuchado. “No debería haberlo dejado ir solo. Sabía cómo eran las cosas. Es mi culpa. Todo esto.” Él bajó su cabeza y se agarró el pelo con los puños. “¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Tan egoísta? ¡Ah! Soy un idiota.”
Ella no estaba segura si estaba hablando sobre su culpa por lo que le había pasado a Guillermo o de otra cosa. Pero era obvio, que su pasado era tan brutal y traumatizante como el de él.
Estirando su brazo, apoyó una mano reconfortante sobre el hombro de Jaden. “Hiciste lo que Guillermo te pidió.”
Jaden negó con la cabeza y esta vez, definitivamente, había lágrimas en sus ojos, y las propias surgieron al ver a un hombre tan fuerte, tan lastimado. “Sólo quería cinco minutos de no tener a Azura y a Noir sobre mí. Cinco minutos.” Su mirada desgarró a _____ con el odio que sentía consigo mismo. “Condené a un niño inocente a una eternidad en el infierno por cinco minutos. Soy peor que ellos.”
“No Jaden. No lo eres. ¿Piensas que ellos consideraron alguna vez su dolor?”
Él frunció el labio al sacudirse la mano de _____. “No seas condescendiente conmigo y me digas lo que soy y lo que no soy. Puedo ver por mí mismo en lo que me convertí y nunca me mentí a mí mismo ni traté de dar vuelta las cosas que hice en algo diferente. Conozco a la bestia en mi interior y vivo con ella todos los días.”
Y él la odiaba. No lo dijo, pero no tenía que hacerlo.
Ella supo que no había forma de consolarlo y aun si la hubiera, él no la dejaría. Estaba demasiado enfocado en flagelarse por sus errores pasados. 
Mientras tanto, había otro hombre en este lugar que necesitaba ayuda. Uno que de alguna manera se había convertido en algo importante para ella. Si no podía ayudar a Jaden, lo menos que podía hacer era ir a donde estaba Guillermo.
“¿Dónde está Guillermo?”
Jaden dudó antes de contestarle. “En su habitación.”
“Llévame a él.”
“Realmente no creo que necesites ni quieras ver eso.”
Ella lo miró con rabia. “Si no me llevás a él, ahora mismo, en este segundo, voy a salir por la puerta y encontrarlo por mis propios medios.”
Él gruñó por lo bajo mientras la miró con rabia. “Y sé que lo harías. Tonta obstinada. Solamente recuerda, fue ese tipo de estupidez la que me dejó acá atrapado. Deberías escuchar de vez en cuando, cuando alguien te hace una advertencia.”
_____ pensó en eso. Él tenía razón. Ella siempre había sido de los que saltaban primero y luego pensaban en las consecuencias, mientras caían por el abismo, hacia el océano. Solin la había criticado por eso durante toda su vida. Pero ella no iba a cambiar hoy.
“Él nos necesita.” Jaden negó con la cabeza. “Bueno, pero no me digas que no te lo advertí.”
Antes de que pudiera pestañar, estaban en el cuarto de Guillermo, el cual todavía estaba bañado de ese color azul brillante. Ella se tomó un segundo para hacerse a la idea, en el oscuro silencio que hacía más pronunciado el sonido de su propio corazón latiendo.
El chacal en ella olía la sangre, aunque no era como si ella no pudiera verla a simple vista.
¿Cómo era posible que le quedara un poco adentro de su cuerpo?
Completamente desnudo, Guillermo yacía en la cama, tan inmóvil, que no parecía real o vivo. Con su cabeza hacia el otro lado, su cabello castaño, se desparramaba sobre la almohada negra.

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora